Salí a trote de mi apartamento dirigiéndome a mi auto.
Almorzaríamos, como siempre, con Martina y Franchesca.Conduje rápidamente a través del campus hasta la cafetería.
No quería perder un segundo sin ella.Al entrar, Martina charlaba animadamente con su amiga. Tenía una sonrisa preciosa pintada en el rostro.
-Hola señoritas- saludé alcanzando una silla a la mesa.
-Hola Jorgg's- me saludó Martina.
-Haz llegado justo a tiempo.
Las miré dubitativo, y Martina le lanzó una mirada fulminante a su amiga.-Martina, ha tenido un gran inicio de día- comenzó Franchesca y Martina golpeó su hombro.
-¿Ah sí? ¿Qué ha sucedido?- pregunté curioso.
Bien, internamente estaba desesperado. Esto me olía mal.-Martina, tiene un nuevo profesor que la ha dejado tonta-.
Mi hermoso ángel se sonrojó y bajó la mirada.
Y sentí como una puntada en el estómago. ¿Un profesor?-¿Ahora te gustan los viejos?- pregunté divertido mientras bebía un sorbo de su café helado.
-No es viejo- frunció el ceño y me reí divertido- ríete ahora pero cuando lo conozcas caerás de culo al piso- me advirtió y los tres nos reímos.
¿Un viejo? No debía preocuparme.-¿Puedo serviles algo más?- preguntó una rubia. Al mirar bien su rostro, me di cuenta que era una de las chicas con las que me había acostado hace dos semanas.
-¿Jorge?- preguntó Martina- ¿vas a pedir algo?-.
-¿Jorge?- repitió la rubia- ¡oh Jorge! ¿cómo haz estado bombón?-.
Diablos, diablos, diablos.Martina entrecerró los ojos y noté un breve destello de ira en sus ojos.
Se levantó de la mesa y se acercó a la caja registradora.-Bien ¿y tú?- pregunté distraído mientras Franchesca me lanzaba una mirada cómplice, y Martina seguía en la caja.
-Genial, no me has llamado- se quejó la rubia, de quién no podía recordar su nombre-.
-He perdido tu número- mentí mientras Martina se acercaba.
Le susurró algo a Fran en el oído mientras la chica que me hablaba le daba las espaldas.
¡Demonios!-Pues te lo dejo de nuevo- anotó su número en un papel bajo la atenta e inquisidora mirada de Martina.
Arqueó una ceja y suspiró. ¿Decepción era lo qué opacaba sus hermosos y grandes ojos chocolate?
{Narra Martina}
No me sorprendía. Otra presa de Jorge.Pero... ¿por qué después de tanto tiempo y sabiendo como era él, me seguía doliendo?
Me daba rabia que otra chica se acercase a él, y eso que eran muchas.
Si hubiera tenido un "gas mata-zorras con las que se acostó Jorge" todo el campus se habría muerto. Incluso yo. Aunque no me consideraba a mi misma una zorra.
Simplemente había sido un error. Había caído en sus brazos, y punto.
Ya no lo cometería de nuevo.Estaba segura de eso, principalmente porque el me trataba como a su jodida hermanita menor, y segundo porque sentía que ya había aprendido.