Tu: Esto... emm... ¿dónde estoy?
La anciana: Querida, este es el mundo bestia. Nosotros somos la raza de lobo.
Tu: Entiendo...
Anciano: Llevamos días pidiendo al dios bestia que nos dé una hembra fuerte para que pueda poblar de nuevo nuestro pueblo, y apareciste.
La anciana lo mira triste.
Anciana: Las hembras se están muriendo una tras otra, y no sabemos la causa. Hay una bruja o serpiente que se está encargando, pero tampoco sabemos qué está pasando. A este paso, nuestro pueblo se romperá.
Los miras y ves que están muy tristes por lo que les está pasando a las hembras. Sientes pena por ellos. Cuando estás a punto de responder, se escuchan gritos.
Los tres salen afuera para ver qué está pasando.
Bestias: ¡Hembra! ¿Ya eligió a quién quiere para tener cachorros?
Tu: No, esperen.
Pero gritan y tu voz apenas es un susurro. La anciana se enoja y pega con su bastón en el suelo para que hagan silencio.
Anciana: ¿Es esta la forma de tratar a una hembra traída por el dios bestia? Recién ha llegado a nuestro pueblo y no sabe nada. ¡No la agobien!
Silencio.
Tu: Gracias. Suspiras aliviada.
Bestias: Entonces, ¿yo me encargaré de mostrarle el pueblo?
Bestias: ¡No, yo lo haré!
Tu: (pensamientos) Entiendo sus hormonas. Las hembras se están muriendo y están desesperados...
Anciano: Hembra, tienen razón. Elige a un macho y así conocerás nuestra cultura.
Los miras sorprendida, pero notas que tiene razón. Además, es para conocer el pueblo, no para tener cachorros.
Tu: E-está bien...
Todos los machos saltan de alegría.
Tu: Pero solo será uno.
Levantas un dedo.
Tu: Elijo a...
Ves que todos te miran y esperan a quién vas a elegir, pero a lo lejos, al fondo del público, ves un cabello rojo. Recuerdas que él fue quien te sostuvo para que no te cayeras. Ves que está de espaldas y con las orejas caídas, parece triste.
Tu: Elijo al chico del fondo.
Todos levantan sus orejas y se giran.
Tu: Sí, tú, el que tiene el pelo rojo y puntiagudo, ¿podrías enseñarme y mostrarme su cultura?
Notas que el chico rojo levanta sus orejas, se da la vuelta sorprendido y a la vez feliz. Ves que su colita empieza a moverse con mucha fuerza.
Tu: (pensamientos) Parece que ahora está feliz.
Las bestias lo miran con envidia, pero respetan la decisión de la hembra. Kirishima te sonríe de oreja a oreja, y tú le correspondes la sonrisa.
Anciana: Ya que la hembra ya eligió a su macho, todos pueden ir a hacer sus deberes. Hembra, por favor, vaya y conozca nuestro pueblo.
Caminas nerviosa al lado del chico rojo, pero miras de reojo hacia atrás y ves que la anciana y el anciano chocan las manos victoriosos.
Tu: (pensamientos) Buena jugada, al final lograron lo que querían, que elija un chico.
Suspiras y miras de reojo al chico rojo.
Tu: Discúlpame...
Kirishima: Sí? Sonríe
Tu: ¿Cómo te llamas?
Kirishima: Me llamo Kirishima... ¿por qué?
Tu: ¿Cómo por qué? Es para dirigirme hacia ti con tu nombre y no llamarte chico rojo. Te ríes
Kirishima se pone feliz y empieza a mover su cola.
Kirishima: Eres extraña, hembra. Las hembras de aquí solo les importa que el macho sea el más poderoso del clan.
Tu: Me llamo _____. No me gusta que me llamen hembra. Es muy vulgar...
Kirishima: ¿La ofendí?
Ves que está nervioso y te mira con carita triste.
Tu: (pensamientos) ¿Qué pasa con este mundo? Tratan a la mujer como si fuera un diamante... Desearía que esto estuviera en mi otro mundo.
Tu: Está bien, no estoy enojada.
Le acaricias la cabeza haciéndoles mimos.
Kirishima: ¿Puedes... puedes hacerlo de nuevo?
Te mira avergonzado, te sorprende, pero lo acaricias de nuevo. Ves que sonríe.
Tu: (pensamientos) Bueno, al fin y al cabo, es un perro. A los perros les gustan las caricias, ¿verdad?
Kirishima te muestra el pueblo, pero no pudieron ver mucho ya que los machos te molestaban constantemente para que fueras su hembra y tuvieras cachorros. Kirishima se enojó en un momento y todos los machos bajaron la cabeza. Ahora están en un prado sentados.
Tu: Kiri, me contaste que a las hembras solo les importa el más fuerte del clan. ¿Cómo es eso?
Kirishima: Cada macho tiene marcas en su piel, una marca, dos marcas, tres, cuatro y así.
Tu: Oh, y ¿por qué estabas triste antes de que te eligiera?
Ves que se pone nervioso y esconde la cara con sus manos. Te acercas más a él para que te lo diga.
Kirishima: Porque no tengo ninguna marca.
Orejas caídas
Tu: (pensamientos) ¿Alguien puede ser más bello? Emocionada
Le acaricias la cabeza y sus orejas.
Tu: No entiendo nada de esas marcas, tampoco me importa mucho, pero yo te señalé porque me pareces muy lindo. No sé por qué razón, pero no me gusta verte triste.
Empieza a mover su cola y se lanza arriba de ti. Sientes que es un perro gigante. Te lame toda la cara hasta que llega a tus labios y te lame por accidente. Los dos se paran en seco y se quedan mirando sonrojados.
Se separa
Kirishima: Lo siento, me emocioné. Se rasca la cabeza nervioso
Tu: N-no te preocupes. Colorada
Te colocas una mano en tu pecho para calmar tu corazón.
Levantas la vista
Tu: Se está ocultando el sol...
Kirishima: ¿Puedes venir a mi guarida?
Mueve la cola mientras te mira con brillos en sus ojos
Tu: ¿En serio? ¡Qué alivio! Bueno, si no es molestia.
Te dice que no y se transforma en un lobo gigante de color rojo. Lo miras impresionada y a la vez con miedo por lo gigante que es. Pero cuando se da la vuelta y ves sus ojos, te das cuenta de que aún sigue siendo Kirishima. Levantas la mano y lo acaricias.
Tu: Eres impresionante, Kirishima. Eres muy hermoso.
Kirishima te indica con la cabeza que te subas arriba de él. Te emociona subirte a un lobo tan grande.
Tu: Ok... con permiso entonces.
Acaricias su pelaje de su lomo y te subes arriba de él. Lo abrazas con fuerza, ya que crees que te vas a caer a los lados. Sientes que el lobo empieza a vibrar.
Tu: (pensamientos) ¿Así se siente estar arriba de un caballo?