Capítulo 3: Misandria I.

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[Dos días después]

Te odio, eso era lo que gritaba la mirada de la mujer. La veo con coraje yo también, ¿nunca dejará de ser tan odiosa loca patética?

—¡Estas son mis cosas por lo tanto búscate las tuyas!—su voz chillona atrae a alguien pues siento sus pasos detrás mío.

—¡Caroline!—es Brent, sonrió y miró a la nombrada con burla—. Joder sólo deja de gritar como maldita perra.

Brent hasta ahora es quien pone en su lugar a esta mujer. Le agradezco eso.

Salgo de ahí y me encuentro con Paul, este me ve con seriedad. Brent se escucha gritar un sin fin de cosas al igual que Caroline.

—Ven, tenemos que hablar—bajamos a la planta baja y caminamos por un pasillo que no había visto.

Al fondo del pasillo hay una puerta con un “no pase” en letras negras, al entrar ahí lo primero que hago es ver la gran cantidad de cosas que hay, desde ropa hasta armas.

—Toma ropa para ella y toma lo que necesites tu—entre mis manos tomó una prenda de cuero y la huelo.

—¿Estás cosas son de los muertos?

—No, son cosas que los idiotas de allá arriba que compran y nunca usan—dice con seriedad—. Si no fuera por Brent todos estarían comiendo estiércol de vacas.

—¿Por Brent?

—Sí, su trabajo es el mercado negro de órganos. Es algo asqueroso pero deja demasiado dinero—en sus manos trae una pequeña maleta de color negro.

—¿Y el tuyo?—se queda estático por mi repentina pregunta.

—Estudiar, quiero irme antes de hacer una idiotez—me parece sincero lo que dice—. Siempre busco la mejor manera de desviar la atención de ellos en mí, nunca he terminado con la vida de alguien.

—¿Y por qué no te vas?—echo cosas a la maleta, me detengo al ver un libro de ciencia ficción. Es llamativo.

—Lo voy a hacer la próxima semana, ya tengo todo—de un estuche negro saca un arma y me la tiende—. Pero para eso tendrás que ayudarme.

Tomó el arma y la pongo en la maleta. —¿Qué tengo que hacer?

—Aceptar ser el sucesor de Lilian—lo veo cínico—. No te harán hacer nada que no quieras, solo dejaran de asesinar a personas inocentes.

—No me voy a manchar las manos de sangre—me ve por un par de segundos y asiente sin más.

—Ok, solo sigue con ese pensamiento a pesar de las dificultades—suelta y sale del lugar. Cierro la maleta y antes de ir a la habitación tomó un par de manzanas y naranjas al igual que una botella de agua fría.

La casa está en silencio, nadie a salido de su habitación aparte de Brent, Caroline y Paul. Entró a la que designaron como mía y cierro con llave.

Veo que la ventana esté bien cerrada y quito el espejo, Alicia está sentada en el sillón con la vela a su lado, niego, podría quemarse.

—¿Qué es eso?—dice, pongo la maleta en la cama y jalo el cierre. Tomo el arma y se la muestro.

—Sí alguien te quiere hacer daño no dudes en disparar—digo. Pongo el arma bajo una almohada y dejo que ella vea el contenido de la maleta.

Yo por mi parte me acuesto en la cama y abro el libro que traje del sótano. Solo puedo leer unas páginas ya que Alicia me habla:

—Necesito algo—no entiendo lo que quiere decir, alzo una ceja—. Estoy en mis días, necesito toallas femeninas y algo para el dolor—dice y me preocupo, eso no será fácil de conseguir.

En su cara se nota el dolor, parece que de un momento a otro se va a desplomar. En estos días me contó sobre ella, como que iba a entrar a preparatoria y que iría a España a visitar a su abuela. Sus sueños y anhelos se terminaron cuando le dije que había pocas posibilidades de salir de aquí.

Yo mismo temo intentar salir de aquí, ¿cómo no hacerlo si hay más de tres pares de ojos esperando a que haga algo mal para lanzarme a los cocodrilos o al león?

—Haré lo posible por encontrar algo, no hagas ruido—mando y me pongo en pie. Salgo de ahí y la miro antes de cerrar la puerta.

Bajo hasta la cocina y pienso en algo, voy a la sala y entro al baño a ver si hay algo que le sirva. No hay nada, suspiro, Caroline debe tener algo de eso.

Subo a la planta alta nuevamente y me detengo en la puerta de la mujer, en el interior no se escucha nada aparte de ronquidos. Cierro los ojos y abro la puerta poco a poco, ella está tapada de pies a cabeza boca abajo con un listón negro amarrado a los ojos «¿Qué es eso?». La habitación está llena de fotos suyas y de mujeres en traje de baño o desnudas.

Voy hasta el baño y al abrir el mueble del lavamanos veo un paquete de toallas femeninas, tomo seis y las meto en mis bolsillos traseros. Veo un sin fin de pastillas pero las que llaman mi atención son las de dormir, las tomo y vacío el contenido en uno de mis bolsillos, paseo la mirada por los otros botes de pastillas lo único que encuentro es una caja con lo que parece una parte íntima femenina.

Se escucha un murmuró y me pego a la pared, luego más ruidos llegan a mis oídos. Me asomo un poco y la veo en la misma posición, habla dormida.

Echo una mirada rápida por la habitación y miro un paquete de chocolates casi terminados. Salgo de ahí de puntas, nadie debe saber que Alicia está viva.

Dejo las cosas en la cama una vez que me asegure de que la puerta estuviera bien cerrada.

—¿Cómo sabes sobre esto?—dice mientras toma una pastilla de la caja.

—Tenía una novia que me enseñó todo eso—afirmó, sacó las pastillas de dormir y las meto en el cajón de la mesilla de noche que trajo Andrew ayer.

—¿Tenía trabajo antes de venir aquí?

—Sí, era un tipo de investigador, hace dos años era detective—explicó y veo como ella dobla la ropa con cuidado.

—¿Qué piensas respecto al karma? Si sabes que es ¿Verdad?—asiento, ciertamente eso no lo había pensado.

—Sería algo maravilloso que existiera.

—¿Y por qué no hacerla por mano propia?—suelta y la veo con extrañeza.

—Eso es más venganza—digo en un hilo de voz.

—¿No quieres venganza por todo esto?—dice y por un momento pienso en todo lo que me perdí o pase por ser un niño tonto al cual nadie le hacia caso. Era el hazme reír de varios.

—Solo terminaras peor—afirmó, recuerdo aquella vez en que perdí el control y fui a dar un año tras las rejas.

—¿Qué puede ser peor qué esto dime? El suicidio no es tan descabellado en esta situación—«Un sin fin de cosas».

Tomó el libro y un chocolate, le quito la envoltura, su olor no es el más bueno pero aún así me lo como lento disfrutando del sabor.

Imagino a los protagonistas del libro que estoy leyendo con detalles, dos hombres peleando contra monstruos motorizados: una palabra llama mi atención «Misandria», ese es el nombre que le dan a su líder mujer.

Esa mujer se parece a Caroline, borde y media loca.

—Me volveré loca si no salgo de aquí pronto—Alicia se acuesta a mi lado y juega con su chocolate, eso es asqueroso.

—Solo espera a que se tranquilice todo—mando y está me ve llena de burla.

—Prométeme que me sacaras de aquí, por favor—dice con voz débil.

«Haré todo lo posible por sacarnos de este hoyo».

•••


Hola💜, en la nota anterior se me olvido mencionar que la historia es más 18, no sólo por que contenga sexo. Está situada en México.

Byler💜.


TychoʼsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora