capitulo41

234 16 0
                                    

Me arrinconó contra él, y mi corazón comenzó a latir desenfrenadamente.
Oh no, no otra vez.

Sus labios pasearon por mi cuello, mi hombro y el lóbulo de mi oreja.
Mi respiración se aceleró. Era como fuego líquido sobre mi piel.

"Estaba jugando, sabía que estaba jugando"- gritaba mi consciencia, pero el rugido frenético de mi pulso detrás de mis oídos silenciaba cualquier reproche.

Bajó el tirante de mi blusa, y comenzó a pasar sus labios por mi brazo, luego volvió a mi cuello, y descendió hacia mis pechos.

Me tomó de la cadera, y tiró de mí hasta que quedé sentada a horcajadas sobre él.

Los vidrios eran polarizados, pero sabía que en cuestión de segundos cualquier estudiante podría vernos por el vidrio delantero.

-No puedo- gemí contra su cuello mientras el devoraba mi piel.

-No me digas eso- susurró mordiendo levemente mi cuello.

Me apretó contra él, y sentí su gran erección debajo de mí.
"Genial, no soy la única caliente aquí" pensé absurdamente.

Sus labios exploraban toda la piel desnuda que le permitía mi ropa y yo me sentía a punto de llegar a un orgasmo sin siquiera haber llegado a más allá de besos.

Me tomó del mentón, y me preparé en una centésima de segundo para lo que me dejaría marcada toda la semana.

Estampó su boca contra la mía, y rápidamente le di acceso a su lengua que jugueteó con la mía.

Sus manos se posaron en mi cadera, hundiéndome más contra él y su gigante problema contra sus pantalones.

Rendida, pasé mis brazos por su pecho acariciándolo y luego ascendí por sus hombros.
Entrelacé mis brazos detrás de su cuello, y lo acerqué más a mí.

-Me pones tan caliente- susurró Jorge sin aliento.
Un interruptor sonó tan fuerte en mi cabeza, que ahogó al pulso detrás de mis oídos.

¿Qué demonios estaba haciendo? Caía una y otra y otra vez. ¡¿Porqué era tan estúpida?!

-No otra vez- balbuceé y Jorge se detuvo.

-No me hagas esto, Martina, te necesito- susurró sobre mis labios.
Me deshice de su abrazo y me bajé de regazo para sentarme de nuevo en el asiento del copiloto.

Toqué mi pelo pensativa, buscando palabras crudas.

-Lo único que tu necesitas de mí, es sexo- no me atrevía a mirarlo, pero estaba plenamente consciente de que sus ojos estaban en mí.

-¿Ah sí?- preguntó casi en el mismo tono arrogante con el que me había tratado en aquellos tres malditos e infernales meses.
Lo observé.

-Hace seis meses que no me pones una mano encima, ni hemos tenido algún acercamiento más lejano a un abrazo- comencé- me tratas como si fuera sólo una amiga, casi como a una hermana, y ahora... ¿me besas?-.

No estaba furiosa con él, sino conmigo misma. Yo sabía que el nunca cambiaría sin embargo siempre caía en sus brazos.

-Vi gran acción de tu parte, no creas que he sido yo sólo el que ha actuado en esto-.
Me miró y arqueé una ceja.

-¿Y porqué lo haces, Jorge?- pregunté animándome a mirarlo fijamente- tú siempre haz sabido que no me gustan las cosas casuales, y aun así, sólo... vienes, me besas un rato y luego te vas-.

¿quien te crees?||Jortini||adaptadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora