Their loves

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Las espadas impactando entre sí creaban un sonido increíble que incentivaba a Seungmin a avanzar y avanzar, cada vez más cerca hasta que su oponente cayó de espaldas sobre su trasero, jadeando por el esfuerzo.

Su maestro de defensa suspiró agotado mientras ponía una mano detrás de su espalda y cerraba los ojos con una mueca adolorida. — Eso estuvo bien.

Sonrió engreído porque sabía que estuvo más que bien. Ayudó al hombre mayor a levantarse del suelo y este palmeó su hombro ligeramente.

— No te confíes — de pronto la espada de su maestro apuntó a su pecho haciendo a Seungmin bufar. —. La piedad en una batalla es el peor error que un Rey podría cometer, que nadie te diga lo contrario.

— Creí que habíamos acabado.

— Ninguna guerra acabará nunca hasta que una de las dos partes muera.

Seungmin ladeó la cabeza con expresión socarrona, mostró una media sonrisa que lo hacía lucir tan divertido como amenazante. — Pero esto no es una guerra de verdad. — declaró.

— Y solo por eso — la espada enemiga se alejó de él —, te dejo vivir.

Rodó los ojos con diversión y luego de despedir a su maestro caminó en dirección al despacho del Rey pues había sido notificado por uno de los guardias que su padre lo requería en cuanto terminara su entrenamiento.

En el camino se deshizo del chaleco pesado que lo protegía en las prácticas y dejó la espada a un lado de la armadura posada en el extremo izquierdo de la puerta que daba a la oficina de su padre.

Tocó dos veces antes de que obtuviera el permiso de entrar.

— ¿Me llamabas?

Su padre no levantó la vista del papel en sus manos cuando preguntó con tono uniforme—: ¿Sabes qué fecha es hoy?

Seungmin avanzó acercándose al escritorio de su padre para posarse delante de este y contestar casi formalmente. — Quince de octubre, jueves, si no mal recuerdo.

El Rey levantó la mirada, sus ojos lo veían por sobre sus pestañas con una cansada ironía. Seungmin frunció el ceño.

— ¿Qué? ¿No es así?

El Rey negó, más por rendición hacia su hijo que por una negativa. — ¿Por casualidad no has sentido frío? — interrogó, de pronto se notaba algo curioso.

— No, papá, tú nunca eres frío conmigo, esa es mamá.

El Rey acarició con su pulgar e índice su sien, agotado, dejando de lado el documento y mirándolo sobre sus pestañas con algo de dificultad debido a que algunos rebeldes cabellos blancos se interponen en su visión. — Hablo de la temperatura de tu cuerpo, niño genio.

Seungmin hizo memoria mientras tarareaba. — Supongo que sí — respondió luego de unos segundos, un tanto dubitativo. —, esta mañana, pero es porque duermo desnudo padre.

— Deja ya tu tono obvio.

El Príncipe quiso reír, pero ahogó su diversión.

— Aún no me has dicho para que me llamabas.

— Generalmente es en esta fecha que Hyu joon llega a los herederos para el aviso.

— ¿Quién es Hyu joon?

El mensajero de la muerte.

A Seungmin le recorrió un escalofrío. Dios bendito. ¿Por qué su padre soltaba información fuerte, tan naturalmente? ¿No veía lo extraño de su mención?

In Love With DeathDonde viven las historias. Descúbrelo ahora