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Desde el día de ayer Shoto supo que su vida no seguiría igual. Quedó más que claro cuando, en su ida hacía la manada de lobos, se encontró a Mitsuki junto a otras dos lobos -una chica y una niña.- esperándolo pacientemente.

El día anterior, luego de que se enteraran de su celo, Mitsuki le prohibió volver al pueblo humano porque podía sucederle algo, olvidando completamente que estaba hablando con un jodido vampiro, y uno de los más poderosos de su generación. Su pequeño trabajo para conseguir comida se decidió que lo hiciera el tal Izuku.

Realmente no entiende porqué la preocupación de aquella Alfa, y prácticamente todos los demás, pero termino dándole el gusto a la mujer. Aunque eso sí, se negaba a quedarse sin hacer nada, ni siquiera tenía los síntomas del precelo aún.

Es por eso que ese día ayudaría a los Omegas, según Mitsuki sería un trabajo sencillo y perfecto para él en el estado en que se encontraba. Algo estúpido a sus ojos porque se encontraba de maravilla pero no quería discutir con esa mujer.

Al llegar con ellas, la cenizo no dudo en inspeccionarlo, viendo que su capa cubriera bien su rostro y cuerpo, oliendo un poco para estar segura de que aún no se encontraba en precelo. Y al terminar su inspección se relajó, aunque sea un poco.

-¡Bien! Hoy, como pediste, ayudarás a estas dos chicas, ellas irán un poco más profundo en el bosque buscando algunas hierbas y frutos, no es una tarea difícil para ambas pero les vendría bien manos extras, y al no haber mucho sol por los árboles te vendrá perfecto. -dijo la mujer explicándole su deber de ese día.

-¡Mucho gusto! Soy Uraraka Ochako, y está pequeña conmigo es Eri ¡Seremos tus guías y compañeras de hoy!-

Uraraka Ochako, una Omega de cabello castaño y ojos de igual color, era bastante más bajita que él y podía notar un ligero rubor en sus regordetas mejillas, de ella venía un olor suave y floral. A su lado la pequeña Eri, igualmente una Omega pero está tenía el cabello bien blanco y ojitos rojizos, además pudo notar varias cicatrices en sus bracitos, al ser una niña su olor no estaba muy asentado pero percibía algo dulce. Ambas tenían dos orejitas de lobos junto a una cola.

-El gusto es mío, soy Shoto. -dijo haciendo una ligera reverencia.

Desde que abandonó su Clan no quiere saber nada sobre su apellido, odia todo lo que tenga que ver con su antigua vida, prefiere quedarse con su nombre a secas, a sabiendas que su querida madre lo adoraba, y por suerte nadie preguntaba al respecto, y aunque lo hicieran no es como si fuera a contestar.

-¡Bien! Basta de presentaciones ¡Hora de trabajar!-

Se encontraban en el bosque, los tres tenían unas canastas en donde guardaban algunos tipos de frutos y mayormente hierbas, veía como aquella niña iba emocionada usando su olfato para saber si eran las plantas indicadas o si las frutas estaban en ...

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Se encontraban en el bosque, los tres tenían unas canastas en donde guardaban algunos tipos de frutos y mayormente hierbas, veía como aquella niña iba emocionada usando su olfato para saber si eran las plantas indicadas o si las frutas estaban en buen estado.

Él, como se ha mencionado, mayormente iba como manos extras, a fin de cuentas Uraraka le había dicho que dejara a Eri hacer esto, pues estaba en entrenamiento. Aún así, si la pequeña tenía dudas la castaña iba en su ayuda.

Al principio le había sorprendido que les hayan dejado solos -teniendo en cuenta lo sobreprotectores que ha notado que son.-, a fin de cuentas eran tres Omegas y uno de ellos era una niña. Pero lo entendió al ver uno que otro Alfa y Beta yendo de aquí para allá con otros trabajos, así que muy solos no estaban en realidad.

-¡Estoy tan feliz de conocer otro Omega más! -escucho a la castaña hablar con una gran sonrisa, sacándolo de sus pensamientos.

-¿Hay pocos en su manada?-

La vió asentir. - Si hablamos de Omegas "jóvenes", tal vez somos como unos tres o cuatro, Eri es la única cachorro Omega y hay unos dos adultos.

-Eso... Es muy poco.-

Estaba sorprendido ¡No llegan ni a los diez! No es como si en su Clan abundaran los Omegas, igualmente eran pocos, pero si eran más de los que ella mencionó, lo cual era sorprendente siendo que la manada no era pequeña.

-Si, supongo que por eso nos cuidan y protegen tanto, mayormente son Alfas y ellos tienden a tener su instinto de protección bastante elevado.- dijo soltando una risita. - Aún recuerdo todos los pretendientes que tuve cuando llegue a la edad de cortejo y como mi padre los echaba a patadas de nuestra casa o les gruñía cuando se acercaban a mí.-

-¿Pretendientes?-

-Si, cuando un Omega llega a la edad de cortejo es cuando los de la manada, mayormente Alfas, comienzan a intentar tener algo contigo, normalmente tenemos varios pretendientes y luego elegimos al que creamos es el correcto. Esa personita que tú y tu Omega dicen: "este es el indicado"- podía notarla tan feliz cuando explicaba y como sus mejillas se volvían más rojas de lo que ya eran. -, así conocí a Deku, mi actual pareja. Es el Alfa que te ayuda con los recados del pueblo, es tan amable y tierno, siempre está al pendiente de mi...-

Escuchando a la chica hablar no pudo evitar pensar en lo distinto que era a cómo funcionaba en su Clan, aquí los Omegas elegían con quién querían casarse y en su antiguo hogar no tenían voz ni voto, solo aceptar a su futura pareja, que era elegida normalmente por sus padres y nunca era la mejor opción, ya que siempre buscaban el beneficio al unir familias, sin importar que le suceda al Omega.

Gracias a eso ha sido testigo de cómo Omegas preferían mil veces sumirse al sueño eterno antes de tener que casarse. Él en su tiempo también lo pensó.

Morir y abandonar todo.

-... Estoy un poco celoso.-

Ochako se calló y no pregunto porqué, pudo sentir el ligero aroma amargo surgir del vampiro llenándola de tristeza. Así que no dudo en cambiar de tema, hablando sobre la pequeña que corría de aquí para allá buscando las mejores hierbas para futuras medicinas. Al mismo tiempo dejando salir un poco más su aroma floral para calmar al bicolor.

Shoto lo agradeció y Ochako supo que iba a pasar más tiempo con el vampiro.

No podía ni quería dejarlo solo.

No podía ni quería dejarlo solo

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Cuidando del Omega; bktdDonde viven las historias. Descúbrelo ahora