El entrenamiento

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Dormía plácidamente cuando de pronto, el sonido de un golpe seco me despertó, asomé la cabeza por la litera y vi a Leo desplomado y gritando.

-Todas las mañanas igual. ¿Es que no aprendes nunca? - Dijo Wambo mientas se desperezaba. Al parecer, el ruido nos había levantado a todos.

- ¿Qué quieres que le haga? No puedo controlar lo que hago mientras duermo.- Dijo acariciándose el codo con la mano, parecía que se había dado un buen golpe.- Además, gracias a mí no necesitamos despertador.- Y exageró una sonrisa.

- ¿Qué hora es?- Pregunté.

- Las 8, tendríamos que irnos preparando para tu entrenamiento de esta mañana.- Respondió Wambo mientras se levantaba de la cama y buscaba su ropa en la estantería.

Pegué un salto para bajar de la litera, cuando me di cuenta de que ya iba vestido, así que me agaché para ver cómo se encontraba Leo.

- ¿Estás bien?

- Si tranquilo, ya estoy acostumbrado.- Dijo mientras sonreía para que no me preocupara, pero en el fondo veía que se había hecho daño, además, tenía los brazos llenos de moratones que supongo que serían de otros días.

- Y eso de que Wambo te usa como despertador... ¿Es que siempre te caes a la misma hora?- Intentaba distraerle del dolor.

- Pues parece ser que sí.- Respondió con los ojos muy abiertos y mirando a la nada. – Es muy raro la verdad...- Y luego se estiró sobre el suelo y se quedó así, callado, inmóvil. Así que pasé por encima de él y me senté en la cama que no pertenecía a nadie a esperar.

- Ya estoy listo, ¿Vamos?- Me dijo Wambo.

- ¿Y Leo?- Él seguía estirado en el suelo.

- Déjalo, hace lo mismo todas las mañanas, ¿No vas a querer llegar tarde tu primer día?

- No, claro que no.

- Pues vamos.

Y salimos de la habitación para entrar por la puerta que llevaba a la sala donde se habían presentado ayer. Allí ya estaba esperando Sam, sentada en la misma silla de ayer mirando a la nada.

- Hola.- Dijo Wambo.

- Buenos días.- Saludé.

- Buenos días, supongo que Leo llega tarde como siempre, ¿No?- Dijo con reproche un poco enfadada.

- No deberías molestarte tanto por eso, ya sabes cómo es.- Intentó disculparlo Wambo.

- Se ha caído de la cama.- Añadí.

- No, si he escuchado el golpe. Como todas las mañanas. En fin... ¿Qué le vamos a hacer? ¿Empezamos con el "entrenamiento"?

- Claro, ¿Qué tengo que hacer?- Estaba un poco desconcertado.

Entonces Sam empezó a enseñarme como entrar en los sitios, Wambo lo que debía hacer si me pillaban y al final, cuando llegó, Leo me dijo como tenía que robar, o como prefería llamarlo, apropiarse de bienes ajenos, dejaron bastante claro que a Max no le gustaba esa palabra. Consejo por aquí y consejo por allá la mañana pasó bastante deprisa y me quedó bastante claro lo que tenía que hacer en el momento de la verdad. De todos modos todos me dijeron que ya le acabaría de pillar el truco cuando saliéramos a la acción. Todos fueron muy amables.

- Bueno, esto es todo lo que podemos enseñarte por ahora.- Dijo Sam.- No es que haya mucho más por aprender, solo que es mejor que vayas viendo cómo van las cosas mientras estamos actuando de verdad. Por eso esta noche saldremos a apropiarnos de bienes ajenos.

- Nosotros lo llamamos Wambear.- Añadió Leo.

- No, no es así, solo tú lo llamas de esa manera.- Le contradijo Wambo.

- Bueno, pero si ahora Dave también lo llama así, ya seremos dos.- Respondió poniendo cara de intelectual.

- Pero, escuchar, el entrenamiento ha salido muy bien y tal... Pero no sé si estoy preparado para "Wambear".- Dije un poco inseguro.

- Tu tranquilo, estas con los mejores.- Intentó aliviarme Leo.- Además el hecho de que lo llames Wambear ya es un gran paso.

- ¡¡Comeeeer!!- Grito Leo emocionado.

- La verdad es que yo estoy hambrienta.- Dijo Sam.

- Si, nosotros no hemos desayunado.- Añadió Wambo.

Entonces todos salieron de la habitación y entraron a otra donde estaba el comedor. No era nada del otro mundo, una mesa larga con sillas alrededor, y en el centro, una pila de fiambreras con los nombre de cada uno.

Me preguntaron si me quería quedar a comer, pero ya iba siendo hora de que fuese para casa a ver qué tal estaba mi madre, así que rechacé la oferta.

Volví a casa. Esta vez mi madre estaba sentada en el sofá mirando a la tele, solo que esta estaba apagada. En realidad nuestra tele nunca ha funcionado. Fui a la cocina y prepare algo rápido con lo que había y también le cociné algo a mi madre. Le llevé el plato al comedor, yo me comí lo mío en la cocina y luego, como no tenía nada más que hacer que esperar a la noche, me eché una siesta bien larga, así aguantaría despierto hasta tarde.

La verdad es que después de ese día las cosas empezaron a ir mejor. Lo de robar no estaba tan mal. La verdad, es que la gente con la que nos encontrábamos era tan desagradable que al final ya no me sentaba nada mal apropiarme de sus cosas de valor. Ellos podrían comprarse otras nuevas.

Poco a poco fui ganando algo de dinero. Realmente eso me ayudó mucho en el día a día. Todo iba bien, hasta aquella noche. La noche en que la conocí a ella.

BLOODY VENUSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora