CAPITULO 8.

48 13 0
                                    

–¡Oye te vine a dar un besito!

–¿Me abres?

Elvis esta arriba de mí, hablándome desde la ventana que da al techo.

–¿Se puede saber porque no eres una persona normal?

–¿Vas a abrirme o no?

Se ha vuelto loco, esa es la verdad.

–Las personas normales entran por la puerta, las románticas por la ventana...en tu caso ni siquiera se que nombre ponerle a tu caso.

–No me gusta ser ordinario como los demás– se regocija orgulloso

–Eres increíble, menudo acto el tuyo–me masajeo la cien– ¡Bájate de allí, puedes caerte y romperte hasta lo que no tienes!

–Solo quería saber si aun seguías enojada conmigo.

Se me había olvidado escribirle después de lo sucedido en la parada del autobús, con las clases el viernes, el encuentro con Axel y la tarde del sábado con Aitiana se me ha pasado.

–Nunca estuve enojada, solo ocupada– le aseguro.

–Pero ni siquiera has respondido mis llamadas– hunde el entrecejo y yo copio su gesto mientras voy en busca del teléfono.

–No tengo ninguna llamada tuya– aunque si me pongo a recordar, mi teléfono nunca tiene señal.

–Olvídalo, no pasa nada. Si dices que todo esta bien, todo esta bien entonces.

Rápidamente caigo en cuenta que hoy es domingo lo que significa que le toca ser repartidor, menudo mentiroso.

–¿A quien le viniste a traer comida? – pregunto al cruzarme de brazos, el suelta una risita.

–A tu vecina Karina, creo que así se llama– dice restándole importancia.

–Sabia que tanto amor era mentira– me llevo la mano al pecho fingiendo dolor.

–No te equivoques, también vine por ti– me quiña un ojo

–¿A si? – no puedo evitar dibujar en mi rostro una sonrisa con mucho entusiasmo– ¿Y a que gallinero me vas a llevar?

–Te odio.

–Es lo que quisieras– me rio y acto seguido le hago un corazón con mi pulgar y mi dedo del medio para luego solo enseñarle mi dedo corazón.

–Dejando de lado ese acto obsceno de tu parte, quería llevarte a nuestra banca, ya sabes para relajarnos un rato.

–No creo que pueda salir, mama no anda de buenas– y la felicidad que sentía hace un momento es remplazada por pequeños recuerdos del día anterior.

–¿Quién dice que se tiene que enterar? – sube y baja sus cejas exageradamente.

Nunca me he escapado de la casa, si tan solo con lo que paso ayer, me cuestiono que pasaría si hago esto hoy.

–No creo que sea buena idea– hago una mueca

–Venga, se nota el estrés en tu cara y cuerpo– trata de convencerme y tal vez lo esta logrando o solo no me importa lo que pueda pasar si mis papas se enteran, después de todo nunca he hecho algo que no sea del agrado de mi madre, siempre hecho lo que ella me pide que haga o diga.

–Mejor pedir disculpas que pedir permiso– él sonríe orgullo.

Rápidamente entro en mi closet y tomo lo primero que veo, me pongo unos vaqueros Mom rotos de cintura alta y un Top corto. Ya cuando estoy lista busca la cilla de mi escritorio y la posiciono justo donde estaba, me pongo en puntillas y abro los seguros, Elvis me ayuda a subir por completo.

ENTRELAZADAS  [EN PROCESO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora