• CABELLO •

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El cabello de Ochako tenía una definición.

Suave.

Era algo que la gente que tuvo el privilegio de tocar—nadie—, sabía. Ella solía cuidarlo, cepillarlo y masajearlo, tal como sus Padres lo hacían. Es algo que la relaja y consuela—aunque algunos productos eran costosos—. Pero ese día su cabello despertó hecho una furia, incontrolable y seco, por más que pasara su cepillo favorito para esa área, no se desenredaba.

El trío de Demonios se encontraban durmiendo plácidamente—algo que era extraño ya que durmieron nueve horas—, algo que a Ella le resultaba reconfortante al poder tener un momento con sus hebras y frustraciones. Se sentó en la tasa del baño y tuvo que tomar la decisión de bañarse—algo que la hacía sentir incómoda por las visitas en su
habitación—, al salir comenzó a pasar el cepillo por su cabello ya desenredado sintiendo como este bajaba desde la raíz y hasta sus puntas sin ningún inconveniente de por medio.

Se puso su uniforme y les dejo un poco de comida a todos, solo esperaba que no pasara una catástrofe ese día.

Touya se levantó mirando a su alrededor encontrando a Toga en una posición poco sana para su espalda, a diferencia de Tenko el cual estaba con la espalda totalmente recta sobre el colchón. Dio un suspiro seguido de un bostezo y dirigió su mirada hacia el escritorio donde se encontraban los snacks que dejó Ella con anticipación, Touya miró ha su alrededor buscando a la castaña con la mirada, pero al no verla decidió comer una bolsa de galletas.

Abrió el paquete de galletas tomando
una—de chocolate—que se quemo al tocar sus dedos. Dio un salto y tiro la galleta al suelo. Comenzó a respirar de forma entrecortada y puso su mano en su pecho, estaba nervioso ante eso, decidió tomar otra galleta, la cual volvió a quemarse.

—¡Agh! .—Soltó un gruñido.

Fue sacando cada galleta de la bolsa hasta que no quedaron más—todas fueron quemadas—, suspiro, y comenzó a tocar sus manos, luego pasó por sus parches y por primera vez se preguntó el porqué están ahí. Miro la puerta con intriga, luego miro a su alrededor y se comenzó a sofocar levemente. Fue hacia el baño y tomó un puñado de agua y se la aplicó en la cara.

Seco su rostro con una toalla y volvió ha la cama y intentó volver a dormir plácidamente, algo que no consiguió por más que intentaba ir al mundo de los sueños. Miro la puerta y se dirigió con pasos firmes, estaba decidido a salir. Pensó en algún momento en despertar a los otros, pero al tomar el pómulo de la puerta ese pensamiento se dispersó. Al salir comenzó a recorrer los pasillos y bajar escaleras.

Escucho pasos y variedades de voces, ya comenzaban a llegar los alumnos. Ochako se encontraba más callada que de costumbre—al pensar en demasía en sus inquilinos—, algo que descolocaba ha los presentes, ya que, después de lo qué pasó en la habitación de la castaña su Amistad se comenzaba a separar sin ellos poder hacer algo. Todos se encontraban en la sala de estar del edificio descansando, hoy tuvieron pruebas físicas.

Ochako se recostó en el sofá cerrando sus ojos mientras soltaba un suspiro pesado.

—... Uraraka-san .—Escuchó frente a ella. Era Izuku, se encontraba algo nervioso e inquieto.

—¿Que sucede, Deku-kun? .—Hablo la de hebras castañas. El comenzó a tambalearse con sus pies mientras jugaba con su ropa.

—¿Qué sucedió aye-? .—Ella escuchaba hasta que miro hacia un pasillo, donde reconoció una cabellera negra.

—¡Hii!... ¡Lo siento Deku-kun, me tengo que ir! .—Y tan rápido como empezó la conversación, terminó.

Se dirigió al pasillo en el cual se encontraba el menor—quien estaba maravillado con la estructura del
edificio—. Al llegar se arrodilló frente a él haciendo que el pequeño se sobresalté.

—¿Qué haces aquí? .—Hablo entre susurros. Uraraka miraba hacia todas las direcciones esperando que nadie le haya seguido.

—... ¿No puedo hacerlo? .—Preguntó confundido.

Ella casi se abofetea así misma al nunca haberles advertido de que nunca salgan de la habitación, pero al seguir pensando una gran duda se propagó en su mente, ¿Le habrán seguido el ejemplo los demás? Esperaba que no.

—¿Toga-chan y Tenko-kun, te
siguieron? .—Le rogaba a todos los Dioses que él Niño dijera que no.

—No estoy seguro .—Respondió simple ante la duda de la castaña.

Ella comenzó a respirar frenéticamente y de un salto fue hacia su cuarto en compañía del de ojos turquesa. Al llegar abrió la puerta encontrándose con los dos Niños restantes comiendo y viendo caricaturas, pero al verla saltaron de la cama y le dieron un fuerte abrazo.

La castaña se sobresaltó, pero sonrió
—agraciada—ante aquel contacto. La hacía sentir como en casa.

₼Diablillos₼ -Ochako Uraraka-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora