CAPÍTULO 4

14 2 2
                                    

Capítulo 4: Por una buena causa.

Maquillaje simple, vestido de muñeca y sonrisa falsa. Esos eran los factores que si se sumaban, daban como producto una comida benéfica del instituto Pearlwood; todos los años, a mitad de curso, el instituto organizaba una comida para todos los padres y alumnos cuyos beneficios eran donados a una asociación a favor de la educación en los países menos desarrollados, o por lo menos eso era lo que pintaban los organizadores. Realmente, era la reunión anual de la ambición y de la hipocresía.
Todos los ricachuelos de la ciudad se reunían para hacer negocios, y sus hijas e hijos aprovechaban la oportunidad para emparejarse con el diamante que más brillara.
Sin embargo, Lav, Bratt y yo, nos dedicábamos a criticarlos y a pasar el día pareciendo unos corderitos degollados.

Para la "esperada reunión" decidí ponerme, o más bien mi madre me obligó a llevar, un vestido azul cielo con un estampado de flores, llevaba tirantas y tenía un largo muy considerado.
Básicamente, iba disfrazada de una princesa Disney.

Al llegar, mi madre y yo nos dirigimos a las mesas para tomar los entrantes, por supuesto, estábamos situadas al lado de la familia Blue, que por fin estaba en toda su excelencia.
Lavender iba preciosa con su vestido lila, al contrario que a mí, ella adoraba los vestidos primaverales y las fiestas "míramesoyblancanievesyesperoamipríncipe".
Mi atención dejó de centrarse en mi mejor amiga, para fijarse en su recién llegado hermano. Ahí estaba Edward, con su pelo ondulado un poco alborotado, pero lo peor de todo, era que estaba vistiendo un traje que calzaba a la perfección con su deportivo cuerpo, llevaba una corbata que resaltaba sus ojos. Definitivamente, había crecido mucho.
No me di cuenta de que me lo estaba comiendo con la mirada hasta que me saludó con una educada sonrisa, cuya mirada iba acompañado de algo que no pude descifrar. Que vergüenza, estaba viendo lo patética que iba con ese vestido.

Nos sentamos para comer todos juntos y mientras nuestros padres charlaban sobre cualquier cosa, aproveché la ocasión para intentar hablar con el mellizo de mi amiga, que comía en silencio.- ¿Eddie?- dije tímidamente, hacía años que no le llamaba así... Él me invitó a seguir con una mirada.- ¿Qué tal te ha ido en el internado?.
Edward pareció barajar su respuesta hasta que cedió en contestar.- Pues muy bien, es un colegio muy exigente y son bastante estrictos.- parecía tener estudiada su respuesta.
Yo no podría sobrevivir ni una semana, estaría organizando mil maneras de escaparme.- dije entre risas.
Te imagino anudando las sábanas intentando escaparte por la ventana.- dijo mi mejor amiga, lo que provocó que Edward soltará una carcajada, y que yo me ahogara de la risa.
De repente, Eddie cambió su semblante, y una expresión seria adorno su inocente cara.-  Aún queriendo, nadie puede escaparse de allí.- musitó, preferí cerrar mi bocaza antes de soltar alguna estupidez. Según sus expresiones, parecía que a Edward, el tema del internado le afectaba más de la cuenta y me moría de curiosidad por saber el por qué.
En ese punto de mi vida, no lograba entender por qué Lav me ocultaba la marcha de su hermano. Nos contábamos absolutamente todo, era ridículo que no me lo explicara.

Estaba en mi mundo cuando Lavender me dió un suave codazo para que me fijara en el escenario del jardín del instituto, allí se encontraba nuestro director: Reginal Harbour, un pervertido que era partidario de la disciplina y los modales. Lo sé, ridículo.-Muchas gracias a todos los presentes por acudir.- dijo al empezar su aburrido discurso, mientras escuchaba, traté de entretenerme toqueteando mi anillo.- Sobre todo, agradeceros por los beneficios caritativos que están donando- Tan caritativos que nos van a hacer unos baños preciosos en el instituto, pensé yo en mi interior al tiempo que giraba los ojos.- Seguro que alegrará los días de los pobres niños cuyos recursos no les permite tener misma suerte que todos los alumnos aquí presentes.- dijo en un tono de falsa caridad.- Sin más dilación, procedo a dar paso al baile anual de alumnos. Que disfrutéis de la tarde.- concluyó mi director.
Mierda, lo había olvidado, en ese momento, tendría que bailar con cualquier pijo para asegurar que a mi madre no le diera un ataque de vergüenza, porque por mucho que me animara a ser yo misma, ella sabía mantener la compostura. Era patético, era como si fuésemos los juguetes personales de Harbour, todos con una sonrisa en la cara y unas ganas tremendas de ir a una cara universidad para presumir de instituto y ganar beneficios.

Estaba echándole una mirada asesina a mi director cuando alguien carraspeó a mi lado, al mirar hacia arriba, encontré a un colorado Edward.- ¿Te gustaría bailar?- preguntó tímidamente mientras extendía su mano gentilmente.
Miré a ambos lados para encontrar a Lavender, que se había levantado acompañada de un chico de último curso, Louis. Desde lejos, podía observar lo nerviosa que estaba y ahogué una carcajada en el intento de no reírme.
Fue un gesto adorable por su parte, y mejor que bailar con cualquier hipócrita que me pisara cada segundo era.- Encantada.- dije animadamente mientras cogía su mano.

Fuimos juntos a la excesivamente cara pista de baile que habían formado en el jardín del instituto. Nuestro instituto contaba con uno de los jardines más bonitos de Gran Bretaña, tenía un huerto de petunias que la familia Blue se había dedicado a plantar durante años, años en los que yo misma había plantado más de una semilla cuya planta nunca florecía, pues era incapaz de mantenerla viva por mucho tiempo.

Noté una mano posarse en mi cintura, mientras otra no se separaba de mi mano. De fondo, sonaba una canción anticuada, que le daba un aire más correcto a la reunión. A Edward se le daba muy bien bailar y no me extrañaba, su abuela nos enseñaba de pequeños para poder estar preparados en días como aquel. Siempre nos obligaban a ponernos de pareja, y mientras que Lav se lo pasaba en grande, yo moría del asco que suponía tocar a un niño. Al parecer, ese asco decidió no aparecer en aquel momento, y fue sustituido por una calidez muy anhelada.

Edward me miraba divertido.- ¿En qué piensas Jones?- dijo mi amigo con curiosidad,a lo que yo contesté poniendo mis ojos en blanco; usaba mi apellido como nombre desde que éramos unos críos, y lo detestaba, pues su apellido sonaba maravilloso al ser pronunciado, al contrario que el mío.
-En el asco que me dan estas fiestas.- contesté yo mientras nos movíamos al ritmo de la canción.
Pero piensa que estamos ayudando a los que más lo necesitan. Es por una buena causa.- dijo mi pareja de baile.
Eddie, Eddie, Eddie que inocente eres.- dije yo con sarcasmo.- Usan la caridad como excusa para pavonearse con las personas de su clase, además de llevarse alguna parte del dinero, todo el mundo lo sabe.- comenté yo.
Una pena entonces.- sentenció, al tiempo que me acercaba más a él. Su aroma impregnó mis sentidos al momento, bailamos abrazados y pude apoyar mi cabeza en su hombro, no estaba acostumbrada, consiguió que mi cuerpo tuviera una emoción extraña, no fue cómo un recuerdo, fue una sensación nueva que evité en el momento en el que apareció.

Me recordé a mi misma las palabras de Edward, si estaba bailando con él, era por una buena causa.

My strange addictionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora