Capitulo 3

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::: Ira descontrolada :::

Un largo y frustrante viaje fue el que Silver realizo, llena de ira por no haber podido descansar y distraerse de su rutina como ella había planeado, lejos de su trabajo y por sobre todo de su jefe, el que se las ingeniaba para retenerla siempre en casa en los días de descanso de la espadachín. Frustrada a morir miraba por la ventana del automóvil, no había nada que la distrajera lo suficiente como para calmar su malestar, había tenido que salir de la mansión, de la ciudad que le brindo felicidad, solo para atender la estupidez de los subordinados de su jefe, y eso era lo que mas la molestaba, atender algo que a ella no le correspondía en lo mas mínimo, solo porque así lo había dicho su preciado jefe.

Llena de enojo no había podida probar bocado alguno, cada que recordaba lo cerca que se sentía de sus últimos seres amados y del como le fue arrebatada la posibilidad de verlos en su día de descanso un gran nudo se le formaba en la boca del estomago. El chofer del auto no podía sentir mas pánico del que en esos momentos le invadía, estar tan cerca de la peligrosa y sexy sacaría de la organización, y además a sabiendas que esta se veía sumamente enojada no solo daba cabida para sentir miedo; le pobre hombre sudaba a mares al sentir la mirada fría de su pasajera posársele en su noca, sabiendo que de cometer un movimiento en falso podría salir sin vida de la ciudad, se aferraba al volante como si su vida dependiera de ello, trataba de concentrarse lo mas posible en sus cosas para que el miedo no lo invadiera completamente y así perder el control de si mismo. Había tomado la ruta mas rápida a la residencia donde se encontraban los responsables de que el tuviera que transportar a la temida Silver, lo único que lamentaba profundamente era el destino de aquellos que se habían ganado el que la chica estuviera en esa ciudad. Aliviado visualizo la gran residencia Kamijo e informo a su pasajera este hecho. Silver ni se inmuto en contestarle, solo sonrió con malicia mientras checaba el filo de su amada espada asustando aun mas al pobre hombre.

Medio mundo se detuvo a observar la elegante limosina que se estacionaba en frente de la residencia cuyo dueño desconocían completamente, intrigados esperaban que las ventanillas polarizadas se abrieran de un momento a otro para ver el rostro de aquella persona que se encontraba en sus adentros; el chofer toco el timbre y enseguida las rejas le dejaron pasar.

Habían pasado días, horas, quizá semanas, no estaba del todo segura, había sufrido tales maltratos por parte de sus captores que las fuerzas de seguir luchando se habían esfumado tras la decimo cuarta golpiza, casi moribunda tenia que soportar la hambruna y la sed, sus captores no le habían dado mas que un vaso de agua y una hogaza de pan al día, lo cual no era suficiente para mantenerla con energías para seguir soportando los maltratos. En todo ese tiempo jamás volvió a escuchar la voz de aquellas mujeres que se habían escuchado el primer día, tan solo aquellos hombres que la golpeaban a cada que la sorprendían tratando de escapar, el como se enteraban de sus hazañas era sencillo de saber, había cámaras ocultas vigilándole día y noche, lo que le imposibilitaba el escapar sin que estos se enteraran. Frustrada dejo caer su voluntad y se adentro en la depresión. Todo el tiempo siempre pensaba en ella, en su amada One-sama y en lo cerca que se sentía de ella, y por sobre todo en lo inútiles que fueron todos sus esfuerzos la querer salir de aquel lugar. Cansada y hambrienta sucumbía constantemente a los brazos de Morfeo, adentrándose al mundo de ensueños donde siempre veía a su amada One-sama todo el tiempo a su lado, teniendo aquellos crueles sueños donde ambas estaban juntas y siempre algo las separaba. Con lagrimas en los ojos despertaba cada que las pesadillas la perturbaban, imposibilitada de saber si era de día o de noche intentaba conciliar el sueño nuevamente solo para ver nuevamente a la chica que había estado siempre en su corazón.

Acabada de recibir su decimo sexta golpiza, injustificada pues esa vez no había intentado escapar, cuando escucho una gran pelea verbal entro todos los responsables de su secuestro, eran apenas 7 hombres gritando por todos lados, echándose la culpa unos a otros de un "trabajo" no autorizado, la chica dedujo inmediatamente que aquel "trabajo" no era mas que su secuestro, sonrió satisfecha al escuchar el pánico con el que los hombres corrían de un lugar a otro tratando de salvar su pellejo de la ira de alguien al que ellos nombraban aterrorizados como "Silver ".

Solo dejate amarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora