CAPITULO 4.

78 13 0
                                    

–Debiste llamarme Rowan, te hubiera llevado a tu casa.

Me acerco a mi puesto de trabajo mientras que Elvis me reclama el no haberme comunicado ayer con el después de haber tenido mi ataque de en el gimnasio.

–No era necesario, Elvis. Ya paso– trato de tranquilizarlo, pero es muy terco.

–Aun así, ya van tres este último mes. Ibas mejorando ¿Qué paso? O ¿Qué pasa? –

–Déjalo– le advierto

–Eli...

–Que lo dejes Vela.

Su mandíbula se aprieta con fuerza.

Hablar sobre esto a veces me cuesta, aunque finja muchas veces que no. Es un tema muy delicado, no es algo que me tome a la ligera. Desde pequeña me he acomplejado con mi cuerpo y es gracioso porque a veces digo que dejara de importarme lo que digan los demás y por un tiempo lo logro, puedo sonreír y bromear todo el día, pero cuando estoy sola en la noche no sé...como me siento y es confuso porque no estoy triste pero tampoco estoy realmente feliz.

El resto de la mañana evito a toda costa la mirada demandante de Elvis, es imposible trabajar en este ambiente. Lo voy a golpear como siga. Hoy el día no es muy agitado dado las circunstancias por las que está pasando el mundo en general y lo agradezco, aunque extraño el agite de vez en cuando. Un tarareo me distrae por un segundo, esa canción la conozco yo y esa voz también, no pue...

I think of the night in the park, it was getting dark, and we stayed up for hour.

La sorpresa por mi parte no es de menos cuando al voltear sobre mis pies me encuentro a Elvis con una sonrisa cálida. No paro de pestañear repetidas veces. Algo que hemos acogido como nuestro sello personal Aitiana y yo, es que no importa que tan feo o malo sea el problema lo afrontamos cantando o bailando cualquier canción que tenga un significativo parecido con lo que este pasando. Nos parece una mejor solución que resentirnos o guardarnos solo para nosotras.

What a time, What a time.

Sigue cantando mientras hace un puchero, obviamente quiere que le siga y no dudo en hacerlo.

You clinged my body like you wanted if forever.

–What a time, What a time.

–Eso significa que ya no estas, enojada conmigo ¿Verdad? – interroga antes de avanzar con paso desconfiando hacia mí.

Me doy la vuelta negando con la cabeza solo para que segundos después corra hacia él y lo abrace. No se como ni cuando se habrá colado detrás del mostrador, pero se lo agradezco. Un carraspeo nos coge por sorpresa sobresaltándonos.

Por suerte es un cliente.

Corro de nuevo al mostrador un poco sonrojada y avergonzada. No me gusta montar espectáculos.

–Buenas tardes, bienvenido a PARRILLA HAUSE ¿Qué desea ordenar? – al percatarme que está hablando con otro chico el cual esta de espaldas me entra curiosidad, presiento que he visto esos hombros en algún lado, pero no recuerdo donde.

Recuerda, recuerda...

–Disculpa estaba discutiendo con mi amigo que iba a ordenar– solo me limito a sonreír amablemente.

–Amm... – empieza a echarle un vistazo al menú colocado arriba del mostrador algo dudoso– Amm... para mí media porción de pollo frito y para mi amigo distraído con su cámara...uno asado. Gracias.

Digitalizo el pedido en el portátil y le hago saber que en quince minutos estarán listos ambos pedidos. El le dice algo en el oído de su amigo misterioso y este se marcha sin mirar un solo segundo hacia mi dirección, supongo que nos quedaremos con la duda de saber si conocía al sujeto o no.

ENTRELAZADAS  [EN PROCESO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora