11. ¿Me dejarías tenerte?

15 5 4
                                    


C A P Í T U L O  11


~¿Me dejarías tenerte?~


—¿Y? ¿Cómo estuvo el agua Marianita?

—Deja de llamarme así...

—Oh vamos, la que tuvo la idea de nadar un rato fuiste tú, no te molestes conmigo

—Vete a la mierda

Aunque estaba empapada, con frío y de un humor de los mil demonios. NO estaba enojada con él, disfrutaba verlo reír, era una de las cosas escasas pero magníficas en el mundo y tenía que aprovechar mientras se me diera la oportunidad

—Mmm... Ese no suena como un lugar al que yo iría

Aún nos encontrábamos dentro de la piscina, en la parte no profunda —según él— aunque para mí sí lo era, el agua llegaba hasta la altura de mi pecho y a él al abdomen, realmente era muy pequeña al lado de Daniel.

Tan diminuta...

—¿En qué piensas tanto?

—En lo idiota que eres

—¿Solo sabes decir incoherencias acaso?

Hice caso nulo a su pregunta y él rio por lo bajo, lo suficientemente alto para que solo yo me percatara de su arrogante y común risa.

Para este entonces él ya estaba con su bermuda, sin nada que cubriera su pecho. Apenas el miró hacia otro lado me dediqué un momento para admirar sus abdominales, los cuales estaban marcados demostrado el sacrificio y tiempo que se dedicaba a sí mismo. Noté el contraste que había en sus brazos levemente, los cuales varios minutos atrás me sujetaron con fuerza transmitiendo seguridad. Estos también eran musculosos, de por sí él lo era, no exageradamente pero sí acorde con su cuerpo y estatura. Mis ojos bajaron levemente recorriendo cada parte minúscula de su pecho y abdomen...

—¿Vas a dignarte a pronunciar palabra o prefieres seguir mirándome sin descaro y yo hacer como si no lo supiera? — Y esa lascivia sonrisa acompañada con una pizca de diversión se cruzó por mis ojos. Aunque él tenía razón, estaba siendo una completa descarada al verlo de tal manera ¡Por favor Mariana! ¡Cálmate un poco!

En las películas románticas siempre que el hombre le dice un cumplido a la dama esta se sonroja, si... Que lindo, claro, en películas, aquí en la vida real no lo era

Sentir cómo las mismas se coloraban cada vez más por vergüenza era un completo fastidio, mientras más lo pensaba más se teñían, dejando el famoso rojo carmesí sobre ellas

—¿Avergonzada? Te pusiste roja como un tomate

—Ya cállate ¿quieres? ¿No te han dicho que eres insoportable?

—Vamos Mariana, ambos sabemos que solo me dices eso para salvar tu pellejo de la situación tan vergonzosa en la que tu curiosidad te ha metido— Él se acercó un poco más a donde yo estaba, ¿No se daba cuenta que ya estábamos demasiado cerca? Tuve que inclinar un poco la cabeza para poder mirar esos ojos que bajo la oscuridad de la noche se tornaban más oscuros y... Brillantes

Mi ritmo cardiaco estaba a mil y no entendía el porqué, mi pecho no dejaba de subir y bajar, ¿A dónde se fue toda mi saliva? Mi garganta estaba seca y de un momento a otro tenía demasiado calor, a pesar de estar en la piscina, sentía el agua hirviendo por culpa de nuestros cuerpos, un mal movimiento, un pequeño empujón o un leve acercamiento y estaba segura que sentiría su pecho sobre mi cuerpo

La mejor droga se llama AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora