Ser amado.

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—¡Santa Ricotta, lo sabía!—

Giulia había notado que algo estaba mal entre los dos cuando vió a Luca salir de la habitación con lágrimas en ojos y cuando decidió pedirle una explicación a su hermano lo había encontrado en la misma situación. Alberto no tuvo de otra más que contarle lo sucedido, desde sus sentimientos a el beso. La sonrisa enorme de la pelirroja fue imposible de disimular, ya estaba bailando torpemente de alegría aún cuando no había ninguna música de fondo.

—Baja la voz.— Alberto pidió, aunque había dejado de llorar todavía se sentía mal, su expresión seguía muerta por dentro.

—¡Lo sabía, lo sabía!— Repetía emocionada mientras su cabello pelirrojo se agitaba ante sus movimientos. —¡Tienes que decirle!— Ella le pidió ante la mirada incrédula de el moreno.

—No voy a decirle nada.— Frunció su ceño, sus ojos verde escabeche se entrecerraron ante esto. —Nos besamos y lo rechacé. No va a querer hablar conmigo nunca más.— Bajó su mirada, herido por como había dado su máximo por disimular sus sentimientos hacia él y aún así lo había arruinado todo.

Fratello.— Alberto entendió que significaba "Hermano". Una vez que Giulia había parado de bailar se acercó a él tomando su hombro. —¿Por qué te da tanto miedo? Debería estar feliz, Luca te quiere tanto como tú a él.— El moreno tembló ante esas palabras, aún cuando ya lo sabía.

Bien dicen, que los hechos dicen más que mil palabras, y aunque Alberto no dijo nada, la pelirroja había entendido su silencio, la mirada de dolor en su rostro decía todo por él. —Oh, es por tú pa-...— No pudo terminar la frase, sentía que golpeaba a su hermano mayor con solo decirlo. Alberto asintió, aún sin que ninguna palabra saliera de su boca.

—Alberto, per favore.— Tomó su mejilla llamando su atención, provocando que sus miradas se conectaran. —Te entiendo, de verdad, pero las personas que te amamos, incluyendo Luca, jamás te dejaríamos.— El mayor suspiró, mientras negaba en silencio.

—Sé que eso creen ¿Pero y si lo hacen?— Giulia bajó su mano, observando herida a su hermano hablar. —¿Y si deciden que no puedo seguir viviendo con ustedes? ¿Y si Luca se aburre de mí?—

—No lo hará.— Ella aseguró, tomando sus manos. —Ninguno de nosotros lo hará, nunca te dejaremos.— Alberto la miró, sus ojos escabeche brillaron. —Y eso te lo podemos asegurar, tienes que dejar de tener miedo.—

—No es tan fácil.—

—No lo es.— Giulia siguió hablando, secando una lágrima que se caía de la mejilla de su hermano. La pequeña parte que había pasado a ser azul volvió al tono moreno anterior. —Pero si déjanos quererte y ayudarte. Te mereces ser amado.— Ella le dió una sonrisa pequeña a su hermano, esperando que este imitará la acción.

Podía creerle, incluso cuando Bruno en su mente le negaba toda oportunidad de conocer el amor. Tenia tanto derecho a amar como de ser amado, y solo había una persona con la que quisiera compartir ese bello sentimiento.

—¿Dónde está Luca?— La pelirroja se alegró al escuchar esa pregunta, separándose de su hermano con una gran sonrisa.

—Afuera.—

No estaba seguro de en qué momento el cielo se había nublado, las nubes ya eran todas color grisáceo y el ambiente se sentía pesado, todo concordaba con el humor de Luca, quien estaba sentado justo afuera de la casa Marcovaldo.

Se sentía como un completo stupido, no debió haberlo besado en primer lugar. Alberto había escrito en su diario que no quería decirle sobre sus sentimientos muchas más veces de las que recordaba, y aún sabiendo eso Luca solo se lanzó a besarlo, arruinando cualquier posibilidad de que ambos formaran algo más allá que una amistad en un futuro.

En un momento dado, escuchó la puerta de la casa de los Marcovaldo abrirse y nuevamente cerrarse, enseguida alguien se sentó a su lado. Lo vio de reojo. —Hola Alberto.— Saludó en un tono que demostraba todo menos felicidad, el mencionado se revolvió incómodo en su lugar.

—Hola.— Saludó, con una sonrisa nerviosa. —Perdón por lo que pasó.— Decidió que era mejor ir al punto, el castaño pecoso bufó. —Entiendo si estás enojado conmigo.— Fue interrumpido por la voz de su mejor amigo.

—No estoy enojado contigo sino conmigo.— La boca de el moreno hizo una mueca, escuchando a él menor hablar. —No todos somos tan valientes como para hablar de lo que sentimos antes de solo besar.— No sabia si Luca se acababa de declarar a propósito o fue accidental, pero a su pesar se sintió feliz por eso. —No quiero arruinar eso pidiendo más que solo amistad y sin querer lo hice, perdóname.—

—¿No quieres arruinarlo? ¿No quieres más que amistad?— Luca asintió, sin mirarlo. —Oh que decepción, porque yo si.— Alberto recuperó su humor, decidiendo llamar su atención de esa manera, su leve sonrisa cambió a ser una grande cuando el pequeño castaño por fin se dignó a mirarlo, su rostro estaba iluminado de un leve color rojo.

—¿Qué acabas de decir?— Luca preguntó siendo totalmente adorable ante los ojos de un sonrojado Alberto. Su boca estaba medio abierta por la sorpresa.

—Luca... creo que me gustas y mucho.— Reunió valor para hablar antes de que pudiera quedarse callado por el temor. —¿O cómo dicen los humanos?— Se preguntó a si mismo, sabiendo la respuesta. —Ti amo.— Confesó de todo corazón, el rojo había pasado a todo su rostro, Luca estaba en la misma situación.

—Yo...yo...— Tartamudeó, incapaz de explicar lo que sentía por él en pocas palabras. —Igual yo, Alberto y-y mucho.— Se sonrojó hasta sus oídos, cubriendo torpemente con sus manos su rostro de otro color, el mencionado rió por esto antes de recuperar su seriedad.

—Creo que tenía miedo ¿Sabes?— Explicó sabiendo que debía hacerlo por lo que había pasado momentos antes en la habitación. —Aún lo tengo, de hecho. La voz en mi cabeza me dice que lo deje.— La sonrisa de Luca de borró para verlo preocupado. —Pero ya sabes, solo digo...— El castaño volvió a sonreír.

Silenzio Bruno.— Ambos dijeron al mismo tiempo provocando que luego estallaran en risas.

Era cómodo y cálido estar así con la persona que amaba, solo ríendo y compartiendo un agradable momento juntos, sabiendo que nada podría romper lo que habían formado gracias a todo lo que vivieron juntos desde que se conocieron.

—¿Puedo besarte otra vez?— Alberto preguntó con esperanza una vez que el silencio se hiciera presente de nuevo.

Un muy sonrojado Luca asintió, acercándose lentamente y cerrando los ojos, queriendo impaciente el contacto de labios que no se hizo esperar. Sintió el suave roce de los labios de su novio contra los suyos. La felicidad no se comparaba nada con lo que estaba sintiendo, era un beso con más confianza que el anterior pero con la misma dulzura, suavidad y calidez.

Alberto estaba feliz, sabiendo que tenía ahora a la mejor compañía del mundo, Tanto que no le importaba que las gotas de lluvia que estaban comenzando a caer, cambiaran sus cuerpos a su forma marina original de colores azúl y morado, su beso seguía sabiendo a dulce y no querría que ese momento terminara jamás.

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Solo queda un capítulo, gracias por leer!♡

If Only. [Luberto]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora