Dicen que la tercera es la vencida. Y Elizabeth no se daba por vencida. Todavía le quedaba algo de esperanza.
Quito las arrugas inexistentes de su vestido rojo y pegado al cuerpo, y comenzó a caminar hacia la fiesta en casa de Melascula, allí debería estar Meliodas y está noche ella sería quien terminaría con la lengua de él en su boca. Estaba decidida.
Comenzó a entrar a la casa que estaba llena de gente y todo el lugar se veía de un color rojo por las luces. Camino con cuidado entre la gente buscando con la mirada al rubio, no lo encontraba por ningún lado. Hizo a un lado un par de personas para poder ver mejor, no se iba a dar por vencida, lo iba a encontrar, este iba a ser su último intento.
Camino un poco mientras veía hacia los lados, así que no se dio cuenta cuando se encontró con su amiga rubia. Gelda.
—¡Ellie! ¿Como estás guapa? —Por la forma de hablar de la de ojos rojos Elizabeth pudo adivinar que estaba ebria.
—Gel, ¿Cuanto has tomado? —Gelda frunció el seño pensativa mientras contaba con sus dedos lentamente, mientras Elizabeth iba perdiendo la paciencia, tenía prisa y Gelda ebria definitivamente no ayudaba.
—No lo sé, perdí la cuenta —La peliplateada suspiro y busco con la mirada a Zeldris, lo hayo hablando con Galand, así que tomó de la mano a Gelda y la arrastro hacia donde estaba él. El pelinegro dejó de sonreír al ver a su novia ebria—. ¡Zel! Amor, te extrañe tanto...
—Cariño, ¿cuanto bebiste? —Pregunto cuando esta se le lanzo encima enredando sus brazos a su cuello y suspirandole en la cara con su aliento a cerveza. Antes de que la rubia volviera a ponerse a contar con los dedos Elizabeth respondió.
—Perdió la cuenta. Bueno, yo me voy.
—Nooo, Eli, quédate —La rubia se le aferro a el brazo y tuvo que ser sostenida por su novio para que pudiera soltarla—. ¡Quiero que te quedes!
—Lo siento Gel, tengo algo que hacer —Y antes de que ambos, Gelda y Zeldris, le preguntarán que a donde o hacer que, se fue casi corriendo y volviendo a lo que estaba haciendo desde un principio. Buscar a Meliodas.
Empujó a varias personas mientras lo buscaba, esto la estaba empezando a estresar, ¿Donde había podido meterse ese enano? Bueno, por su altura sería difícil encontrarlo. La música sonaba demasiado alto y le era difícil concentrarse, cuando en realidad quería ir a bailar, pero muy estúpidamente quería buscar al rubio. Suspiro, le hubiera encantado tener a Liz allí, ella la hubiese detenido y se la hubiera llevado a bailar. Dejó de pensar cuando encontró a Meliodas. Su corazón se rompió finalmente.
Dio media vuelta y se fue, con el corazón en la garganta y las lágrimas amenazando con salir.
[💌]
Tomó otro trago de Whisky mientras seguía escribiendo en la hoja. A su alrededor todos estaban dormidos, algunos en el suelo, otros en el sofá, en las escaleras, uno estaba pegado al techo, otros en los cuartos y algunos en el patio completamente inconscientes. Terminó de escribir la carta y a paso tambaleante salió de la casa y busco con la mirada el auto de Meliodas, cuando lo hayo fue hasta él tropezando un par de veces, estaba muy borracha.
Llegó muy apenas al auto y pasó la carta por la ventana y rápidamente salió corriendo a unos arbustos a vómitar todo lo que había bebido. Su cabeza dolía, daba vueltas y no podía razonar muy bien. Al menos sabía que no se iba a arrepentir de lo que escribió en la carta, pues dicen que los borrachos siempre dicen la verdad y ella necesitaba soltar un par de verdades en esos momentos. De forma tambaleante se fue al auto de su madre, debía irse lo más rápido posible.
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La Chica De Las Cartas [Temp.1] 💌 Melizabeth.
Fanfiction¦Terminada.¦ Borracha no es la mejor manera de empezar a mandarle cartas a tu crush. Tampoco es el comienzo de una historia para contarle a tus nietos. Pero sin dudas si una muy divertida para recordar. «Querido Meliodas: No trates de esforzarte, es...