Gracias.

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Los días siguieron pasando, Luca y Alberto hicieron lo máximo por pasar todo el tiempo juntos, tenían que aprovechar que estaban juntos antes de que él de ojos cafés pudiera regresar a la escuela. 

—Cuando me vaya creo que lo primero que haré será escribirte una carta.— Luca contó, con las mejillas levemente sonrojadas por tener una mano sosteniendo la de el moreno y con la otra tomaba un cono de helado. —Te voy a extrañar mucho.— Le dijo, mirándolo con una sonrisa melancólica.

—Deja las despedidas para mañana.— Alberto respondió, este sería su último día juntos y estaban teniendo una agradable tarde. —Por ahora estemos felices de que estamos juntos.— Sugirió, haciendo que su acompañante volviera a sonreír.

—Claro.— Luca respondió, cerrando la poca distancia entre ellos para darle un pequeño beso en la mejilla.

No le temían al afecto en público. Todos en Porto Rosso conocían la relación de los dos castaños, no les pareció raro y casi ninguno se opuso ante ellos.
Quizás porque ya habían recibido monstruos marinos como personas por lo que verlos amarse no era nada comparado con eso, pero el punto es que todo lo hacía más sencillo para ambos.

Los dos se miraron para acercar sus rostros con intención de compartir otro de sus besos pero una voz molesta los interrumpió. —Ugh.— Escucharon a alguien quien estaba haciendo una mueca. —Ya era suficiente que vinieran a ensuciar el nombre de Porto Rosso con que sean monstruos marinos ¿ahora lo harán con su homosexualidad?— Dijo con desagrado el único en todo el lugar que estaba en contra de ellos.

—Ercole, ya dejanos en paz.— Alberto frunció el ceño mencionando al mayor, poniéndose enfrente de Luca para protegerlo del mencionado. —¿No tienes algo mejor que hacer que vigilarnos?—

—¿Y ustedes no tienen algo mejor que hacer que asquearnos?— Visconti movió engreídamente su bufanda rosada. —Todo era normal en Porto Rosso hasta que llegaron aquí. Regresen al mar y ahí sean tan repugnantes como quieran.— Los miró con recelo, dispuesto a ir directo a los golpes si le daban un no por respuesta.

Luca y Alberto compartieron miradas, sabían que nunca harían entrar en razón a alguien como Ercole, a pesar de que había perdido a sus "amigos" —si así se les podía llamar— y todo Porto Rosso ya no temía en hacerle saber que nadie estaba de acuerdo en sus ideales, habían personas que nunca cambiaban.

Simplemente se volvieron a tomar de las manos dandose la vuelta dispuestos a irse e ignorarlo, aunque igual escucharon la risa molesta del mayor. —Lo sabía.— Entre risas aseguró el de las ropas azules. —Se creen muy valientes pero en el momento de una pelea huyen como unos codardi.— Aún cuando los habían llamado "cobardes", ninguno quiso mirarlo. —En especial, tú, maldito marica. Ya regresa al basurero por donde viniste.— Apuntó al menor con descaro.
Luca se giró para verlo, con la boca ligeramente abierta, sintiéndose realmente ofendido pero a la vez incapaz de responder.

Pero alguien podía hacerlo por él.

Alberto soltó la mano de su compañero para dirigirse con furia visible en sus ojos ante el mayor. —Mira, pez gato.— Se acercó con violencia hacia el tomándolo con fuerza de el cuello de su camisa, no pudiendo importarle menos que el contrario era más alto. —Escucha con atención lo que te diré porque solo voy a decírtelo una vez.— Amenazó a Visconti, observando miedo en su mirada. —Luca es una persona maravillosa que tiene algo que tu jamás tendrás en toda tu vida: Clase.— El mencionado volvió a sonreír. —Tus insultos no afectan en nada su vida porque es más hombre de lo que quisieras ser.— Lo miró fijamente a los ojos antes de proseguir. —Y por último, lávate la boca antes de hablar así de mi novio.— Finalmente lo soltó, dejándolo aturdido y sin poder decir una palabra.

If Only. [Luberto]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora