SWITCH! [ ✔ ]

Veinte / Cuatro.

YVAN
CUATRO MESES ANTES.

Un año y medio más tarde, la guerra terminó. Necesitamos que Jenna y Jared fuesen almas gemelas para ello, pero por fin habíamos vuelto a estar juntos. Todos juntos de nuevo.

Erik y yo juntos de nuevo.

Era gracioso porque llevaba ya varios días pensando si debería hablar con Erik, pues había sido una amistad demasiado importante como para dejarla así durante más tiempo. No tuve que acabar por hacerlo, ya que Jenna y Jared lo habían hecho por nosotros.

Alessia y yo acabábamos de salir de un pequeño castigo en el que nos habíamos metido al intentar proteger a Jenna (en aquel entonces, Jared) cuando de pronto a ambos nos llegó un mensaje de Jenna. Considerando que seguía en el cuerpo de Jared, supusimos que era este último el que nos había enviado el mensaje. En este, nos citaba en el Lightbulb, la cafetería a la que siempre íbamos los cinco juntos. Dirigí una mirada a Alessia, enarcando ambos una de nuestras cejas.

—¿Y ahora qué quieren?

Por lo que parecía, tanto Jenna como Jared habían terminado yéndose. Cada uno en el cuerpo del otro, sí, pero se habían ido. No obstante, ambos sabíamos ya que eran almas gemelas después de la nula capacidad de Jared para disimular, así que, ¿cuál era el punto de aquel mensaje? ¿Para qué nos querían ver?

Aún sin verle un sentido claro a todo aquello, decidimos que la curiosidad que sentíamos era más fuerte que cualquier otra cosa, así que nos acabamos dirigiendo al coche de Alessia, entrando al mismo y conduciendo hasta la cafetería. Queríamos descubrir qué era lo que pasaba.

Cuál fue nuestra sorpresa cuando, al aparcar, encontramos a nuestro lado el rostro de Erik, que nos devolvió la misma expresión de sorpresa en cuanto se giró hacia nosotros y nos encontró allí. Salimos del coche, y después Erik hizo lo mismo. La expresión de sorpresa se mantuvo en el rostro de los tres.

—¿Qué hacéis aquí vosotros?

—Podríamos preguntarte lo mismo —intervine—. Nos ha llamado Jenna.

—A mí me ha avisado Jared.

Alessia y yo nos miramos entre nosotros. ¿Qué estaban tramando esos dos?

—Pues... Supongo que tenemos que entrar juntos, no creo que esto vaya por separado —mencionó Alessia.

Ambos asentimos, mirando a la rizosa, antes de encaminarnos juntos hacia la puerta. Había cierto silencio en el interior cuando llegamos, que se vio claramente interrumpido por el pequeño sonido que provocó la campanilla. Yo miraba el interior confuso y, hasta cierto punto, receloso. Había algo en todo aquello que me daba mala espina, no sabía por qué. En cuanto les avistamos, nos acercamos. Efectivamente, estaban juntos. Algo estaban tramando. Nos sentamos con ellos en aquella mesa, aquella mesa que tantas veces nos había visto juntos.