CAPITULO 19

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— ¿Querido, vas a casa de Donghae hoy? —Preguntó Sunny mientras detenía el coche alquilado en la entrada de la escuela.
 
—No.
 
— ¿Pelearon? —Preguntó ella—No has querido hablar de Donghae durante toda la semana. ¿Por qué? 
 
—Primero estoy en casa de los Cho por mucho tiempo y ahora no lo suficiente, ¿Algún día vas a estar contenta? —Ryeowook sintió que había cometido un error al ver el rostro herido de su madre—Lo siento, ¿De acuerdo? 
 
En el exterior del auto de su madre, rugía la tormenta, con la misma furia e intensidad que había en su alma. Dio dos pasos y abrió el paraguas que llevaba, sacudió el brazo y Sunny arrancó el automóvil, cuando dio unos pasos adentro de la escuela se topó con la mirada fría de Donghae quién últimamente se había tomado la molestia de esperarlo todas las mañanas para atosigarlo en silencio. 
 
Ryeowook no había intentado hablar con el pelinaranja por miedo y vergüenza, por eso se pasó la mañana entera evitándolo, hasta que el profesor Heechul los mandó otra vez al confesionario. 
 
Esta vez, Ryeowook ya estaba preparado para mentir y no decir nada, por eso cuando entró al pequeño y sofocante lugar oscuro se aclaró la garganta más de cinco veces. 
 
—Ave María purísima—Dijo el cura con un suspiro pesado. 
 
—Sin pecado concebida—Murmuró Ryeowook, azorado—Padre, perdóname que he pecado. 
 
—Cuéntame hijo. 
Ryeowook se acercó a los pequeños agujeritos y casi apegó su boca a ellos para que nadie pudiese escucharlo. 
 
—Yo he mantenido relaciones sexuales con un hombre—Replicó Ryeowook en voz baja. 
 
—Continua. 
 
—Es el padre de mi amigo—El hombre de la sotana asintió—Dong…es decir mi amigo nos ha descubierto y ahora me odia. 
 
— ¿Y no te has preguntado la razón? Has deshonrado a nuestro Dios y a tu familia—El cura elevó la voz un poco— ¿Estás arrepentido? 
 
—No, jamás me arrepentiría de Ky…yo lo quiero. 
 
—La relación entre dos hombres es una abominación—Las fuerzas emocionales de
Ryeowook estaban cayendo al cero por ciento—Pero… ¿Sabes qué? —Hubo un silencio— Haz lo que quieras, de todas formas te irás al infierno, porque Dios dice amaos los unos a los otros…pero no especifica el sexo. 
 
Ryeowook torció el gesto. 
 
—Me cansé de escuchar lo que la gente hace, porque no importa lo que es diga aun así lo harán. Ahora vete, muchacho—La sangre se le heló—Intenta hablar con tu amigo y explícale—El castaño frunció el ceño—Así es, yo los conozco a todos, Ryeowook. 
 
El castaño salió apresuradamente del lugar, con la cabeza hecha un lio y muchas ganas de gritar. Indeciso comenzó a caminar a trompetones, observó a Donghae junto al chico nuevo ese que llamaba Hyungsik pero no se acercó a ellos, aún no estaba listo. Y en cuanto puso un pie fuera la su escuela le invadieron los sentimientos como la culpa, la rabia y la soledad, porque Kyuhyun le había dicho que lo mejor era guardar distancia por un par de días hasta que él lograse hablar con su hijo. 
 
Continuó caminando sin perder tiempo, su percepción sensorial era asombrosa para recordar a perfección donde trabajaba el rubio. 
 
A las 2: 17 pm. Echó la cabeza hacia atrás y recorrió con la mirada la altura del edificio que llegaba hasta el cielo. SM, una elegante y reluciente torre azul zafiro que atravesaba la imaginación, Ryeowook sacó fuerzas como muchas otras veces y comenzó a subir las gradas, las puertas giratorias cedieron a sus empujes y pronto tuvo un hombre alto custodiándolo. 
 
— ¿Está buscando a alguien? 
 
Era la secretaría de Kyuhyun, Ryeowook la conocía por su incursión de antes a la oficina del rubio. 
 
—Yo… 
 
— ¿Ryeowook? —Podría reconocer esa voz en cualquier lugar del mundo, claro, era Yuri, como olvidarla, el castaño giró sobre sus talones como un niño pequeño y obediente— Kyuhyun está en una reunión importante y no creo que pueda recibirte, deberías regresar a tu casa…pequeño. 
 
El castaño se quedó allí, en el mismo lugar mirando fijamente a la pelirroja con arrogancia, abrió la boca para responder algo malcriado pero un segundo antes reflexionó sobre aquello y decidió tomar asiento en uno de los sillones replegables que se extendían en la sala de estar. 
 
—Lo voy a esperar. 
 
La mujer alzó una de sus cejas y, con poca diversión arqueó los labios en una sonrisa torcida antes de mover sus tacones resonantes hacía su oficina. 
 
Ryeowook respiró hondo antes de extenderse en el sillón, observó a la secretaria mirarlo fijamente como si su presencia también le molestara a la mujer, así que se resignó a tomar una de las revistas que se exponían en la mesilla para comenzar a hojear sin alegría. 

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