Beso.

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—¿Qué tienes, Luca? Casi no has probado tu risotto.—

Los cubiertos del castaño casi se caen de la mesa hasta el suelo de la casa Marcovaldo, de no ser porque sus pequeñas manos lograron sostenerlas a tiempo esto hubiera pasado.

—Oh no, no es nada.— Apresuró su respuesta un pecoso de baja estatura, observando a su madre quien le había hecho esa pregunta. —No tengo mucha hambre, comí en el tren.— Mintió, pero no podía sentir nada en su estómago que no fuera el implacable revoloteo de mariposas. Había descubierto algo que lo había hecho muy feliz momentos atrás y no podía dejar de pensar en eso.

—Solo comiste helado.— Negó Giulia, no creyendo una palabra en lo que había dicho.

—Creo que me llené.— Mintió nuevamente, poniéndose de pie para levantar su plato y cubiertos.

—Sí, yo también.— Alberto comentó pero a diferencia de el de ojos chocolate, este ya estaba terminando su segunda ronda, lamiendo las sobras de la comida del plato.

Enseguida de haber terminado, siguió a su compañero quien caminaba apresuradamente en dirección a la habitación de el moreno.

Nuevamente solo estaban dos, pero no voy a mentir, no se formó el clásico silencio con intensos latidos y rostros color rojo intenso entre dos almas incapaces de hablar de sus sentimientos, porque Luca seguía entusiasmado por hablar de todo lo que había aprendido por lo que prosiguió a seguir conversando y Scorfano solo se dignaba a seguir escuchándolo, podría hacerlo durante horas.

—Y hubo una persona que caminó en la luna.— Contaba el de cabellos castaños. —Creo que dijo "Un pequeño paso para el hombre, un gran salto para..." ¿Alberto?— Preguntó una vez que se estaba percatando que aunque el mencionado tenía la vista en el, parecía perdido como lo había hecho antes, solo que ahora que sabia porque actuaba así, todo cobraba una forma distinta de verlo.

Alberto recargaba su rostro en sus propias manos, posando los codos de los brazos en sus rodillas. Era como ver a una función de cine pero no quería que esta película terminara, la forma en que hablaba, todo lo que Luca hacía le parecía tan perfecto, todo en él lo era.

El de ojos claro reaccionó de inmediato al escuchar su nombre, arrepintiendo por como no podía controlar sus emociones o al menos no verse tan obvio.

—Perdón.— Respondió, no notando que cierto castaño se estaba cercando a él, aunque este tampoco se estaba dando cuenta de que estaba haciendo. —Es que a veces no te entiendo.— Admitió entre risas, el rubor rosado en sus pómulos contrastó su tono de piel. —Pero siempre que hablas de ello, me da curiosidad.— La cercanía de Luca ya era evidente, ahora era Alberto quien estaba perdido. —Puedes seguir hablando.—

—¿Puedo?— Luca preguntó, casi a centímetros de su rostro, no sabía en qué momento decidió acercarse a él pero no le estaba molestando.

Y a Alberto tampoco.

El color rojo también iluminó sus mejillas cuando por fin notó la cercanía de su amigo, pero no tenía una necesidad de oponerse.

—Si...— Alberto sintió que le dio un permiso que no tenía nada que ver con que su compañero siguiera hablando, y eso él también lo sabía. —Si puedes.—

Luca asintió, con algo de nervios pues nunca había dado un beso y dudaba que Alberto lo haya hecho antes, pero ni siquiera "Bruno" podría impedir esto.

Sus respiraciones se estaban volviendo una sola, sus pequeñas narices se estaban rozando y los parpados de ambos revolotearon, queriendo ver las expresiones del otro antes de que sus labios finalmente se unieran.

El contacto de labios fue lo único que logró que finalmente ambos cerraran sus ojos, sintiendo relajación y comodidad. Era un beso bastante tierno y pequeño, considerando el hecho que ambos eran inexpertos y Luca era quien estaba "llevando el control". Podría ser considerado un simple toque.

Pero solo Luca logró callar a Bruno, Alberto no.

El beso no duró tanto, esto debido a que el moreno fue el primero en separarse. Observando a su amigo, esperando una explicación en su mirada decepcionada.

—Lo siento Luca, no puedo.— Susurró dolido, su corazón, que ya estaba bastante herido, no le hacía sentir que merecía ser amado y el Bruno en su cabeza tampoco.

El pequeño de ojos chocolate asintió tras unos momentos tratando de reunir fuerza para hablar, pero no pudo. Se dió la vuelta para marcharse antes de que su solo amigo pudiera notar que lagrimas se aproximaban.

Cuando Alberto se quedó solo, Luca no fue el único que lloró.

If Only. [Luberto]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora