10. Espero sepas nadar

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C A P Í T U L O 10

~Espero sepas nadar~

—Juro que cuando vea a Jimena la asesinaré con mis propias manos por dejar que tomara sin control

Me encontraba en la habitación de Daniel, —él ya me había aclarado un par de cosas sobre ayer— hablando con el ojiazul. Me prestó una camisa con unos shorts que me quedaban más que inmensos, pero eran cómodos

—No le eches toda la culpa a ella, Mariana. Después de todo, ambas quedaron ebrias, solo que ella tiene experiencia para este tipo de cosas

—Iré a buscarla a nuestra habitación, seguro está igual de mal que yo— A punto de salir del lugar Daniel tomó mi muñeca lo miré por encima de mi hombro y sin despegar sus ojos de los míos me atrajo hasta él, colocándome en la posición en la que me encontraba segundos atrás

—No creo que sea buena idea, créeme, ella ahora mismo está más que bien. La conozco y sé que su noche terminó en algo más divertido para ella— Entendiendo sus palabras me relajo un poco, sacando el aire acumulado en mi garganta que no sabía que estaba resguardando

—¿Y qué pasará con mi ropa?

—¿Acaso no estás cómoda con la mía?

Y la misma sonrisa arrogante se iluminó en su rostro. Bufé por su comentario e hice caso nulo a lo dicho— Gracias de nuevo Daniel

—Me agradaba más que me dijeras egocéntrico, metiche, egoísta, idiota, estúpido...

—Yo jamás te he dicho esas cosas

—¿A no? Tanto ebria como sobria las has dicho, pero debo admitir que dijiste otras cosas ebria que me gustaría volver a escuchar de tus labios. ¿Cuándo volverás a estar en ese estado?

—Nunca, si estas son las consecuencias de beber, que se jodan los que inventaron el trago porque yo jamás volveré a beber

El no aguantó y se burló de mi comentario en mi cara ¿Este tipo quiere morir a sus veintiún años? —Te enseñaré a beber, al final de cuentas, si te quedarás aquí deberás asistir a reuniones y es de muy mal gusto rechazar una copa

—Bien, pero la resaca es horrible Daniel

—¿Sabes que te haría bien? Algo de sol, no pretenderás quedarte todo el día aquí encerrado como un vampiro, ¿no?

—Ahora mismo no quiero nada de luz... Es insoportable

—Lo sé, pero mientras más te hidrates y tomes algo de sol te sentirás mejor para la hora de almuerzo

Asentí a regañadientes con los brazos cruzados a la altura de mi pecho— Bien

Nos quedamos unos segundos en silencio, solo mirándonos mutuamente. El momento a mi parecer era muy incómodo, pero no quería bajar la mirada, estaría demostrando que me intimida su presencia y eso jamás pasará

Gracias a lo que sea que esté mirando todo desde arriba entró la culpable de mi borrachera de anoche

—¡Mariana!

—¡Shh! ¡No grites que me duele la cabeza! —La resondré en un tono de voz muy bajo

—Bien, solo venía a... ¿Y tú qué haces aquí?

Al parecer ya se dio cuenta de la presencia de su hermano. Aunque a Daniel y a mí nos tomó unos segundos saber por qué su impotencia

Ambos balbuceábamos encima del otro— ¡No No No! Nosotros... ¡No! ¡Ni lo menciones!

La mejor droga se llama AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora