🍃 We're the Wonder Duo! // [katsudeku one-shots] || PAUSADA

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#RetoLiterauras N°6

✏ Escribe un relato con las palabras: Planeta, camaleón y lágrimas.

► Extra: No hay límite de número de palabras ni de otro tipo.

Créditos a www.literautas.com
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Katsuki era un hombre con serios problemas de ira ―sin contar su carácter tan especial―. Desde pequeño que era así.

A todos le desagradaba, y era perfectamente entendible. Sin embargo, ¿qué podía hacer él? Aquel contratiempo comenzó cuando apenas era un niñato.

Un día, un chico de su misma edad había aparecido de repente en su vecindario. Era realmente hermoso. Manchitas marrones esparcidas por su piel blanquecina hacían resaltar el cautivante brillo de sus ojos esmeraldas, al igual que sus revoltosos rizos, los cuales hipnotizaron a Bakugo. El desconocido infante siempre llevaba unas enormes zapatillas rojas, acompañado de sus coloridas prendas.

La situación era rara, porque nadie conocía al pequeño niño peliverde, y los padres de éste parecían no preocuparse por él; era como si nadie supiese que existía.

El infante misterioso fue el primero en dar el paso. Al comienzo, Katsuki se negó a jugar con él, no obstante, con el paso del tiempo esa negación fue quedando en el olvido.
Por supuesto, su relación amistosa con el joven peliverde no era tan maravillosa; tenía sus altibajos.

Hubo un período en el que el niño de cabellera rubia ceniza le desagradaba y enfadaba a montones la presencia de Deku. Así se llamaba su amigo, Izuku Midoriya. Bakugo se enfurecía tanto al contemplar las actitudes persistentes y valientes por parte del contrario. ¡No lo entendía! No le gustaba que el peliverde lo ayudase. ¿Acaso le veía como alguien débil? ¡Ni hablar!

Los años fueron transcurriendo, pero había cosas que no le calzaban a Katsuki. Cada vez que contenía la oportunidad, o más bien, cuando llegaba el momento de que él y su amigo tomaran caminos distintos, el pecoso volvía a cruzarse por su ruta. Y así pasó por el resto de sus días.

―Oh, vamos, Kacchan ―dijo el de melena verdosa, molestando al mayor con diversión. Estaba sentado en el suelo de la habitación del de orbes carmín.

―¡Joder! ¡Para ya, nerd de mierda! ―le contestó desde su cama.

El de orbes oliva se mantuvo en silencio, pensativo.

―Kacchan... ¿cuándo será el día en que dejes de tratarme de este modo tan agresivo y despectivo, y comiences a respetarme? Y en general, a los que te rodean.

―No lo sé, y no me importa. No tengo por qué hacerlo tampoco.

―Bueno, ya llegará el momento adecuado... ―susurró el pecoso.

―¿Qué has dicho? ―bramó el contrario.

―Que, a pesar de todo, seguiré a tu lado ―le contestó el de orbes esmeraldas.

―Sí, como digas ―refunfuñó el de mechones punzantes. Sabía que era cierto lo que el más bajo le decía. Deku jamás se separaba de él.

...

Tarde de primavera. Los cálidos rayos de sol iluminaban el cuarto del joven de personalidad explosiva. El ambiente era agradable para Izuku, aunque para el mayor no. Este último estaba molesto con el contrario.

―¿Cómo se te ocurre hacer esa mierda? ―le encara el mayor, con su mirada ardiendo a más no poder―. Vamos, sal de ahí, Deku. No eres un camaleón como para hacerte invisible.