Capítulo 2

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Roux

Actualidad

Me encuentro en mi apartamento, acomodando las últimas cosas que compré en mi salida por algunos locales de los alrededores.

En el yate no tenía mucho. Había llegado allí cinco años atrás con lo poco que había llevado al viaje que había hecho a la playa, y después acumulé lo que le iba encargando a Aidan día a día.

Lo primero fueron unos tacones que no dejé de usar. Recuerdo la expresión confusa que puso mi hermano cuando se los encargué y años después vi la misma expresión en el rostro de Clariss cuando me vio usándolos.

Aquel recuerdo me trae una gran sonrisa a mi rostro. 

Tacones en un yate.

Suelto una carcajada.

Aparte de comprar, he salido a caminar por los alrededores, disfrutar de tanto espacio y los lugares con personas yendo y viniendo. Disfrutar de ser una persona como lo era antes, sin peligros ni amenazas a mi existencia.

Estoy feliz de volver, de poder continuar la vida que prácticamente dejé en pausa.

No me atreví a contactar con viejas amistades, decidí dejar todo fluir y ver si hago nuevas amistades en las clases de la Universidad.

Suspiro.

Termino de ordenar mis nuevas adquisiciones para rellenar algunos espacios vacíos y voy hacia la puerta, doy media vuelta y miro a mi alrededor.

A mi izquierda hay una cocina con refrigerador y cajones rodeados por una isla. Más adelante hay una mesa con ocho sillas a su alrededor y a mi derecha hay dos puertas. La más cercana a mí es el baño y la otra es mi habitación con baño privado. En medio de todo aquello y casi contra la pared frente a mí, hay un espacio con sillones grandes uno frente al otro.

Todo es muy lindo y moderno, pero lo que más me gusta es la esquina a mi derecha entre mi habitación y los sillones porque allí la pared es de vidrio. 

Camino hacia allí, y ocupo el sillón mediano que está ahí.

Tengo una vista espectacular de cada amanecer en la ciudad al estar en uno de los pisos más altos, pero ahora está oscureciendo, y... y desde aquí veo el mar, lugar donde pasé los últimos años.

Ver aquello me da nostalgia.

Nostalgia al recordar lo que viví.

—Xavier —me permito susurrar su nombre y continuar.

Camino a mi habitación, me quito la ropa que llevo puesta, deshago mi larga trenza castaña y me meto bajo la ducha.

Minutos después salgo y me seco.

Busco ropa interior, jeans negros y camisa morada, una que había comprado recientemente, en el placard que está frente a la cama y a un lado de la puerta del baño, y me visto. Me pongo mis tacones para salir esta noche a conocer cómo se divierten las personas en estos días por los bares.

Trenzo mi cabello para que así nadie esté tentado a acariciarlo al pasar, deslizo la trenza sobre mi hombro izquierdo y busco mi bolso.

Aplico máscara de pestañas a mis ojos  avellana y un poco de labial rojo a mis labios. Reviso que llevo lo necesario para una salida nocturna y salgo por la puerta.

Tomo el ascensor, y en segundos estoy abajo. Saludo a la recepcionista al pasar mientras sigo caminando.

El taconeo de mis zapatos atrae miradas, se hace oír sin impedimentos, menos dentro del bar al que estoy entrando y que tiene un curioso nombre.

Rehén.

El lugar está bastante concurrido para ser una hora temprana, así que decido cruzar la correa del bolso por mi pecho y evitar que se me caiga entre tanta gente.

El bar es grande, con barra a mi derecha e izquierda con pequeñas lámparas con luces blancas arriba, todo lo demás es oscuro con destellos de luces de colores por todos lados.

Camino hacia la barra a mi izquierda, ya que me queda más cerca, y pido un tequila que bebo sin sal y limón.

Esto no es nuevo para mí, en el yate había muy variadas bebidas que probé poco a poco con moderación y supervisión de Xavier.

Pido otro tequila.

El ambiente es muy ameno, la música es actual, pero también pasan algunos clásicos. Los géneros son muy variados, urbano, pop, melódico, rock, y se oyen todos los éxitos.

Puedo comprender la fascinación y saber el motivo por el cual está tan lleno.

Las personas vienen curiosas, queriendo saber qué es lo que pondrá el DJ después y se ponen eufóricas cuando es un éxito que les gusta.

Bailan, ríen y se divierten sin parar.

Ahora entiendo el nombre del bar, cada una de estas personas es rehén del lugar por las horas que estén aquí.

Sonrío mientras observo aquella escena.

*

Pasó una hora desde que llegué, y decido que es suficiente.

He probado un poco de la vida nocturna actual.

Al comenzar a caminar hacia la salida, siento una molestia a mi espalda, como si estuviera siendo observada. Miro sobre mi hombro y no veo más que personas divirtiéndose.

Salgo del bar sin darle importancia.

Anteriormente, aquellos días que estuve saliendo del apartamento y yendo de compras, no me había pasado nada así.

Lo que me pasa ahora puede ser producto del alcohol.

Camino unas cuadras bajo el único sonido producido por mis tacones y vuelvo a sentirme observada. Lentamente, observo de reojo por arriba de cada uno de mis hombros, y efectivamente, no hay nadie.

Apresuro mis pasos. Llego al hotel, saludo a la recepcionista y entro en el ascensor.

Respiro aliviada.

Puede que haya sido el alcohol o salir de noche por primera vez en la ciudad después de años. Tal vez una mezcla de ambas, pero ante la duda, evitaré salir por la noche.

Destino con opciones ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora