Capítulo X: ¿Zúrich?

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¡¡¡Atención!!! Contenido explícito +18
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Rodeadas de copas a medias, botellas esparcidas, colillas de porros, cojines por doquier.

¿Escenario romántico? Hay mejores, aunque los alrededores resultaban secundarios con tanta tensión sexual.
La pregunta de Sam me dejó sin iniciativa ¿ahora qué sigue? Yo quería, ¿ella quería? Sí, claro que quería.


La empujé con mi cuerpo aprovechando que bailábamos, rozándola con mis caderas mientras besaba su cuello, lento y de abajo a arriba, seguía por la parte de atrás de su oreja, luego su lóbulo y solté un pequeño mordisco que desató un discreto gemido, le susurré al oído ¿sigo? y el sí más sexy de la costa este se escapó de entre sus labios.

La tomé fuerte por la cintura, besé sus labios con hambre y buscaba con mi lengua la suya, allí estaba, esperándome. Recorría con la punta de mis dedos sus brazos, hombros, hasta llegar a su espalda que se arqueaba dando sensación de peligro.

Le agarré el pelo sutil y firmemente, ella agarró mi culo, con la otra mano le desabroché el sostén sin todavía quitarlo, ella me empujó contra el librero, sonreí entre el furor y la adrenalina de sentirla cerca; me besó fuerte y me quedé con su labio inferior. Rápidamente cambié de posición para atraparla con mi cuerpo, me quitó la blusa, yo no llevaba sostén, observó mis pechos con una mirada nueva, los tomó tierna y los besó, de un pezón a otro, los chupaba, mordía, halaba, podía hacer conmigo cuanto quisiera, ya estaba muy mojada, podría acabar con solo sentir sus lengua sobre mis pezones y estaba cerca, lo notó por mi respiración agitada, se separó para acercarse a mi cara, mirarme como dueña del momento y decirme: todavía no.

Me encendió el hecho de escucharla. Le quité la camiseta que llevaba, retiré su sostén, su torso desnudo era mejor de lo que imaginaba.

Ahí estaban, los miré vacilante, me acerqué otra vez a su cuello y agarré sus pechos para estimularlos con mis dedos, sus pezones se tornaron como roca en pocos segundos, otro gemido, éste menos tímido, mordía y besaba su cuello, ella agarraba mi nuca y buscaba mi boca, yo con una mano trataba de desabrochar su pantalón, ella apretaba mi culo con furia, logré desabrochar el botón de su pantalón para escabullir mis dedos entre la mezclilla, encontré sus bragas sedosas, toqué a fondo y estaba empapada, me excité aún más. Sam mordió mi cuello, que bien se sintió, y la oí decir un sí desgarrador cuando tocaba su clítoris.

No quería que ella acabara tan pronto, así que saqué mi mano de entre sus piernas. Me miró mal cuando lo hice; reí.

Se pondrá más interesante. – dije –

Le di una vuelta como si estuviéramos bailando para tirarla en el sofá. Retiré sus pantalones, solo le quedaban las bragas pero la quería hacer esperar.

Besé sus pies, tobillos y todo lo largo de sus piernas dejando diminutas huellas. Deslicé mis manos por sus muslos para encontrar una imagen perfecta; besé sus muslos por fuera y por dentro, me acercaba a su ingle y la miraba, ella cerraba sus ojos y respiraba acelerada, besé su pubis por encima de sus bragas e iba bajando los besos a su centro mientras bajaba también sus bragas.
Me deshice de la tela, la observé, con su ropa natural, una imagen que deseaba y se había cumplido, verdaderamente una diosa.

Pasé mi lengua por ella completa, lamiendo sus labios, su punto máximo de placer, saboreándola toda, contemplando lo que mi lengua le provocaba. Sam agarraba mi pelo y empujaba mi cabeza contra su intimidad buscando fricción.

Seguía lamiéndola entera, pasaba mi lengua alrededor de su centro, la penetraba con ella, jugaba a que lo disfrutara y eso decían sus gemidos cada vez menos discretos. Sin más preámbulo me concentré en su clítoris a la vez que le introducía un dedo, la lamía en círculos y zetas, la penetraba un poco más rápido, no fue suficiente y su respiración se hacía entrecortada, gemía alto, me apretaba fuerte contra ella, le introduje otro dedo y la penetraba con más fuerza, la sentía cerca.

Sus gemidos eran escandalosos, seguía penetrándola duro, mordía su clítoris y lo presionaba masajeándolo, hasta que la sentí desprender la carga y gemir como nunca antes, había llegado al orgasmo. Tomé su jugo para guardar su sabor, besé su boca para que también se degustara.

Se iluminó una sonrisa en su rostro, me miró con picardía y al recomponer su respiración se sentó a horcajadas sobre mi. Susurró a mi oído:

- Ahora te voy a follar como nadie lo ha hecho antes –

No pude evitar que una sonrisa tonta se formara en mi rostro, aunque ya estaba muy caliente, sus palabras me elevaron a mil.

Nos besamos tanto que sentía los labios desgastados, eran besos de excitación, deseo, de espera eterna. No paraba de tocar su espalda, la arañaba un poco y ella se agarraba a mi nuca. Con una mano empezó a explorar mi torso desnudo. La llevó a mis pantalones que aún estaban abrochados, la ayudé a safarlos de mi cuerpo. Cambiamos de posición pero seguía abajo, lo que en la alfombra del salón y rodeada de cojines. Seguíamos con los besos pero necesitaba urgentemente que me tocara allí, donde me latía mucho el placer.

Le agarré el culo clavándole las uñas y le dije:

- ¿Qué esperas para hacerlo?

- ¿Quieres que te toque? Te puedo hacer rogar.

- Eres tan pervertida y tan caliente. Si me tocas sentirás que ya estoy rogando.

Y tocó mi ropa interior mojadísima, frotaba con sus dedos mi centro por encima de la tela. Me hizo soltar un joder desesperado, se deshizo de mis bragas para tocarme a su antojo, nos mirábamos muy fijo, sus pupilas estaban dilatadas mientras me masajeaba con un gusto que hacía mi boca entreabrir.

La sentí meter dos dedos, me penetraba con fuerza, yo mordía mi labio inferior y cerraba los ojos pero podía sentir su mirada fija. Sus dedos se movían rápido adentro y afuera, no le bastó e introdujo otro dedo, a mi me encantó, ya casi estaba por explotar. Sus movimientos continuaban bruscos y lograron que me corriera.

Sacó sus dedos cuando sintió que terminaba, recogió parte del líquido con ellos, los pasó por mis labios para dejarlos mojados y me besó lamiendo ese jugo.

La noche se fue follando, me recorrió entera y yo a ella. Nos despertamos al día siguiente en la misma alfombra llena de sexo, cuerpo con cuerpo, caricia con caricia. Pasábamos de ser bestias salvajes a animales indefensos. Teníamos marcas por todo el cuerpo, sin arrepentimientos, puro placer.

El día se gastó entre sonrisas de complicidad y muchos besos de diferente tipo. Fue perfecto hasta que sonó el teléfono de Sam, la llamaban desde Zúrich.

🏳️‍🌈El arte en nosotras🏳️‍🌈 [Completa] 🔞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora