Capítulo 4

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Roux

Una semana pasó mientras me acostumbraba a la rutina en la Universidad. Las clases eran tan interesantes que no quería que terminaran, pero lo hacían sin importar qué.

— ¿Vendrás al bar? — escucho que me pregunta Katerina mientras salimos de la última clase de ese día y nos ubicamos a un costado en el largo pasillo para hablar.

— No lo sé. — le respondo a la amiga que he hecho en los últimos días. Una chica morena de rizos hermosos. Ambas compartimos la misma pasión por la carrera que elegimos, y eso nos ha acercado. Ella junto a su grupo de amigos me han invitado a Rehén, pero salir de noche es algo que evito desde el viernes pasado.
Ya no me siento observada, aunque el tonto temor que sentí, sigue ahí.

— ¡Anímate! — dice un pelirrojo, Nicolás, novio de Katerina, con un brillo en sus ojos verdes y su brazo envuelto en la cintura de ella.

Es seguro que ambos saben del amigo que tienen en común y al que parece que le gusto.
Javier.

La vida tiene una bonita manera de reírse en mi cara.

No podía tener a Xavier, pero la vida me daba un chico con nombre similar al del hombre que anhelaba, pero físicamente eran opuestos.
Javier es de cabello rubio cenizo y ojos celestes, su figura es esbelta y poco musculada.

Lo había notado mirándome en más de una ocasión en las clases que compartía con él, y cuando lo miraba apartaba su mirada luego de darme una leve sonrisa que solo curvaba las esquinas de su boca y que hacía latir mi corazón con fuerza en mi pecho porque aquello me recordaba a él.

Xavier era de ese tipo de sonrisas leves, y luego las acentuaba poco a poco.
Ambos tenían nombres similares y casualmente sonreían igual, pero ahí acababan las similitudes.

— Veré que puedo hacer. — digo con una sonrisa para seguir caminando, alejándome de la bonita pareja.

Ellos irían a Rehén a las nueve de la noche, aún faltaba para que sea la hora y podría pensar si iría o no.

Acomodé el bolso en mi hombro, los libros y carpetas en mi brazo y salí de la Universidad rumbo al departamento.
En el camino mis ojos se perdían en los alrededores, maravillados por tanta variedad de colores, personas, autos, edificios.
Llego al departamento, saludo a la recepcionista castaña y entro en el ascensor. Busco las llaves de mi puerta, el ascensor se abre y al estar distraída mirando dentro de mi bolso, no alcanzo a ver a la persona que entró en el departamento que está en el mismo piso que yo.

No sabía que tenía un vecino, de hecho, no había visto movimiento hasta el día de hoy. Había pensado que estaba sola en ese piso, aunque no era así.

Encuentro las llaves en el bolso, abro la puerta y entro en el departamento.
Camino hacia la mesa y dejo los libros y carpetas allí. Más tarde debo revisar unos textos que debo llevar leídos para las clases de la semana que viene.

Hay tanto por saber, tanto por aprender que no quiero perder tiempo para descubrirlo.

Saco el bolso de mi hombro, busco el celular dentro y lo reviso.
Tengo una llamada perdida de Aidan.
Camino hacia los sillones enfrentados, me siento y lo llamo.

— Roux, ¿cómo va todo? — una voz que no es la de mi hermano me habla desde el otro lado.

Clariss.
Mi curvilínea cuñada.

Hablo con ella por unos quince minutos sobre lo que ha pasado conmigo en la semana. Debí llamar ayer, pero lo olvidé. Mis clases me tienen tan entretenida que olvidé llamar a mi hermano para que sepa que estoy bien.

Del otro lado de la línea, Clariss escucha mientras relato mi día a día, las clases y lo que he aprendido. No le cuento lo que me pasó al salir el viernes pasado de Rehén, pero si le cuento de la invitación que me ha hecho mi nueva amiga Katerina para ir a ese bar local de moda.
Le dije que no planeo ir ya que es mejor quedarme a leer lo que necesito para la semana que viene, y lo entendió. Aunque me aconsejó que debía ir para distraerme un poco, conocer la vida nocturna actual y de paso a ese chico que parece estar interesado en mí.

Le conté sobre Javier para tener algo más que charlar, y de paso podría ser que Xavier escuche de él.
Comentarle aquello a Clariss, iba con doble intención. Si ella se lo comentaba a Aidan, mi hermano podría comentarlo con su amigo Xavier. Y que él sepa que alguien más se interesa en mí es bueno para molestarlo de algún modo.

Luego de intercambiar otras palabras con Clariss, me despido con la promesa de salir un rato en la noche.

No será hoy.
Prometí salir, pero no dije cuando.

Sonrío de lado.

Camino hacia mi cuarto, me desvisto y voy al baño.
Allí tengo una bañera blanca contra la pared izquierda, una cabina de vidrio como ducha en el centro y en la pared derecha está el inodoro, y en frente el lavamanos con espejo arriba.

Voy a la bañera, dejo cargando el agua y salgo caminando hacia el refrigerador para buscar un poco de agua.

Caminar desnuda en tu propio espacio se siente extraño de una manera excitante y prohibido.

Extraño porque no acostumbro a andar sin ropa por el departamento; en el yate no lo hacía, y excitante y prohibido por ser algo que no se debe hacer y aún así, lo hago.
Camino con lentitud y sensualidad hacia el refrigerador, haciendo de mi andar todo un evento, como si quisiera provocar a un observador invisible.

Mis pezones se ponen duros ante la idea.

Abro el refrigerador, me inclino sugerente y alcanzo una de las botellas de agua. Me pongo derecha lentamente, quito la tapa y bebo despacio. Cuando ya estoy saciada, dejo la botella tapada en el refrigerador y voy a revisar la bañera.
Camino lento como antes, provocando a ese ser invisible que me invento y para el que camino así.

Cuando llego al baño, me río como tonta ante mis ideas y me meto en la bañera.
La Universidad no me cansa, ni mucho menos mi nueva realidad, pero un buen baño relajante nunca está de más.
Después de unos minutos de enjabonar todo mi cuerpo y lavar mi cabello, salgo goteando agua por olvidar llevar una toalla.
Busco una con rapidez en los cajones del placard y me seco con más rapidez. Me pongo unas bragas de encaje azul, una camisa gris de seda y me meto bajo las sábanas de la cama.

Cuando entro en calor, cierro los ojos y dejo que el sueño llegue.

Destino con opciones ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora