𝐂𝐚𝐩𝐢𝐭𝐮𝐥𝐨 𝟐. 𝐄𝐬𝐚 𝐎𝐦𝐞𝐠𝐚 𝐬𝐞𝐫𝐚́ 𝐮𝐧 𝐩𝐫𝐨𝐛𝐥𝐞𝐦𝐚

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La Omega pelirroja quería fingir que era ciega, tal vez sorda o mejor, un maldito cadáver. Se negaba a comer lo que sea que le ofrecieran, no sabiendo que podría tener una droga para inducir su celo.

No podía bajar la guardia y lo sabía, a pesar de que su estómago gruñía por el hambre, su instinto le decía que no podría estar segura dentro de esa casa, jamás.

Bartek estaba perdiendo la paciencia, estaba tranquilamente sosteniendo una puta bandeja como si fuera una sirvienta, ofreciéndole a la Omega testaruda un desayuno nutritivo.

- Pedí que un doctor lo revisara - Mayra lo vió, sus ojos mostraban interés - Oí por ahí que los omegas necesitan una alimentación específica, algo de que son delicados y eso - y un grano en el culo, quería decir también.

La pelirroja miró la bandeja, el desayuno era bastante saludable, una porción de chía con yogur, otra porción de frutos secos, además de un vaso de agua y jugo de arándano. También había un plato redondo con melón, manzana y piña.

- Tienes que cuidarte bien, no vas a poder salir mucho, así que es mejor que hagas ejercicio aquí, habrá una doctora para ti que te dará una rutina de ejercicios y alimento - el Alpha dejo la bandeja sobre la cama y se rascó la nuca incómodo, no le gustaba eso de tener que tomar tantos cuidados con la Omega.

Janica se cuidaba sola, era independiente, pero los omegas eran demasiado dependientes de sus Alphas, y no quería tener que soportarla de esa forma.

Si se portaba bien no le molestaría consentirla, pero odiaba a las personas pegajosas.

Mayra observó detenidamente la bandeja y la expresión del Alpha, tomó la bandeja que estaba a los pies de la amplia cama y la dejo sobre sus muslos, cubiertos por las sábanas.

- Gracias... Mmm... Alpha - sabía que para él sería una falta de respeto llamarlo por su nombre, prefirió llamarlo por su rango.

Bartek tuvo que mirar a otro lado, rogando para que ningún tipo de sonrojó atacará su rostro.

Nunca nadie lo había llamado Alpha de una manera tan dulce, con una voz tan suave, la miró un segundo, su cabello rojo, algo despeinado, tenía los ojos un poco rojos, y se veía tan tierna, tan hermosa, haciendo muecas mientras olfateaba la comida.

- Eh... Gracias por la comida... Eh... Por lo general como sola - la Omega parecía apenada mientras pronunciaba esas palabras.

- ¿Me estas echando? - su ceño fruncido hizo temblar a la Omega.

- ¡No!, Eh... No es que... No me siento cómoda... Porque... No estoy acostumbrada a... - el Alpha resopló saliendo de la habitación, cerrando la puerta tras de sí de forma violenta.

Mayra suspiró cuando se fue, al fin un poco de paz. Se alegraba de que tal vez ese Alpha no notará nada fuera de lo normal, reviso el cúter que tenía bajo el colchón, le sería útil en algún momento.

Observó la comida, le parecería tierno, hasta consideraría darle las gracias sinceramente, si no fuera porque esa comida era la que se suponía debían comer Omegas, más específicamente, los Omegas que eran criados para ser vendidos, porque eran comidas que ayudaban al olor y a la flora bacteriana de la vagina.

Con eso ya tenía más que clara las intenciones del Alpha.

Solo la veía como una especie de reemplazo de su antigua pareja, solo porque eran parecidas, ¿Si quiera eran compañeros?, No lo sabía, y no importaba, tenía que salir de ahí antes de que él intentará algo.

Porque sabía que él nunca la iba a amar, no si amaba tanto a otra mujer incluso muerta, no quería vivir así, se negaba.

Iba a huir y a ser libre por una maldita vez en su vida.

La Cárcel Del LoboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora