─ ❝Amor mío, cuando miro mi vida y
todos mis crímenes, creo que eres lo
único en lo que acerté.❞ ⇆
Albus regresa al Valle de Godric luego de un par de años. Revive cada mentira, cada momento de su juventud.
Regresa al salón donde una vez Gellert...
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▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬ Gellert Grindelwald & Albus Dumbledore. ─ ❝AMOR MÍO｡｡｡❞⇆ Nunca te entregaría... porque ya cometí ese error. ▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬
La primera gota de lluvia cayó cuando sus pies llegaron por fin a aquel salón. Estaba solo, completamente desierto, sin nadie que se encontrara bailando y disfrutando como en aquellos hermosos tiempos.
Sus orbes analizaron por un segundo la entrada del lugar, recordando la primera vez que se encontró frente a ésta. Sonrió casi de manera inconsciente, sacando la varita mágica que descansaba en el bolsillo de su pantalón.
—Alohomora —murmuró, apuntando hasta la puerta que parecía cerrada. Al instante, el sólido material se abrió sin problema, e incluso parecía que había sido abierta antes.
Ignorando aquel hecho, Albus se permitió entrar hasta el lugar silencioso. Sus ojos pasearon por cada rincón del salón, analizándolo con cierto cuidado mientras la puerta se cerraba a sus espaldas.
El lugar carecía de iluminación. Parecía que la oscuridad, aquella donde muchas veces se había encontrado, reinaba en ese pobre terreno. Lo único que lo salvaba era la fina luz de la luna que se colaba por las delgadas ventanas que tan bien recordaba.
Todo era oscuridad en un inicio, pero cuando se permitió comenzar a recordar, Albus juraba que podía ver todo tan brillante. Podía ver las mesas completamente alineadas, adornadas con aquellos divinos manteles. Después miraba al otro extremo y había los platillos que probaron, junto con las flores que alegraban la velada. Y así, al dirigir su mirada hasta un rincón más oscuro, juraba que podía ver las pequeñas velas encendidas, la música colándose por sus oídos, y dos jóvenes que bailaban abrazados, dejándose envolver por la sensación, la calidez; dejándose envolver por todo lo que sentían y, sin embargo, nunca pudieron repetir.
En ese instante, Albus se preguntaba por qué las cosas habían terminado tan mal para ambos. Se habían prometido estar juntos. Gellert le había prometido que nunca lo dejaría... ¿y dónde estaba ahora?
Observando detenidamente el lugar, Dumbledore se encontraba perdido; perdido completamente en sus viejos recuerdos, en sus propias cavilaciones, cuestionamientos recurrentes y arrepentimientos.
Era como si tuviese un temblor que se ahogaba por completo entre sus manos. Había un nudo en su garganta, que terminaba por apretarse en sus pulmones, mientras que el corazón bombeaba fuego de ansiedad mezclado con la melancolía en sus venas.
