Uno.

69 9 20
                                    

JENNA

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

JENNA

AÑOS ANTES.

Jared y yo no nos habíamos odiado desde siempre. De hecho, podría decirse que el pasado escondía algo que era completamente distinto al odio.

Aquel secreto que el pasado enterraba era nada más y nada menos que una amistad de años, una amistad que había sido fortalecida por el tiempo y rota por las hormonas de los dos. Debo decir que tuve parte de culpa en aquella ruptura, pero no más que él. Había sido cosa de ambos, pero al final, me había alegrado que ocurriese.

Hubo demasiadas, demasiadas cosas que no vi. Cosas que no vi antes y que me explotaron en la cara cuando todo aquello se fue a la mierda.

Pero bueno, creo que el mejor sitio para empezar esta historia es el principio. Esta historia empieza cuando yo, con seis años recién cumplidos, me mudé con mi padre a un pueblo cercano a Atlanta. Era relativamente grande, con bastantes habitantes.

Y muchos, muchos niños.

Lo había comprobado en cada calle, cada barrio, cada parque por el que pasábamos cerca, que estaba lleno de niños. Mi mentalidad de niña pequeña me hacía pensar que aquello era muy bueno, puesto que haría muchos amigos, que iba a poder jugar con muchos niños.

Aunque mi "yo" de dieciocho años era contraria a eso, tenía seis años en aquel momento. Eran tiempos distintos, formas de pensar distintas. Sin exámenes, sin apenas deberes, mis únicos pensamientos estaban orientados a jugar, a pasarlo bien.

Eran, sin lugar a duda, tiempos muchos más fáciles.

La casa que había elegido mi padre era una casa en un barrio ni muy céntrico ni muy periférico, perfecto para evadirte del caos de la sociedad pero sin estar muy lejos. Sobre todo, en cuanto al colegio. No quiso estar lejos de la escuela, odiaba conducir. Sobre todo desde la muerte de mi madre en aquel accidente.

Estaba realmente emocionada. Miraba a todos lados completamente asombrada, absorta en lo precioso que era todo. Habíamos llegado en primavera, por los que las hojas de los árboles estaban creciendo de nuevo, era una época perfecta para salir, para admirar cualquier cosa que podía pasar por mi campo de visión.

—¿Queda mucho, papi? —preguntaba yo, ansiosa por descubrir mi nueva casa, aquella a la que esperaba poder llegar a llamar hogar.

—Ya no mucho, Jenn. Estamos cerca —contestaba él cada vez, con una amable sonrisa.

Ahora, recordando esa sonrisa, puedo entender que era una sonrisa triste. Echaba de menos a mamá. Igual que yo, pero la emoción en mí ahora mismo me hacía poder estar contenta. Además, habían pasado ya nueve meses desde aquel terrible accidente y yo era aún muy pequeña como para entender nada de aquello, por lo que lo que él sentía y lo que yo sentía con respecto a su muerte eran dos cosas completamente distintas.

SWITCH! [ ✔ ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora