" 𝑳𝒂 𝑴𝒂𝒈𝒊𝒂 𝒅𝒆 𝑻𝒖 𝑺𝒆𝒓 " ( harrypotter/crossover)[✓]

=Chapter 13: el secreto mejor guardado=

Aclaraciones de lectura:

-Letra normal: dialogo, relato.

-Letra en cursiva: pensamientos de los personajes.

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Capítulo 12: El secreto mejor guardado.

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Él sonrió con nerviosismo.

—Hola, Leah.

—Quién lo hubiera dicho –dijo ella, mirándolo como si fuera un insecto debajo de su zapato—. Que cuando fui a trabajar a su casa, usted terminaría siendo un roba novios.

—Ay, Leah –suspiró el mago—. Yo no te robé a tu novio, te recuerdo que esto no es algo que Sam decidió, sino que fue por causas ajenas a nosotros, además sólo cuando él estuvo soltero, nos hicimos pareja.

—Pero él me dejó antes de imprimar –gruñó, fulminándolo con la mirada—. Y no trates de hacerte el inocente conmigo, que con esa cara de "ángel" que tienes, resultaste ser una zorra inescrupulosa.

Los ojos verdes se angostaron peligrosos y estaba a punto de poner a la chica en su lugar, cuando alguien se le adelantó.

—Leah.

La voz salió como un silbido y llevaba tanto veneno que hasta Harry retrocedió. Sam se colocaba detrás de ella, mirándola como si apenas se contuviera de matarla. Y era verdad, si es que sus puños apretados y el cuerpo temblante eran una indicación. Harry estaba seguro que estaba a punto de cambiar de forma. Él vio que era momento de intervenir.

—No te enojes, Sam –dijo Harry, poniendo una mano en el hombro temblante de su amante—. Ella está enojada y la entiendo.

Leah resopló con desdén a pesar que se notaba que la actitud de su ex la asustaba. Sam le dio otra mirada venenosa y ella retrocedió dos pasos.

—Tsk, hagan lo que quieran. Los maricones deben estar juntos, después de todo.

— ¡Leah!

Harry atajó a Sam, para que no se le tirara encima, pero, sorprendentemente, no era Sam el que gritó, sino el padre de ella, Harry Clearwater. Siendo uno de los miembros más viejos de los Quileutes, Harry sabía la verdad de Sam y el mago. Así que sabía que esa palabra despectiva estaba de más, ninguno de ellos dos habían tenido elección cuando Uley imprimó en Potter, después de todo. Pero, por otro lado, sabía que su hija no discriminaba, sino que estaba verdaderamente dolida.

Aún así, no era justo que se descargara de esa manera.

—Pa-Papá, yo…

—Silencio –silbó el señor Clearwater—. Te vienes conmigo a casa en este instante. –Miró a la joven pareja. –Me disculpo en el nombre de mi hija, Sam, Señor Potter.

—Está todo bien –se apresuró a decir el ojiverde, cuando vio que Sam no parecía calmarse—. Pero creo que es mejor que se lleve a Leah.

El hombre asintió y arrastró a su hija del brazo. Una vez que estuvo lejos, Harry obligó a Sam a que lo mirara.

—Tranquilo, hey, te dije que estaba acostumbrado a este tipo de situaciones.

—Aun así –gruñó.