Capítulo X

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Capítulo X

   El día de la boda de Alejandra y Alexander, Brooke se había detenido a contemplar todo. Y había llegado a la conclusión que había sido muy hermosa. Tan hermosa como lo había sido la le Kate y Kevin… y la suya con Richard, si todo hubiese sido diferente. Pero él lo había arruinado todo. Destruyendo el brillo que habían tenido aquellos momentos tan especiales. Ahora la vida le había cobrado cada una de sus lágrimas con aquella ausencia y aquella lejanía que ahora vivían junto a él. La imagen de Brooke todavía no se había borrado de su mente, ni mucho menos aquel daño que le había ocasionado. Deseando, al mismo tiempo, reparar aquel profundo dolor en aquel corazón ingenuo e inocente.

   El otoño llegó nuevamente. Otoño, como aquel otoño de 1920. Era 28 de septiembre de 1927 y Brooke se encontraba en su nuevo hogar, en aquel hogar que había deseado tener desde hacía tanto tiempo, y gracias por sus propias manos. Se encontraba en una pequeña casa en Chicago, lugar en donde vivía hacia dos años. No había sido fácil para Brooke separarse de todos aquellos que de cierta forma le habían ayudado, pero era momento de tener su propia vida y que ellos tuvieran la suya. Su hija Michelle apenas tenía cinco años de edad y la curiosidad de querer saber cómo era su padre, a veces le hacía cambiar la conversación o guardar un profundo silencio. ¿Qué podía decirle ante todo ese rencor que aún seguía en su alma? Ella solo es una niña, por lo que no merecía escuchar aquellos sentimientos que su madre ocultaba muy dentro de su alma.

   ¡Cuánto le encantaría poder hablarle de su padre y pintárselo con aquella imagen que todo niño deseaba que tenga!

    Pero sus labios se negaban a hacerlo. No podía, aunque simplemente ocurriera en una ocasión.

   No podía... No podía...

   Sin embargo, si había algo que confesar y sacar de su interior, era que desde aquel incidente entre ella y su hija, en aquella noche lluviosa, había estado un poco mal de salud. Tanto trabajar había bajado sus defensas y había logrado una pronunciada palidez en su rostro. Las cosas en Estados Unidos cada vez eran más difíciles, por lo que trabajar se había hecho algo primordial para ella, pues deseaba lo mejor para su hija.

_ Brooke aún sigues con esa tos tan terrible._ le había dicho Kate, quien estaba esperando su segundo bebé_ Cada vez te veo más…

_ Kate… no exageres tanto._ expresó al interrumpirla.

_ No son exageraciones… desde la boda de Alejandra, que fue hace tres meses, sigues igual. No he visto ninguna mejoría en ti.

_ El tratamiento es largo. No te preocupes tanto por mi, que me haces sentir mal… Harold, mi médico, ha sido quien me ha dicho que de un día para otro no se me va a quitar esto. Por lo que debo tomarme al pie de la letra estos medicamentos._ dijo al mostrárselos_ Ahora, cuéntame de ti… ¿Cómo has estado? ¿Por qué Kevin no te acompañó hoy, como en otras ocasiones?

_ ¿Qué te puedo contar de mi?...Mmm… que espero a mi segundo hijo._ sonrió con dulzura–… Que voy a ser madre por segunda vez y que Kevin cada vez me consiente más. Él, en esta ocasión no pudo acompañarme porque tuvo que ir primero a unos asuntos de negocios y porque Richard está aquí, en Chicago… y sospecha de que puedes estar aquí.

_ ¡¿Salió de su habitación?!_expresó concierta ironía, haciendo, al mismo tiempo, un gesto de extrañeza.

_ Si… a veces siento tanta pena por él. Está sufriendo por todo lo que te hizo, ciegamente.

_ ¡Que sufra! Él se lo buscó…Nunca confió en mí, ni siquiera en el amor que le tenía y que él destruyó con sus palabras. Pero eso ya no importa, no quiero saber nada de él… nada.

_ ¿Ni siquiera quieres saber por qué sospecha que estés aquí en Chicago? ¿O aquello que lo motivó a salir de su habitación?

_ Sabes muy bien que no. – dijo seriamente.

_De todas maneras te lo diré…

  En aquel instante, lo que no había querido escuchar, terminó por escucharlo, de la boca de su amiga. Incluyendo sobre aquella corazonada que había sentido Richard justamente la noche en la que por poco las atropellan a Michelle y a ella, y la manera en que lo había inquietado aquella sensación que sacudió su alma y le hizo susurrar un nombre: Brooke. Además le contó que Bruce, su otro amigo, le había comentado a Richard que había visto a alguien muy parecido a ella en Chicago, con la esperanza de animarlo a seguir luchando; y obviamente que esta vez si era ella, sin saber que él le había visto caminar por una de las calles de esta ciudad.Aquello le hizo suponer a Richard que los continuos viajes de Kevin y su esposa a ese lugar llevaban más motivos, además de los negocios… aún cuando Kevin no lo admitiera, por respeto al silencio de Brooke.

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