Tessa Parnell fue sentenciada a muerte a los dieciséis años de edad.
Condenada a estar en aislamiento hasta cumplir los dieciocho por un crimen que jamás cometió, Tessa pondrá a prueba todo lo que sabe y lo que ha vivido cuando, en vez de ser expuls...
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𝟏𝟓. 𝐐𝐔𝐀𝐑𝐀𝐍𝐓𝐈𝐍𝐄.
⠀⠀Nadie se atrevió a pegar un ojo durante toda la noche.
Todavía estábamos lo suficientemente asustados por el encuentro con los Terrestres en el puente como para salir en medio de la noche en dirección a la nave estrellada. Por lo que, cuando apenas el sol empezó a mostrarse sobre las montañas y el bosque se iluminó, emprendimos el viaje con bolsas negras bajo los ojos, un montón de armas y el sentimiento de desesperanza alojado en el pecho.
Cuando el Éxodo cayó, fui la primera persona a la que Clarke acudió para calmar su angustia. La abracé y consolé, intentando convencerla sin mucho éxito de que quizás su madre no había estado en la nave y no había muerto junto al resto de la tripulación, tal y como sospechábamos. Porque de una explosión así era imposible que alguien quedara con vida.
Los párpados me pesaban y los ojos me ardían.
La escena era desgarradora. Ropa destruida colgaba de algunas piezas de metal que habían quedado enterradas en el suelo, de las turbinas todavía salía humo negro y en el ambiente había un olor desagradable de piel chamuscada. Tal y como esperábamos, no había ni un solo sobreviviente, ni siquiera había un cuerpo que no estuviera quemado hasta los huesos, a excepción de algunos brazos y piernas esparcidos por el suelo.
No pude evitar pensar en lo horrible de sus muertes. En cómo el fuego había devorado cada centímetro de su piel. En si había sucedido rápido, como cuando arrancas una bandita y el dolor llega después. O en si había sido lento, como la leña de las fogatas cuando son consumidas por las llamas, crispando porque no pueden gritar.
Observé a Clarke moverse entre los restos. Lucía desesperada, incapaz de ocultar su angustia por más que lo intentara. Necesitaba encontrar una prueba de que su madre había venido en la nave. O más bien, necesitaba no encontrar nada en lo absoluto.
Bellamy iba a mi lado, sujetando un rifle al igual que yo. Sus ojos estaban entrecerrados y una expresión seria le adornaba el rostro. Una que se suavizaba al momento en el que me veía, aunque no del todo.
—Clarke no debería estar aquí —escuché a Finn decir. Raven, a su lado, hizo un esfuerzo enorme por no dedicarle una mirada cargada de rabia.
—Su madre estaba en la nave —dijo—. Está buscando respuestas.
—No sabemos si iba abordo —reproché, sintiéndome la protectora personal de la estabilidad emocional de Clarke. Raven alzó una ceja, como diciéndome «sabes que sí lo estaba».
—Si quieren ayudarla —empezó ella cuando notó que no iba a responderle—, encuentren una caja negra. Discos duros. Algo que explique porqué la nave se estrelló.
