─ ❝Amor mío, cuando miro mi vida y
todos mis crímenes, creo que eres lo
único en lo que acerté.❞ ⇆
Albus regresa al Valle de Godric luego de un par de años. Revive cada mentira, cada momento de su juventud.
Regresa al salón donde una vez Gellert...
Las segundas oportunidades no siempre suelen ser una buena opción para las personas. Muchos llegan a pensar que las cosas que han ocurrido fueron porque tenían que ocurrir. Pero ¿qué sería de los dos, "si no hubiese pasado lo que tenía que pasar"? Probablemente, ninguno estaría ahora en ese lugar, mirándose a los ojos como tanto habían anhelado.
A pesar de todo lo que había pasado en aquellos tiempos olvidados, Gellert seguía siendo como un tipo de obsesión para Albus, una que se clavaba en su mente... a veces sentía que lo estaba olvidando, había dejado de escuchar noticias de él... y justo en el momento donde se convencía que aquellos recuerdos comenzaban a desaparecer, Grindelwald regresaba a su vida. Había intentado sacarlo de su corazón, pero no podía, y tampoco deseaba hacerlo. Le había entregado todo de sí mismo, hace 20 años, en aquél pueblo donde miles de sentimientos habían florecido. Y ahora, recostado en los brazos de Gellert, Albus juraba que ese hombre seguía llenando su cabeza de ilusiones, volvía a confundirlo, e incluso lo elevaba al cielo con una simple caricia.
Todo había empezado a formar parte de ese mundo que los dos, con miles de sueños, habían creado. Ahora, parecía que ninguno de los dos deseaba enfocarse en los planes perdidos; estaban dispuestos a crear un nuevo mundo, uno donde nada importara, donde tan sólo fueran ellos dos.
Los orbes celestes se elevaron un momento; hace tanto tiempo que estaba muerto de ganas por tenerlo entre sus brazos, por fundirse junto a su cuerpo. Dumbledore era capaz de poder olvidarse de su pasado, del pasado de su amado, del pasado que los había convertido en lo que eran ahora. Deseaba empezar de cero, sin importar lo que las demás personas pensaran. Albus tan sólo deseaba que fueran Gellert y él.
—Oye, Albus... —la voz de Gellert había salido levemente ronca debido a su largo rato en silencio. El susodicho lo miró antes de que concluyera con su comentario.
—Ya he escuchado muchos comentarios de disculpa, Gellert. ¿Puedes dejar de hacerlos por un momento? —Albus se alejó un poco de los brazos de su amado, acomodándose de lado en la cómoda cama para quedar frente a frente con el rubio. Grindelwald imitó su acción.
—¿Por qué insistes tanto en que me detenga? Es lo mínimo que puedo hacer —encontró su mirada por un momento—. Merezco que me lances alguna maldición o que me golpees luego de haberte dejado, y de que Ariana... —su voz se apagó de manera imprevista. Albus sintió una extraña punzada en el pecho, y entonces supo que Gellert se sentía igual de arrepentido y culpable que él.
