El ritual de iniciación

92 6 3
                                    

Narra: Dave

La mañana de el día siguiente me desperté deslumbrado por la luz que entraba por las rendijas de la persiana, eso me recordó a aquellos días en los que mi madre todavía no estaba enferma y siempre que había un día tan soleado como este me levantaba con una gran sonrisa en la cara y me decía “hoy es un día glorioso, mira como brilla el sol, nada puede salir mal en los días como hoy”, todos los días soleados lo  hacía…, pero últimamente ya no hay días gloriosos, por mucho que brille el sol. Al pensar en eso no pude evitar ponerme melancólico, añoraba aquellos tiempos en los que a pesar de todo éramos felices…, pero bueno, ¿a caso sirve de algo estar triste?, ¿A caso le importa a alguien como me sienta o lo que desee?, lástima que la respuesta fuera no, pero daba igual, hoy tenía algo mucho más importante en lo que pensar, hoy tenía que ir a hacer aquel supuesto “ritual de iniciación”.

Fui al armario para cambiarme de ropa (puesto que sin darme cuenta me había quedado dormido con la misma ropa de ayer) y al abrir las puertas del armario un horrible olor se me vino encima, joder, eso olía a muerto, y nunca mejor dicho, se me había olvidado que al final había guardado allí la caja con la piel de ese tío, saqué la caja, me tape la nariz y la boca con la manga de la chaqueta de chándal que llevaba y la abrí, con la otra mano saque la piel y la tire sobre el suelo de mi habitación dejando a la vista el tatuaje. Esta vez me fije bien en el, la ultima estaba tan nervioso y asqueado que ni ganas había de mirarlo, pero ahora podía ser clave y me di cuenta de que el segundo 1 de el tatuaje (era un 11) por la parte inferior no estaba completamente negro, al igual que en el primer 1, este tenía como rallas, me recordaba a un código de barras, y el enorme corazón…, ni idea de lo que podía significar…

Finalmente volví a guardar todo eso en el armario y me vestí. Rebusque por las sabanas de la cama el papel que me había dado el jefe de la banda, pero no lo encontraba, por un momento el corazón me empezó a latir más deprisa, no quería ningún otro “recordatorio” ni nada, me agache y mire debajo de la cama, ya allí estaba, uf…, por un momento pensé que lo había perdido. Lo agarre y me senté un rato en la cama, no quería ir a aquel lugar, no estaba preparado, pero debía hacerlo y cuanto más pensara en ello sería peor, así que simplemente me levante de la cama y salí de mi habitación, mi madre seguía en su habitación, supongo que si todavía no había salido seria porque estaba durmiendo, así que simplemente me fui de casa, este vez sin dar ningún portazo para no despertarla.

Y sin pensar demasiado emprendí el camino hacia mi destino, lo que me esperaba no era muy agradable pero no sé porque no podía evitar sentirme algo más feliz de lo normal, el sol brillaba y eso me recordaba a los buenos tiempos, así que simplemente camine sin preocuparme demasiado por lo que me podía esperar.

Y al fin llegue, y me sorprendió el hecho de que la dirección era la de un lo cal que parecía haber sido una vieja tienda, todos los cristales habían sido pintados con espray negro desde dentro, así que no se veía nada de lo que había en el interior, y de pronto el sol dejo de brillar para mi, volvía a estar asustado, simplemente abrí la puerta y entre. Por dentro parecía un viejo salón de tatuajes, la verdad es que era bastante bonito, no estaba destartalado ni mugriento como yo me esperaba, todo estaba limpio y en su lugar, en el centro había una gran butaca donde se sienta la gente que va a ser tatuada, y al fondo una mesa con un montón se utensilios para tatuar, a un lado habían unas sillas, y en ellas estaba sentado el mismo tío que estaba en la puerta del basurero, esta vez llevaba una botella de whisky en la mano, y le había dado un par de tragos.

- Supongo que vienes a hacer el “ritual de iniciación”, ¿no es así?- Dijo el tío.

- Así es- No sé porque pero ese tío me transmitía algo de confianza a pesar de sus pintas tan extrañas.

Tenía un bigote a lo Dalí y llevaba una chupa de cuero, parecía un par de años mas mayor que yo pero su actitud era la de un viejo que ya ha vivido demasiado, llevaba pantalones cortos pero uno calcetines que le llegaban a las rodillas y un calzado de ir a la montaña.

- En ese caso ya te puedes ir sentando- Dijo señalando a la silla de el centro de la sala con la botella de whisky.

- ¿Me va a tatuar?- Pregunte, y en ese momento se me vino a la cabeza el tatuaje de aquel tipo y lo que ponía en la carta de que yo esa “el nuevo número 11”.

- ¿Qué te crees que es sino el “ritual”?- Dijo como si resultara obvio.

- Así que esto es el ritual- Dije para acabar de aclarar las cosas.

- Anda siéntate ya en la silla-

Eso hice, el se fue a la mesa donde estaban todas las cosas de tatuar y las preparo, cogió un lápiz y se acerco a mí.

- Quítate la camiseta hombre, ¿Es que tengo que decírtelo todo?- Dijo intentando parecer irritado, pero estaba más bien contento.

- ¿No pensaras tatuarme tú tan borracho como vas?-

- Pues claro, ¿no sabías que el alcohol fomenta la creatividad? Jajaja- Dijo divertido dando un trago, aun que justamente eso no es que me tranquilizara demasiado, la verdad es que parecía que ese ya no tocaba, se había bebido media botella, aun así yo me quite la camiseta y me puse como el me dijo, acto seguido empezó a trazar líneas en mi espalda con ese lápiz, estuvo unos 5 minutos y en cuanto acabó gritó.

- ¡Oh dios mío, ni la mismísima diosa URI¡, menuda obra de arte que acabo de hacerte en la espalda chico, ya puedes estar orgulloso, y ahora, hagamos que perdure por siglos- Dijo mientras cogía la maquina.

- ¿No podría ver esa gran obra de arte antes de que pase a perdurar por siglos?- Dije para ver el futuro que le deparaba a mi espalda.

- ¡No!, inconcebible, normas de el artista- Dijo ya apenas sin pronunciar bien las palabras, la verdad es que no me fiaba nada.

Fue a acercar aquella puntiaguda aguja inyectada en tinta a mi piel, cuando me dio un escalofrió, estaba nervioso, y el tipo lo notó.

- ¿Es tu primera vez eh?- Dijo con aire comprensivo

- Si- Respondí.

- Sssh- Me acaricio la cabeza – Tranquilo, todo va estar bien- y sus ojos se abrieron como platos. ¡Ay madre lo que me esperaba¡

- ¿Quieres que te cuente un secreto para que no te duela? Tomate lo que queda- Dijo ofreciéndome la botella de whisky. No me parecía muy buena idea quedarme borracho en un sitio como este, así que simplemente dije.

- Creo que lo voy a poder soportar solo, gracias-

Y entonces empezó a tatuar, paso un buen rato, la verdad es que aguanté bastante bien el dolor, al final ya ni lo notaba, y a aquel hombre le había cambio totalmente la cara al empezar a tatuar, estaba concentrado y parecía totalmente sobrio, no como al acabar, a la que dejo de tatuar cualquier rastro de sobriedad se borro de su cara y grito:

- Ya esta, chico, te puedo asegurar que tu espalda es una belleza ahora mismo, solo le falta… ¡Ah¡ ¡Ya sé¡- Y escupió en mi espalda.

- Bautizao- Dijo riéndose tanto que casi ni se mantenía en pie.

- ¿Lo puedo ver ahora?- Dije lleno de curiosidad por ver como estaba mi espalda.

- No.- Respondió intentando poner vos de monstruo o yo que sé, el caso es que ese tío no se paraba de reír. – Ya lo veras al llegar a casa. ¡Puedes irte¡-

Me levante, me puse la camiseta y me dirigí hacia la puerta pero antes de salir pregunté:

- ¿Cómo te llamas?-

- No lo sé, pero la gente me llama Max- Pero esto no lo dijo riéndose.

- Adiós Max- Dije, y me fui.

Volví a casa a paso ligero, estaba impaciente por ver mi espalda. Al fin llegue, fuí al baño me quite de nuevo la camiseta y ¡Oh dios mío lo que me había hecho Max!

BLOODY VENUSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora