Capítulo 6 (Pasado)

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El tiempo volaba con ferocidad, haciendo que las semanas que pasaron en el internado, dejarán a relucir unos nuevos detalles que sorprendieron a todos, incluidos los maestros que jamás esperaron ver aquel cambio de actitud en él chico más problemático que habían tenido en toda la carrera del internado.

Stephen y Tony, los dos prodigios del colegio, se habían vuelto mejores amigos, y puede que más que eso. Ahora se les veía juntos para donde sea que fueran, siempre sonrientes y tranquilos, actitudes raras en dos personas con caracteres tan fuertes y demandantes como los suyos.

Nadie tenía idea que había pasado entre los chicos. Cómo habían pasado de odiarse con todo su ser, a ser los mejora amigos del planeta. Nadie lo sabía, había teorías y especulaciones que afirmaban que era su rivalidad con los profesores y Hammer los que los había hecho unirse, sin embargo, todos estaban muy equivocados y lo únicos que sabían la verdad eran los que vivían dentro de la pequeña cabaña, donde lo que más abundaba era el amor y las caricias.

—Ed—llamó Stephen abrazando el cuerpo de Tony por la espalda sorprendido al chico que tembló ante el roce de sus cuerpos—. Deja de hacer eso y ven a sentarte conmigo un rato.

—¡Dios Vicent, deja de hacer eso, sabes que me asusto fácil!—le reclamó—. Y ya te dije por quinta vez que en cuanto acabé de hacer esto me voy a ir a sentar contigo, ¿o qué acaso no quieres cenar?

—Claro que quiero cenar—replicó.

—¿entonces?

—Pero no quiero cenar sándwiches—afirmó acercando más su cuerpo al del moreno que contuvo un jadeo al sentir como su amante lo sostenía con más fuerza, rozando sus cuerpos de forma incitadora, buscando provocarlo para que cayera ante su juegos de seducción—. Te quiero cenar a ti—Tony jadeo por lo bajó, tomando aire antes de sacarlo por sentir la respiración gélida de Strange chocar contra su sensible oreja, a la par que rozaba sus labios con ella, causándole un escalofrío que le erizo la piel.

—¡Ya deja de hacer eso!—pidió alterado—. ¡Qué no ves que si no me voy a cortar un dedo por tu culpa!

—Eres hábil con las manos, no lo harás.

—Dejá de actuar como un pervertido y meter tus dobles sentidos—murmuró sin dejar de hacer su cena—. Te recuerdo que el puesto de pervertido en esta relación, es mío, así que consíguete otro.

—Sólo ven—suplicó.

—Si te largas a leer y me dejas acabar con esto en paz, podría irme pronto, genio.

—Esta bien—resoplo sin ánimos—. Pero más te vale que vengas Edward, ya va a llover y se perfectamente que te dan miedo los rayos.

—No me dan miedo—replicó seguro de sus palabras a lo que Strange sólo rodó los ojos antes de separarse de él para regresar a la sala a seguir con su lectura, dejando en paz al chico que continuó haciendo la cena mientras la suave brisa de fondo lo arrullaba.

Tardó unos minutos más antes de regresar al salón de Strange se encontraba acostado, leyendo con atención antes de voltear a mirarlo.

—Que te quede muy en claro que no soy tu ama de llaves y que si sólo cocine fue porque me moría de hambre, así que no te acostumbres a ello.

Stephen rió encantado por el gesto de su novio, afirmando con una sonrisa a la par que venía como él chico dejaba los sándwiches en la mesa antes de regresar por el té y café, sentándose al lado de Vicent que lo miro expectante a que iniciará a hablar.

—Mañana tu haces el desayuno—replicó dándole un sorbo a su café, a la par que tomaba el sandwich dulce, dejándole el salado al otro chico—. No quiero volver a ensuciar estás bellas manos con el cuchillo.

El primer amor nunca se olvida Donde viven las historias. Descúbrelo ahora