Para Shoto su vida en el clan fue una completa mierda, no había forma de describirla.
Desde el momento en que nació y fue declarado como un Omega se ganó el desprecio de todos los vampiros de allí.
No importaba que fuera uno de los más fuerte de su especie, con simplemente haber nacido Omega ya era tratado como basura inservible.
Tener a adultos recordándole lo inútil que es, adolescentes hormonales que querían "conquistarlo" -lo cual no era más que acoso hacía su persona.-, hasta peleas verbales con su padre y sumándole a todo esto: que este intentará comprometerlo con algún Alfa fuerte cuando cumpliera la mayoría de edad.
Era horrible no poder abandonar su Clan hasta que cumpliera los cien años, en donde ya se consideraba un adulto gracias a la larga vida que las criaturas como ellos poseían.
Incluso se adaptó a dormir de noche a pesar de ser un animal nocturno. Era mejor vivir de día con todos los de su Clan durmiendo mientras que de noche dormía mientras ellos hacían sus vidas. Al menos así se libraba de comentarios desagradables y el acoso por lo de su edad e incluso algunos mayores.
Ser de los pocos Omegas del Clan era una desgracia, ser uno de los más fuertes aún más. No por nada su padre quería casarlo con algún Alfa poderoso para que sus hijos lo sean aún más, estupideces.
Si él iba a tener hijos lo sería con alguien que ame, no con un imbécil que cree tener algún tipo de autoridad sobre él simplemente por ser un Alfa.
Y es por eso que el haber escapado apenas había cumplido sus cien años fue la mejor decisión que había tomado en lo que llevaba de vida.
Claro que al principio fue difícil, estar vagando sin rumbo fijo no era bonito, dormir en el suelo mucho menos, y cazar para alimentarse ¡A veces no encontraba animales! Agradece que la fruta le llenaba aunque sea un poco, podía encontrar distintos tipos de bayas más fácil que algún animalito.
Cuando puso un pie en el territorio de los lobos creyó que sería un gran problema, en cambio la Alfa líder de esa manada le había insistido en que se quedara con ellos, pero él siempre terminaba rechazando la oferta, pero termino aceptando quedarse al menos cercas de allí. A fin de cuentas había encontrado una cabaña abandonada la cual podía usar, no estaba en las mejores condiciones pero prefería mil veces eso a que estar en su antiguo hogar o en el suelo.
La sangre, por suerte, tampoco fue un problema, tenía un pequeño "trato" con los humanos, de vez en cuando iba al pueblo de estos para hacer algunos deberes y ellos se lo pagaban con bolsitas de sangre, los humanos eran débiles y necesitaban bastante ayuda y él les facilitaba muchas cosas; cómo mover objetos pesados o llegar a lugares altos. Lo único que debía hacer era ir bien cubierto, el sol no lo mataba como muchos humanos creían pero si le irritaba mucho la piel además de llegar a ser molesto para sus ojos. Pero ya se estaba acostumbrando.
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