Todoroki caminaba por el tan conocido sendero mirando las tan conocidas cosas a su alrededor.
El mismo grupo de setas marrones, los mismos nidos de pájaros en en los árboles, las mismas huellas entre los tréboles que dejó ayer.
El aburrido chico se sentó en un tronco con su pileo de hongo en la cabeza haciéndole sombra a su cara y hombros. Suspiró y apoyó su mentón el su mano mientras veía a una ardilla rascando el suelo inútilmente en busca de nueces.
Metió su mano en el bolso de cuero que llevaba al hombro y sacó una pequeña bolsita cerrada con un cordel. Eliminó unas avellanas de su merienda y se las lanzó al animal, que chilló alegremente para luego sujetar la nuez y salir corriendo.
-De nada- murmuró mientras guardaba el saquito en la bolsa y sacaba un manojo de hojas de papel. Esas hojas eran lo único que lo salvaban de su soporífica vida, no por las aburridas palabras que contenían, que hablaban de hechos históricos y guerras que no le importaban; sino por lo que podían contener.
Con un lápiz de carbón podía omitir las aburridas letras y cambiarlas por dibujos de todo lo que creara su imaginación. Y después de diecisiete años viviendo en monotonía, su imaginación tenía mucho que ofrecer.
Podía dibujar todas esas cosas de las que había oído hablar pero que solo veía en su cabeza. Esas enormes estructuras que cargaban con veinte personas en el agua y no se hundían, esas cosas dulces que no eran nueces ni fruta, y esos objetos brillantes que eran duros como piedras.
Shoto llevaba diecisiete años, diecisiete largos y aburridos años en el bosque de Keimusho sin poder ver más allá de sus fronteras. Si era honesto, ni siquiera se había acercado demasiado al límite del bosque por lo que técnicamente su mundo entero consistía en ese montón de árboles y tierra. Un chico de su edad ya debería conocer gran parte del mundo, tener prometida y vivir solo; pero no Shoto. Él era un miserable híbrido mitad hongo mitad humano sin amigos, sin aventuras y sin vida. Y todo por culpa de su padre.
El hombre había tenido cuatro hijos pero ninguno de ellos parecía cumplir con los requisitos que él deseaba, por lo que se desquitó con su madre y hermanos hasta espantar a la pobre mujer. Shoto de verdad esperaba que, donde sea que esté, su madre estuviera bien.
No le guardaba rencor por irse o por la cicatriz que adornaba su ojo izquierdo pues sabía bien que tenía miedo al igual que él, solo que ella pudo huir y Shoto no. Incluso su hermano Touya logró escapar de ese bosque, desafiando a Endeavor y uniéndose a unos piratas.
Y Shoto los extrañaba. Extrañaba como su madre lo abrazaba con la calidez propia de una mamá. Extrañaba como su hermano solía llevarlo a ese mismo tronco para alejarlo de su hogar y contarle historias sobre el maravilloso mundo exterior que descubrirían cuando escaparan juntos. Lo extrañaba desde el día en que dejó una carta en su ventana y se reunió con él en el claro, prometiéndole que volvería por él cuando tuviera donde ir.
Eso hace tres años y Todoroki había perdido la esperanza de alguna vez poder irse de ese bosque.
No es que el bosque fuera horrible. Era grande y diverso, con todo tipo de plantas y animales pequeños, pero incluso la magia perdía la gracia si se volvía cotidiana. Antes se pasaba todo el día fuera; colgándose de árboles, siguiendo peces y jugando a los caballeros. Ahora solo podía sentarse a dibujar, añorando poder ver aunque sea un minuto del mundo exterior.
Su padre no podía darle menos atención, estaba demasiado ocupado como consejero del rey por lo que apenas pasaba tiempo en casa. Eso dejaba a Natsuo y Fuyumi pero ambos, al igual que su padre y Touya, no tenían condición híbrida por lo que podían salir del bosque y ver el mundo, y hace años que no iban a verlo.
Shoto no, él debía quedarse oculto para que nunca nadie supiera que Endeavor tenía un hijo mitad hongo.
El bicolor sacudió la cabeza para despejar sus pensamientos cuando oyó algo que se acercaba entre los árboles. Se levantó con velocidad y con la navaja de plata que usaba para afilar sus lápices apuntó en dirección del ruido, que se iba intensificando.
Debido a que leía mucho y su vívida imaginación Todoroki empezó a generar en su mente los posibles escenarios, por lo que decidió esconderse detrás de un árbol particularmente grueso y miró hacia los árboles.
De repente una figura emergió de ahí. Era un chico de cabello azabache hasta los hombros, usaba una camisa blanca y unos pantalones cafés que llegaban hasta la mitad de sus pantorrillas. Pero lo que más llamó la atención fueron las alas tornasoles que nacían de su espalda.
"Un hada" pensó.
El chico se acercó al tronco donde había estado sentado antes y Todoroki vio con horror como agarraba las hojas que había dejado olvidadas para mirarlas una tras otra. No podía dejar que nada les pasase, esos dibujos eran todo su mundo así que cuando vio que se inclinaba a recoger los palitos de carboncillo se armó de valor y salió de su escondite apuntando al desconocido con su navaja.
-Suelta eso- ordenó.
Créditos de la imagen: @handoflotus en instagram.
Sé que es raro que Todoroki no sea príncipe pero se me hacía interesante probar otra cosa. Ambos personajes están inspirados en los cosplays de @handoflotus en tiktok e instagram. Vayan a seguirla, es increíble
-Moon
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Fairy Tail ~ |Seroroki|
FanficEl mundo es muy pequeño, o al menos el mundo de Todoroki Shoto. El bosque es inmenso, pero después de diecisiete años parece ya conocer todo lo que el lugar tiene para ofrecer y anhela ver más. Pero su padre lo mantiene atado a el mundo ya conocido...