Capítulo I - Oscuridad y Silencio

378 15 4
                                    

Qué extraño, por un momento me pareció que estaba en otro lugar, esa canción... no puedo dejar de repetirla en mi cabeza... todo es oscuridad, y el ruido lejano de lo que parece un tren.

No puedo abrir mis ojos, me duele mucho la cabeza y el cuerpo ¿Qué pasó? lo último que logro recordar es el aroma de la comida y las risas de algunas personas que me rodeaban, la luna sobre el agua, luego todo es confuso, me duele el pecho al respirar y escucho un extraño zumbido ¿Estaré muerta? ¿Es este acaso el cielo de los moluscos?

Voz extraña: Oye, ¿estás viva? háblame

Que voz más misteriosa, no logro entender bien su acento, pero creo que intenta comunicarse conmigo, no quiero abrir mis ojos, tengo mucho miedo y una sensación horrible de soledad.

Voz extraña: Despierta de una vez ¿Dónde dejaste tu arma?

¿Mi qué? ¿de qué rayos habla esta persona? abro los ojos y lentamente una figura se materializa ante mi, se trata de un calamar de edad avanzada ¿de dónde nos conocemos?

Aquel calamar se presenta como el Capitán Jibión, al parecer yo estaba peleando contra uno de sus subordinados y por alguna razón terminamos en el lugar donde ahora nos encontrábamos, pero yo no podía recordar nada, excepto una extraña melodía que no podía dejar de balbucear.

No podía recordar mi nombre, ni quién era o por qué estaba peleando con su subordinada, así que aquel calamar me propuso una tregua momentánea mientras lográbamos salir de aquel lugar, comencé entonces a hacer conciencia de mí y de mi cuerpo, miré mis manos y mis pies, llevaba un uniforme que me hacía pensar en los agentes especiales, conté los tentáculos de mi cabeza para ver que estuvieran completos y probé hablar un poco, pero no logré hacer gran cosa, mi voz se ahogaba por el miedo y el dolor, al no poder proporcionar un nombre para presentarme, el buen capitán me bautizó cariñosamente como 8, no era mi número de la suerte pero sería un buen nemotécnico para recordar un poco quién era yo.

Capitán: No pareces ser mala persona, lamento haber enviado a mi agente contra tí

Yo solamente asentí mientras me ponía de pie y revisaba el resto de mi cuerpo, luego miré a mi alrededor e hice conciencia de que nos encontrábamos en un lugar muy extraño, era una especie de túnel donde había poca luz, mucha humedad y no lograba sentir el viento.

Capitán: Bueno, debemos encontrar una forma de salir de aquí, así que en marcha

Yo asentí y comencé a explorar el lugar, mis piernas se entumecían un poco por el frío y la ansiedad, el lugar no ayudaba para nada, pues estaba lleno de basura, sitios inaccesibles y oscuros, los sonidos eran lejanos e inenarrables, como producidos por los fantasmas de aquellos octarianos de generaciones anteriores que trabajaron en su construcción, pero finalmente pude localizar la entrada y tras de ella un extraño vagón de tren que se encontraba allí estacionado.

Dicen que la curiosidad mató al merluzo, pero, ¿Qué más da? ya estaba allí, así que comencé a explorar el interior de aquel armatoste, era rústico, maltratado, pintado y olía terrible, además las luces estaban en mal estado, caminé por el pasillo hasta encontrar un extraño rastro de algo en el suelo, era tinta, eso podría indicar que alguien más estaba allí, por instinto me sumergí en aquel líquido rosa viscoso y comencé a nadar, comenzaba a recordar cómo hacer cosas y avancé rápidamente en busca de una salida.

Finalmente llegamos a una cámara cerrada donde había más material inutilizado desperdigado por el suelo, el capitán me alertó sobre una posible salida, pero estaba cerrada con llave, me puse de pie sobre una extraña plataforma redonda y una especie de nevera me rodeó, del techo cayó en mis manos un arma para entintar y una corriente de viento me empujó dentro de una extraña habitación

Capitán: 8, debes recordar cómo utilizar el arma, apunta a las cajas y los demás objetos que veas para poder encontrar la llave de la bóveda

¿Que hiciera qué? yo apenas podía recordar cómo caminar y este sujeto quería que corriera por la habitación destrozando todo a mi paso, era un dilema que me llenaba de ansiedad, pero vamos, ya estaba allí, algo en mi interior me decía cómo debía proceder, y eso hice, me dejé llevar de mis corazones y comencé a correr por la habitación mientras tarareaba aquella extraña canción que se me había quedado grabada en la memoria.

Capitán: Muy bien 8, eso es, acaba con esas cajas ¡como en los buenos tiempos!

La energía de aquel señor era ciertamente contagiosa, y me llevó a realizar cosas más peligrosas, como saltar o colgarme de las líneas que había por el techo, fueron varios minutos destrozando todo a mi paso hasta que finalmente di con una caja más dura que las demás, tuve que recargar varias veces antes de poder romperla, y finalmente, esa llave dorada cayó en mis manos.

Capitán: buen trabajo 8, regresa a la bóveda

Pero no hice caso a sus palabras, algo en mí estaba ardiendo y proseguí entintando todo a mi paso, me sentía llena de vida y comencé a gritar cosas sin sentido mientras volaba y disparaba sin control aparente, ¿Qué era ese instinto tan extraño? pero finalmente me cansé y regresé a la entrada, allí esa cosa de nuevo me rodeó y me retiró el arma.

Al regresar el capitán me observó algo pensativo, al parecer mi comportamiento en la cámara donde se hallaba la llave no le dio mucha tranquilidad y en el fondo agradeció que se me retirase el arma, de todas maneras logramos abrir el cerrojo y avanzar por otro pasadizo durante un largo tiempo, caminar al ritmo del capitán era un poco frustrante, en veces me daban ganas de cargarlo pero podría asustarse, así que solamente caminábamos siguiendo la vía del tren mientras él me contaba algunos apartes de su vida, me hablaba sobre algo llamado las guerras territoriales y el comando branquias, era un señor muy elocuente y tenía una historia interesante pero triste a la vez, yo solamente esperaba poder recordar sus palabras en un futuro, pues en ese momento no lograba recordar siquiera el desayuno, o si ya había ido al baño.

Finalmente llegamos a donde terminaba la vía férrea, una enorme cúpula mejor iluminada se abrió ante nuestros ojos y observamos con calma el entorno, al menos aquí se veía todo en mejor estado y el aire era más respirable, un ruido nos alertó, a lo lejos pude observar una extraña y escuálida figura en medio de la plataforma, me acerqué con cuidado y observé que se trataba de un extraño artefacto que sonaba como una campana desafinada, esa cosa comenzó a hablar y me produjo escalofríos.

Teléfono: Bienvenida 10008, mi función es guiarte en tu camino para alcanzar la salida y encontrarte en el paraíso soñado (creo que eso no funcionó, recalculando)

Aquel cacharro comenzó a hablar como tonto y en veces decía algunas palabrotas, pero lo que me hizo entender fue que más allá de aquel lugar había un sitio mejor, donde la vida era más fácil, donde todos vivían tranquilos y el sol iluminaba los días, eso me dio ánimos para hacer lo que él me pidiera y poder alcanzar aquel lugar soñado.

Luego de la conversación, esa cosa me entregó una tarjeta y un dispositivo que tenía unos botones, me dijo que iba a usarlos constantemente, yo no sabía siquiera lo que debía hacer, pero la ilusión de recuperar mis memorias y lograr salir de aquel agujero me hicieron aceptar el reto, entonces me acerqué al capitán.

Capitán: Bueno, será mejor comenzar ¿Cómo vamos a salir de esta estación?

De repente, el silencio se vio interrumpido por el estrepitoso sonido de un enorme armatoste, de uno de los túneles salió un fantasmagórico vagón de tren, estaba bastante vandalizado y algo maltrecho, pero al parecer era nuestra ruta para poder salir de allí

Capitán: eso fue rápido, arriba, agente 8

Abordamos el tren sin pensar en las consecuencias, en ese momento estaba por comenzar una de las aventuras más locas y desesperantes de mi vida, pero tenía a toda costa que lograr recuperar mis memorias, no estaba segura de quién era yo, pero por primera vez pude observar mi rostro reflejarse en una de las ventanas, no me veía mal, aunque la ropa que llevaba dejaba bastante a la imaginación, pero por más que me esforzaba no lograba recordar gran cosa, solamente el vacío, el silencio, la soledad y la oscuridad estaban en mi mente, temí por momentos que iba a enloquecer, debía ser fuerte, me lo debía a mí, y ciertamente al capitán, él fue el único que quiso ayudarme, así que tomé bríos, me limpié las lágrimas, me apreté el vestido y comencé a observar por la ventanilla mientras el tren comenzaba a moverse.

Las Memorias de 8Donde viven las historias. Descúbrelo ahora