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—¿Hace cuánto que trabajas en el casino? — la pequeña mueca que forman sus labios al apretarlos me parece adorable y fascinante.

Bajo la incandescente luz del local, aquel hombre que en un principio me pareció ser exigente y sumamente estricto, desapareció, dejando ver a un ser humano como cualquier otro (bueno, es humano aunque su aura diga que es un dios griego): su rostro es hermoso y nadie puede poner en duda eso; mandíbula perfectamente pronunciada, el lunar que destaca justo debajo de su ojo es sexy y lindo, nariz respingada pero con un montículo en su puente dando anotar que usa lentes,  frente ancha pero proporcionada, cejas pobladas y mejor perfiladas que las mías y prominentes ojeras debajo de esos ojos de ensueño.  Se ve pálido y posiblemente le vendría bien muchas horas para dormir.

«Si tuviese de nuevo 18 años tal vez hubiese sido la idiota enamorada del chico malo en la escuela.
Obvio, yo sería la tonta que no dudaría en caer rendida a sus pies»

Siento su mirada penetrar hasta en lo más profundo de mi alma y carraspeo.

—Hace casi un año —trato de que mi voz suene sin temblorina —Comencé a trabajar una vez que Jisung y yo terminamos la universidad.

—¿Quién es Jisung? —su ceño se frunce pero se recompone al segundo.

—Quokka, mi mejor amigo. El chico bajo que trabaja conmigo —muevo mi mano a la altura de mi cabeza —Es inconfundible que no lo hayas visto en el casino —niega con fervor.

—No visité el casino para ver a alguien que no fueras tu.

Me gusta que sea sincero pero no me esperaba esa declaración mientras bebo de la soda. Casi me atraganto. Toso un segundo para superar la emoción.

—Lo siento. Lamento haberte evitado estos últimos días —bajo la cabeza y me arrepiento al segundo de haber abierto mi bocota.

—Tranquila cariño, es el efecto Hwang —elevo la vista incrédula y lo veo reír por lo bajo.

—¡Oye! —le tiro una papa frita al rostro, pero este continúa siendo inescrutable —¿Qué quieres decir con eso?

—Que tarde o temprano caerías en mis encantos —su perfecto rostro serio no dura mucho tiempo y sonríe de oreja a oreja —Pero ciertamente fuiste bastante complicada, Soo Jung

—¿Por qué lo dice, señor Hwang? —tomo dos papas fritas y las llevo a mi boca, movimiento que mi acompañante no deja pasar.

—Me encanta que me digas señor Hwang —si no fuera por su abrigo quedarían al descubierto mis pechos y lo muy estimulados que ya se encuentran de nuevo. Carraspea y mueve su cabeza a la velocidad de la luz desechando sus pensamientos —Eres difícil de convencer. Nunca antes había mendigado la atención de una mujer y mucho menos para que tuviera sexo conmigo. Fueron casi dos semanas de devanarme los sesos para lograr cautivarte.

«¿Alguien puede decirle que ese pequeño puchero que hace al fruncir su ceño lo hace ver como una linda masita adorable y no como el salvaje hombre que emite sexo con cada movimiento que hace? ¡Dios, su dualidad me mata!»

Un estúpido golpeteo comienza a reaccionar en la parte central de mi pecho y tengo que obligarme a detenerlo. 

«¡No, nada de eso! ¡Solo fue sexo y ya!»

—Lamento no ser como el resto de chicas —mi intención en ningún momento fue sentirme ofendida o enojada, digo, al fin de cuentas terminamos follando en la limusina y eso no es de señoritas recatadas ni bien portadas como dice mi madre; sin embargo, Hyunjin frunce el ceño y en dos segundos lo tengo sentado a milímetros de mi.

Blackjack ~ Hwang HyunjinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora