Capítulo Tres

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—Bien Harry, tu vientre está curado y tus suturas se han disuelto por completo. Todavía tienes que tener cuidado, pero como estás embarazado de nueve semanas todavía te queda un mes antes del segundo trimestre —le dijo Samuel.

—¿Cuándo podremos ver si hay gemelos o no? —Preguntó Sirius.

—Lo íbamos a hacer hoy, tenemos que saberlo cuanto antes para poder vigilarlos —les dijo Matthews—. Deberíamos bajar las luces para que puedan verlo —Samuel bajó las luces y Matthews agitó su varita sobre el estómago y las caderas de Harry. Una imagen borrosa se mostró sobre su estómago y Matthews movió su varita hasta que vieron dos círculos negros con pequeños... frijoles dentro de ellos.

—Parece que son gemelos. Gemelos fraternales, están en sacos separados —dijo Samuel.

—¿Hay alguna manera de averiguar el padre? —Preguntó Remus.

—Sí, asegurémonos primero de que están bien —Remus asintió mientras veían a los sanadores estudiar a los bebés y sus latidos. Después de que les dijeran que estaban sanos, Matthews agitó su varita sobre su estómago y luego la pasó sobre un trozo de pergamino.

—Esto también nos muestra el sexo de los bebés, ¿quieren saberlo o prefieren que lo oculte? —Remus y Sirius miraron a Harry.

—Tratar de decorar y comprar cosas para dos bebés sin género va a ser muy difícil, así que podríamos saber si tenemos dos niños o niñas o uno de cada uno —les dijo Harry.

—Muy bien. Pásale el papel a Harry —dijo Remus mirando como Samuel le entregaba el pergamino a Harry.

—El bebé A es la hija de Remus y el bebé B es la hija de Sirius —dijo Harry con una sonrisa mientras veía como Remus y Sirius sonreían ante la noticia.

—Tenemos hijas. Remus, tenemos hijas —dijo Sirius llorando mientras abrazaba a Remus—. Tenemos princesitas.

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James, Sirius y Remus estaban alrededor de la tumba abierta mirando el ataúd cerrado del tamaño de un niño.

—Esto es enfermizo —dijo Remus.

—Sí. Nunca pensé que desenterraría el ataúd de mi hijo con mi hijo vivo —dijo James mirando hacia la mansión que apenas era visible desde donde estaban en el cementerio familiar.

Todos estaban en casa por las vacaciones y James y Lily habían entregado sus hojas de renuncia a Dumbledore el último día. Su excusa era que necesitaban estar en casa con Harry, que estaba más herido de lo que realmente estaba. Pero no era asunto de Dumbledore el grado de lesión de su hijo, así que no podía cuestionarlo. Harry se instaló en la segunda habitación principal con Sirius y Remus en reposo restringido a pesar de estar completamente curado. También tenía sanadores que venían dos veces por semana y más pociones que las que James recordaba que le habían recetado. Estuvo haciendo preguntas, pero los tres se encogieron de hombros y dijeron que había algo que surgió, pero que no era de riesgo vital.

—Está bien James —dijo Remus notando hacia donde miraba James.

—¿Para qué son las pociones extra entonces? Si no es una amenaza para la vida...

—James. Él está bien. Espera a que se calme y seguro que te lo dirá —James suspiró pero asintió mirando de nuevo al ataúd.

—Vamos a sacar esto —dijo Sirius bajando con ellos, cada uno agarró un asa y luego tiró hacia arriba y fuera de la tumba.

—No puedo creer que esto haya estado sucediendo durante quién sabe cuánto tiempo —dijo James mientras llevaban el ataúd de vuelta a la casa después de cubrir la tumba de nuevo. Entraron en el salón y vieron a Harry acurrucado en el sofá.

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