Capítulo VIII: Fue un error

857 73 9
                                    

- Sam, tranquila. ¿Qué pasa? – Sam lloraba sin consuelo y sin decir una palabra –

Me senté a su lado, solté la casa redonda y plástica en que vivía Pepe en el piso. Sam me miró a los ojos y lloraba aún más, se lanzó a mis brazos, solo atiné a apretarla fuerte mientras sentía sus lágrimas caer por lo largo de mi cuello para perderse bajo mi blusa, a la vez que le acariciaba suavemente el pelo. Logró calmarse un poco, se separó de mi, me volvió a captar en sus ojos cristalinos y enrojecidos, sequé sus lágrimas con ternura.

- ¿Quieres un poco de agua? – asintió –

Le traje un vaso con agua, la tomó y volvió a abrazarme, esta vez fue un abrazo de agradecimiento, fugaz, leve.

- ¿Necesitas hablar? – le pregunté –

- No, necesito despejar mis pensamientos. – dijo entre sollozos -

- El remedio que tengo es ver una peli, ¿te apetece? – se encogió de hombros y asintió –

- Vale, acompáñame.

La llevé tersamente de la mano hacia mi habitación donde tenía la laptop, la dejé recostada en mi cama en lo que hacía unas palomitas al microondas y tomaba dos latas de Coca-cola. Al regresar su cara triste me derritió.

- ¿Prefieres una de acción, de esas que desprende adrenalina o una comedia en la que al protagonista siempre le pasan cosas absurdas? – lo decía tratando de actuar con gestos -

- Una de acción, pero de esas en las que rompen cosas o golpean cosas. – dijo sin ánimos -

- Ah, chica ruda, tengo la ideal. – le guiñé un ojo pero nada parecía animarla, nunca la había visto así, devastada -

Busqué la primera película de Rocky y la vimos. Finalizó la película, Sam comenzó a hablar con pena:

- Lloro porque mi vida es un desastre, ni siquiera tengo las cosas claras, no se que me pasa. – llevó una almohada a su cara -

- A veces la tormenta ayuda a poner orden, no lo veas como lo peor del mundo, visualízalo como un cambio necesario. – le quité la almohada -

- Me das la tranquilidad que tanto he añorado, la seguridad que no tengo y un miedo terrible. – lo dijo con una seguridad misteriosa, tan sincera que tuve que preguntar extrañada -

- ¿Miedo?

- Miedo porque dudo de mi, porque pensé que lo tenía superado y creía que estaba bien.

- Sam, me estas asustando, déjate de claves secretas y háblame, a lo mejor te puedo ayudar. – le dije con firmeza, jamás la había escuchado hablar así, era una versión que no conocía, una tristeza que no concebía, me apretaba el alma -

Se sentó en la cama y yo frente a ella, no entendía la situación. Alzó su mano derecha para acomodar un mechón de pelo tras mi oreja, ese simple toque recorrió mi columna vertebral como un calambrazo. Podía sentir su mirada pesada sobre la mía. Se acercó tanto a mi cara que las puntas de nuestras narices se tocaron, por un breve momento pensé que no me podría resistir y la besaría; sin embargo ella ladeó su cabeza y presionó sus labios contra los míos, me quedé en shock, sentí su suave toque y se separó tan rápido que no pude ni reaccionar, tenía mis ojos aún cerrados, ¿acaso era un sueño? Abrí las ventanas oculares para encontrarme a Sam llorando a mares.

- Lo siento, lo siento, lo siento, lo siento. – repetía Sam sin parar mientras se levantaba de la cama y empezaba a caminar como desorientada –

- No pasa nada Sam, no lo sientas. – traté de consolarla -

- Corté con mi novio, no le hallo sentido a la relación, es tan difícil con él. Nunca había tiempo para salir ni al cine, o para hacer otra cosa fuera de lo escolar. Ya ni siquiera follábamos. – no podía creer que alguien teniendo a aquella diosa no se la follara, debería de ser castigado por tal pecado capital – Siento haberte besado, haberte utilizado, no te lo mereces Carol, lo único que haces es portarte genial conmigo y siempre estas cuando te necesito.

- Olvida el beso, no pasa nada. No me utilizas, al contrario, me gusta acompañarte y consolarte si lo necesitas, puedes contar conmigo Sam.

Acto seguido me levanté de la cama y caminé hacia ella, tomé su cara con ambas manos para que encontrara mis ojos marrones, su azul cristalino seguía triste, húmedo, sin consuelo.

- Estoy aquí para ti, no me utilizas, te has convertido en una de las personas que más aprecio en tan poco tiempo. No quiero que sufras por un tipo que no te supo cuidar ni atender como te mereces. Si quieres un abrazo aquí me tienes y si quieres un beso, ese si te lo cobro pues ya llevaste la muestra gratis. – le dije y le saqué una pequeña sonrisa –

- Gracias Carol. – me abrazó fuerte y se lo devolví –

Pasamos el resto del día viendo la saga de Rocky, sentía a Sam cada vez más cerca, se quedó dormida a mi lado pero no lloró más.

Llegó el sábado y fuimos al supermercado, a la librería, hasta al estanco; podría ir con ella caminando hasta Valencia si fuese el caso. Nos fuimos adaptando a la convivencia mutua, poco a poco, sin prisas. Muchas veces íbamos juntas a la facultad en mi moto, era casi tradición, aunque la sensación de tenerla tan cerca y sentir su barbilla en mi hombro era insuperable, nuevo y viejo, me encantaba su cercanía por simple que pareciese. Cada día me enamoraba más de ella, con cada tejido de mi cuerpo. La sombra de Mario seguía latente y yo no tenía más que citas fallidas porque mi corazón entero le pertenecía a ella y ni siquiera se enteraba, sólo éramos un par de amigas. Pronto se cumplirían tres meses de vivir juntas y se acercaba a tres meses de su fecha para marcharse a Zúrich. 

🏳️‍🌈El arte en nosotras🏳️‍🌈 [Completa] 🔞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora