𝐏𝐀𝐑𝐓𝐄 𝟏. 𝐂𝐚́𝐫𝐜𝐞𝐥

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Capítulo 1. No debí salir

Los faros de luz apenas útiles alumbraban el camino de la hermosa chica de cabello castaño claro, de un tono casi rojizo, cobre, verdaderamente un deleite a los ojos, un crisantemo rojo bajo la luz de la luna, uno muy apetitoso.

O eso pensaba el lobo de ojos verdes, complacido con la apariencia de la pequeña Omega, una que sabía que le pertenecía, porque tenía ese olor fresco, ese a belleza, muy parecido al olor de la mujer que un día amo, pero que, lamentablemente, había muerto hace décadas.

Tal vez el mundo se apiadó de él, ella era tan hermosa, y una Omega así de linda debía ser bien cuidada.

La Omega sentía el frío a su alrededor, abrazándose a sí misma, asustada de que sus padres notaran su ausencia, porque ella no debía estar ahí, pero solo quería pasar un rato con una de sus amigas, aunque esa pequeña fiesta no fue del todo desagradable, había terminado demasiado tarde, y ella no se podía permitir otro castigo por parte de sus padres.

Ellos eran muy estrictos, en especial porque ella era una Omega, a pesar de su carácter fuerte y de su inteligencia y astucia, seguía siendo una Omega, y seguía siendo débil físicamente, por lo que no confiaban en ella para cuidarse sola.

Porque cualquier Alpha podía aprovecharse de ella, incluso de su celo.

La pelirroja a penas noto un olor a Alpha, uno fuerte, la ponía a temblar, nunca había olido a un Alpha, su instinto le decía que huyera, lejos, lo más lejos que pudiera.

Sus pies amenazaban con huir, sin siquiera tener la oportunidad de respirar, el Alpha de ojos verdes apresó a la pequeña Omega entre sus brazos, absorbiendo su olor a fertilidad, ese de todas las omegas, pero esa era especial, no solo olía similar a su compañera fallecida, sino que además se veía similar.

Un chillido de terror fue lo que abandonó la boca de la chica, antes de luchar contra el olor químico que buscaba adormecerla, no quería, no debía dormirse, no debió salir de su casa, y ahora, se arrepentía profundamente de no haber prestado atención a los consejos de sus padres.

•~🐺|🖤|🐺~•

La Omega abrió sus ojos azules de golpe, al no sentir el cómodo olor de su habitación, al sentirse asustada y sudando en ese lugar frío y con un olor ajeno, que la hacía temblar de terror.

Se volteó para ver quién estaba a su lado, un hombre de cabello castaño y ojos verdes, que la miraban con una sonrisa turbia, lasciva.

Quería vomitar, su cuerpo se preparaba para huir, no sabía a donde, pero lo único que sabía era que tenía que salir de allí.

- Buenos días, linda Omega - su sonrisa turbia la asustó más allá de sus ojos poco cuerdos, la manera en la que la veía, como si quisiera comerla, la hacía querer vomitarle en la cara.

- Q-Q-Quien... ¿Quién eres? - se alejó despacio, buscando algo para defenderse, en cualquier momento, de ese tipo, estaba loco, podía verlo en sus ojos.

- Tu pareja, mi nombre es Bartek - sonrió intentando tocar el cabello rojo de aquella linda Omega.

- Tú no eres mi pareja - la Omega retrocedió, no podía hablar con su loba, estaba bloqueada, aun así sabía que era su pareja, su pareja no podía ser un tipo así de loco y obsesivo, ¿Verdad?.

- Eso no lo decides tú, linda - se levantó y aprisionó a la Omega contra la cama, ella quería huir, y le molestaba bastante que no entendiera que ella era suya - Mi pareja murió hace décadas, eres exactamente igual a ella, entonces, pequeña, seas mi pareja o no, eres mía, una Omega para mí, el mundo se llevó a mi pareja y ahora tú vas a reemplazarla - tocó su pálida cara - Eres casi tan hermosa como ella, supongo que es justo que seas una Omega, dado ese mal carácter - la pequeña loba mordió la mano de ese tipo, alejándose de él - ¡PUTA PERRA! -.

La Cárcel Del LoboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora