Capítulo 4

9.4K 879 107
                                    


-Sabía que no había sido buena idea levantarme de la cama hoy- masculló Stiles por lo bajo dando vueltas y vueltas en el baño como un león enjaulado, sin saber que hacer.

Había logrado escapar por los pelos de los chuchos hormonados que tenía por amigos, se había logrado escapar de los brazos de Isaac y había corrido como si lo persiguieran los perros del infierno.

Su primera y única opción fue encerrarse en los baños. Llenó de serbal la puerta para que no la abrieran y se quedó allí dentro.
No había pasado ni un jodido minuto cuando los escuchó afuera llamandolo como cachorros abandonados.

-Vamos, Sti, sal de ahí- la voz melosa de Scott era la que se escuchaba más cerca.

-¡No quiero!- gritó sin saber que demonios hacer.

-¡Esto fue culpa tuya, Isaac, lo asustaste!- escuchó a Jackson gritarle al rubio de risos.

-¡¿Mi culpa?! ¡Fuiste tu quién lo abrazó en primer momento! ¡Tú lo asustaste primero!- rebatió el chico de las bufandas.

-¡Stiles es mío! Yo puedo tocarlo si me da la gana- gruñó Whittermore

-¡Pues no está marcado! ¡Así que él será mío!- gruñó a su vez Isaac

-¡Jamás dejaré que alguno de ustedes le ponga un dedo encima a Stiles, él es mío!- les gruñó Scott.

-Jódanse. Stiles sera mío. Yo no lo voy a asustar nunca- esuchó la voz de Boyd.

-¡Nunca! ¡Él tiene que ser mío!- gruñó Erica. A la rubia no le importó en lo más minimo entrar al baño de los hombres.

-¡Él será mío!- gritaron los cinco al unísono.

Ah, genial. Simplemente genial.

Había visto suficientes programas de Animal Planet como para estar seguro que esto terminaría en una pelea por el dominio.

Ellos pelearían por el derecho de aparearse...

¡¿Acaso tenía cara de ser una hembra por la que los machos se pelean?!

Hace años ninguna mujer ni ningún hombre lo volteaban siquiera a mirar.

Vamos, él era Stiles Stilinski, el molesto e himperativo hijo del Sheriff, el rarito del Instituto, el chico delgado y escúalido que tropezaba con sus propios pies, el chico que nunca sabía cuando callarse.

Y ahora, tenía a esos cuatro candentes hombres lobo y la sexy loba rubia peleando por sus huesitos porque estaban en celo.

Vaya mierda que era su vida.

Los escuchó gruñirse entre sí afuera. Estaba sudando del nerviosismo y se estaba desesperando. Esa no era una buena combinación para un chico himperativo como él.

Estaba segurísimo que pronto sacarían a relucir sus ojos sobrenaturales, sacarían sus garras y colmillos para pelearse entre ellos...y ahí tendrían grandea, GRANDES problemas.

¿Y si venía alguién y los veía?

Joder.

Tenía que hacer algo...y rápido.

Ya estaba haciendo planes de mudanza en su mente. Se iría a un lugar muy, MUY lejos donde ningún hombre lobo hormonado pudiera encontrarlo.

Buscó su celular y marcó a la única persona que podía ayudarlo en esta situación...

Rogó para que el Sourwolf estuviera otra vez de buen humor y quisiera salvarle el trasero de nuevo...literalmente.

-¡Derek, por el amor de Dios! ¡¡Sácame de aquí!!- gritó desesperado cuando el Alfa le contestó al segundo tono.

¿Qué le pasa a los pulgosos?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora