Una hermosa chica de cabello azul peinaba tranquilamente una muñeca, una idéntica a ella, era tan suave y de una porcelana tan fina. La vieja canción de cuna la calmaba, la alejaba de todos esos gritos de terror que se escuchaban a lo lejos en el palacio, esas súplicas y ruegos a las que estaba tan acostumbrada, tanto que ya ni la excitaba.
Uno de los sirvientes corrió en y abrió la puerta de la habitación estrepitosamente, pero la chica solo siguió cantando mientras peinaba a su muñeca.
- Duerme, dulce amor, duerme, pequeño sol, en tu cuna están mis manos, mis manos te van a cuidar, aunque re hieran, aunque sangres, aunque te asfixien y no puedas respirar, recuerda, dulce amor, recuerda, pequeño sol, mamá siempre te amará, incluso cuando tú ya no lo hagas más -.
- M-Mi señora - la joven paró su canción y volteó a ver al hombre - Se despertó -.
Ella sonrió.
Eso explicaba los gritos.
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La pequeña Omega se acercó a la puerta de su habitación, no pensaba tocarla, pero tenía que encontrar la forma de salir de allí, lo mejor para ella era ganar el favor del Alpha, tal vez la dejaría deambular por la casa, entonces podría encontrar una forma de escapar.
Ser indiferente con él no servía, así que era mejor para ella complacerlo y no hacerlo enojar, si resultaba herida sería más difícil escapar luego.
Buscó con la mirada algo para lanzar a la puerta, si hacia ruido tal vez alguien vendría. Agarró un libro viejo, parecía una especie de libro de historia antigua, iba a lanzarlo, pero cuando vio el título prefirió guardarlo, los libros podrían ayudarla a escapar. Entonces tomó una lámpara y la lanzó contra la puerta, está se rompió y causó un horrible sonido.
La Omega tapó sus débiles oídos, tenía una audición desarrollada, pero ese lugar también estaba aislado, aún así, pudo escuchar un montón de pasos y gritos en el corredor.
Se apresuró a recoger la lámpara, solo se había roto en la mitad y la tela se había quemado, por lo que la ocultó y corto parte de su mano con un abre cartas, esparció la sangre por su brazo y empezó a gimotear cuando escuchó como abrían la puerta.
La puerta fue abierta de par en par, lo primero que vio fue la mirada preocupada de ese Alpha castaño.
"¿Y a este que carajo...?"
Ni siquiera pudo terminar de formular esa pregunta en su cabeza, puesto que Bartek la tomó entre sus brazos y se apresuró a ponerla sobre la cama de forma delicada, tanto como si hubiese sido gravemente heridas y estuviera al borde de la muerte.
Jankiel soltó risas entre dientes detrás del Alpha que salió corriendo a penas escucho que la puerta había sido tocada, que probablemente algo o alguien salió herido.
"¿No que no le importaba la Omega?"
Pensó que ella era más inteligente de lo que parecía, mientras que su amigo la cuidaba y gritaba para que atendieran el brazo de la pelirroja.
Aunque en realidad sólo tenía un tajo en su mano que había sido hecho de forma obviamente intencional. Claro que para él era motivo de muerte.
Los sirvientes de la mansión no sabían que hacer con el Alpha enfurecido frente a ellos.
- ¡¿Como carajo puede ser tan difícil cuidar a una Omega?!, ¡SIMPLEMENTE TENIA QUE CUIDARLA, MONTÓN DE INCOMPETENTES! - Más que sus palabras, su tono furioso era lo que los hacía temblar de miedo.
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La Cárcel Del Lobo
WerewolfMayra siempre obedeció a sus padres, a pesar de su conducta terca y rebelde, su instinto la hacía obedecer, no tenía más opción, era una Omega. Pero ella decidió desobedecer una vez. Una tan sola vez quería una probada de la libertad que tendría cua...