Capítulo 6

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Al salir de la cueva, las chicas estaban tomando el sol en el barco y apenas percibieron su presencia. De hecho se llevaron un susto al verles ya allí.

- Ya veo como vigilais - las picó Adrián quitándose el neopreno.

- ¿Habéis encontrado la cueva? - preguntó Alicia nerviosa. A lo que los chicos y Fernando respondieron afirmativamente.

- ¿Y?, ¿la habéis encontrado? - continuó Lucía con cara de pocos amigos, pues no le habían gustado las palabras de Adrián.

- Pues... la verdad es que no - contestó Andrés agachando la cabeza.

- Y esa es la razón por la que tendremos que volver mañana por la tarde, a la misma hora que hoy - prosiguió Fernando - No debéis rendiros chicos, estoy seguro de que la encontraremos. Y chicas, no podéis andar tan despistadas, esto es muy peligroso, no sabemos con certeza si alguien más anda en busca de la gema. Recordad que es mejor que hablemos de ella aquí en el barco, en tierra hay oídos por todas partes.

Ya eran las ocho de la tarde, así que era mejor volver al puerto. Tardaron casi una hora en llegar, y con la ayuda de Dani, Fernando consiguió atracar el velero cómodamente.

Después de despedirse del capitán del barco, todos optaron por cenar algo rápido e irse a dormir, debido a que se encontraban muy cansados, y más aún los chicos tras la búsqueda. Se encaminaron al hotel, y como a la mayoría les entró hambre antes de pisar incluso la calle donde se situaba éste, pararon en un restaurante, pidieron macarrones con queso para llevar, y pasados varios minutos de espera pudieron continuar su trayecto.

Girando una esquina divisaron su destino. Se había levantado una pequeña brisa muy agradable, que se agradecía después de un día con tanto calor. Por ello, prefirieron quedarse cenando en unos bancos que tenía el hotel en su jardín, que subir a uns de las habitaciones.

Durante la cena no nombraron la búsqueda ni la gema, siguiendo las advertencias de Fernando. Pero si descubrieron que tenían cierta interés por dar clases de surf. Andrés sacó su teléfono para buscar información sobre el surf y para saber en qué parte de la isla podrían tomar las clases. Solo necesitaban coger un autobús, y todos estuvieron de acuerdo.

Al terminar de cenar, se fueron a sus respectivos dormitorios y se acostaron. Pero, Alicia era incapaz de conciliar el sueño y como la noche anterior, se bajó a los jardines del hotel para dar un paseo. Estaba cruzando el puente cuando una figura que reconocía caminó hacia ella.

- Sabía que estarías aquí - comentó un sonriente Dani.

- ¿Cómo lo sabías? - interrumpió ella.

- Esta mañana he visto tus ojeras y se veía que no habías dormido mucho, simplemente he probado suerte, y he acertado. Si quieres puedo quedarme aquí contigo.

Alicia se lo agradeció, seguramente él estaba muerto de sueño. Estuvieron varias horas conociéndose a fondo. Dani descubrió que Alicia tenía un hermano dos años más mayor que ella. Además, también se enteraron de que vivían en barrios totalmente opuestos en Madrid, a pesar de que en metro se tardaba relativamente poco.

Alicia no sabía que Dani era así, es cierto que se conocían de unos pocos días, pero le sorprendió para bien. Ambos se sentaron en un banco a la luz de la luna, y prosiguieron contándose anécdotas divertidas e incluso humillantes que les habían ocurrido.

Dani estaba hablando animadamente cuando se dio cuenta de que la cabeza de su nueva amiga descansaba sobre su hombro. Y ella ya no le prestaba atención porque estaba profundamente dormida. Él al alzó en brazos y la llevó hasta su habitación. Una vez allí, usó la tarjeta que llevaba Alicia y abrió la puerta. Finalmente la depositó en su cama y la tapó con la sábana, pues esa noche estaba refrescando. Después se dio la vuelta hacia la puerta. Y antes de cerrarla dijo "Buenas noches Alicia", para luego salir de la habitación, cruzar el pasillo, entrar en la suya y dormirse.

La gema doradaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora