CAPITULO 2 FREYA LA REINA BLANCA

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CAPÍTULO 2

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CAPÍTULO 2

FREYA,  LA REINA BLANCA

                 I

Hace mucho,  mucho tiempo…

En el reino del ocaso blanco;

Nació una albina niña, como el talco.

Sus primeros llantos sonaron en una

Estrepitosa tormenta invernal.

Más su madre al verla creyó que se

Trataba de una criatura infernal.

Su piel era tan blanca como la nieve.

De ventanas del alma de color azuritas

Y cabellera plateada como relieve,

Pero con los años cambiante como las dravitas.

Su padre nunca la conoció…

Murió en batalla en fiero combate.

Su madre, al nacer, la rechazó.

Aquella reina de melena azabache.

La reina negra, a su madre,

A la pequeña le entregó.

Pobre Freya, la del gran linaje

Su reina madre, la rechazó.

Nunca tuvo el calor

De su madre,

Ni las caricias

De su padre.

No conocía el cariño

Ni los juegos infantiles.

Siempre en solitario,

Torturaba a ratas y reptiles.

                   II

Años más tarde…

Al cumplir sus veinte primaveras,

En los campos, haciendo de su alarde,

Conoció a un joven de las fronteras.

Aquel joven era de la clase guerrera,

Que al ver a Freya, la albina,

Caminó decidido a su encuentro, con

Mirada intimidante y risa cantarina.

Estando frente a ella, con su mano,

Tal cual grácil cazador,

Atrajo hacia sí su boca

Robándole un beso encantador.

Acarició su melena de yegua potrera

Posó sus manos en su pechera

Y empujó su cuerpo en la tierra.

Jamás en su vida había conocido

Tanta insolencia de su parte,

Ya que cualquier niño era

Tímido y cobarde.

Jamás con ella se metían…

Y si lo hacían, crueles venganzas

A sus cuerpos recibían.

Más aquel joven no le temía,

Le causaba el más puro asombro;

Es más,  para él mismo , la quería.

-Insolente forastero,

¿no sabes quién soy yo?

- Freya con voz sonora le restregó.

-¡No sé quién eres, pero sé lo que serás!

¡Algún día mi esposa,  te convertirás!

-Así, aquel joven guerrero,

Como afilado puñal.

Penetró la fría coraza de su pecho.

Freya, con el tiempo, lo empezó a adorar.

Su nombre era Zarín…

Tan fiero como los lobos.

Le decían el Ángel querubín;

De tal belleza como los lotos.

                    

La Bruja y el Lobo (Bastian el poeta)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora