Capitulo 2 (Pasado)

929 103 9
                                    

Tony suspiró con pesadez, maldiciendo el no haber conseguido su principal objetivo, pero teniendo fe en sí mismo de poder hacerlo más adelante, sólo tenía que deshacerse de su nuevo compañero de cuarto como lo había hecho con los otros quince, a decir verdad, por más duro que fuera no creía que logrará aguantarlo por más de tres días, a lo mucho le daba cuatro.

Sonrió triunfante, prediciendo cuál sería el destino del pobre infeliz que le tocará compartir cuarto con él, lamentándose antes de conocerlo de su pobre y desdichada suerte, mientras en la parte más oculta de su mente se comenzaba a maquilar un plan, el plan perfecto para lograr que lo expulsaran del internado y pudiera regresar con la cabeza trifunate al ver la maldita cara roja de cólera de su padre que al ver que su plan de librarse de él y volverlo más tranquilo y dócil, no había funcionado, de nuevo.

—Te quedarás aquí—anunció él director mirándolo de mala forma, ya harto del mal comportamiento del joven, que sólo le sonrió con inocencia y tranquilidad antes de afirmar—. Tú compañero se llamaba Vincent, espero que te comportes con él.

—Haré mi mayor esfuerzo—aseguró con falsedad, sonriendo con notable hipocresía, haciendo rechinar los dientes del anciano, que lo miró con molestia antes de abrir la puerta de aquella pequeña cabaña, entregándole la llave al joven.

—Nos vemos luego director—Anthony sonrió con malicia y entró a la casa de madera, cerrando la puerta de golpe a la vez que tomaba aire y se adentraba con pasar por la pequeña sala y comedor de la casa, subiendo las escaleras, dispuesto a encontrarse con él chico del que tanto se hablaba en la institución.

Las escaleras crujieron con sonoridad mientras él futuro ingeniero las subía, escuchando sordamente cómo una vieja canción jazz llenaba todo el lugar, extrañandolo por el gusto tan romántico y peculiar del joven. No era muy común que alguien de su edad escuchara jazz y menos teniendo una expresión más británica como lo es el rock, género por el que siempre Tony había sentido mayor afección, sin embargo, no negaría que el jazz no le disgustaba en lo absoluto.

Sus ojos se abrieron con asombro al observar como frente a la pequeña ventana que había frente a las escaleras, descansaba un joven, que yacía sentado sobre un pedazo de madera, mientras reposaba su cabeza sobre la pared, fijando su vista en un viejo libro a la par que tarareaba la melodía que parecía provenir de su habitación.

El corazón de Tony dio un vuelco al ver al joven salir de su lectura para mirarle con esos ojos pequeños y que le hicieron sentir un torbellino de emociones en la boca de su estómago, intentando descubrir cuál era el verdadero color de aquellos preciosos, aunque gélidos ojos que lo miraban con curiosidad.

—ah, ya llegaste—exclamó con indiferencia—. Soy Stephen, pero si quieres, puedes decirme Vincent, al final del día este infierno tiene la regla de llamarnos por nuestro segundo nombre.

—Me llamó Edward—murmuró aturdido—. Aunque mi primer nombre es Anthony.

—Si he escuchado de ti—afirmó dejando su libro tendido sobre la madera, levantándose con gracia a la vez que sus zapatos negros, retumbaba mientras caminaban hacía él, provocándole un extraño calor subir por su cuerpo y temblar de forma inconsciente ante la escasa lejanía de sus cuerpos—. Yo no voy a caer en tus juegos, se perfectamente que te quieres largar de aquí, pero créeme, por más que lo intentes no creó que lo consigas, varios han intentado hacerlo y ninguno lo ha logrado, así que dudo que seas el primero en conseguirlo, por eso te aconsejó que no pierdas tus fuerzas en ello, sólo encárgate de demostrarme si es verdad que serías un digno rival para mí como todo el mundo presume que lo serías, geniecito mimado.

Stark gruñó con fuerza a la vez que miraba con malos ojos al chico, que le sonría con burla y de forma retadora antes de retroceder y caminar de nuevo hacía su libro.

—El cuarto derecho es el tuyo, no hagas mucho ruido, ¿Quieres?, detesto a los escandalosos, aunque por lo que he oído eres uno de ello, ¿o me equivoco?

—Tú a mi no me das órdenes—replicó molesto a lo que Stephen alzó una ceja con burla antes de tomar su libro y caminar hacía su cuarto.

—Eso ya lo veremos—murmuró lamiendose los labios de forma incitadora, lo cuál hizo sonrojar ligeramente al moreno que rápidamente tomó su maleta y a zancadas llegó a su cuarto, azotando la puerta después de entrar en la habitación, suspirando con fuerza antes de arrojar su maleta y sostenerse de la pequeña mesa, sintiéndose extraño ante las provocaciones tan incitadora de su compañero de cabaña.

No entendía que sucedía, jamás se había sentido así en su vida y menos por un chico arrogante que probablemente presumía ser un genio pero no era ni la mitad de lo que Tony podría demostrar que era él con los ojos vendados y con dos años menos.

Tomó aire e ignorando sus pensamientos, caminó hacía su cama y se dejó caer sobre ella, gruñeando y pensando en cómo humillaria a ese estúpido que lo destrozó con tanta facilidad y confianza, como si lo conociera de toda la vida, atentando directamente contra su integridad y orgullo, el cuál le exigía hacer algo al respecto, y vaya que haría algo respecto, aún no sabía qué haría, pero haría algo, sólo sabía eso.

El primer amor nunca se olvida Donde viven las historias. Descúbrelo ahora