Cruzando a mi mundo

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Esa noche luego de tomar un baño, cenar y compartir un rato con nuestras familias decidimos dormir temprano cada uno en su habitación, afortunadamente tuve un sueño reparador; cuando desperté Mateo ya se había ido a la universidad, hoy debía reponer todo el tiempo de ayer, había prometido llegar un poco temprano para pasarse a mi lado, tenía curiosidad sobre ciertas cosas en mi mundo. Así que habíamos quedado en vernos a las cuatro. Hora en que mis padres no estaban, puesto que mamá saldría a hacer las compras con mi hermana y mi padre trabajaba.

Yo iría a la universidad, puesto que fui citada a una conferencia para estudiantes sobre el posible retorno de las clases. La cual se reanudaría el próximo lunes. Al parecer todo estaba retornando su curso. Luego fui a almorzar donde mi abuela quien me esperaba con un estofado de pollo muy sabroso. Conversamos un poco y me recosté con ella en su cama donde nos quedamos dormidas hasta casi las tres de la tarde. Momento en que me despedí de ella para estar a tiempo a las cuatro en mi casa, para abrir el portal a la hora que habíamos quedado. Como lo había planeado mi mamá andaba haciendo las compras lo que daba la oportunidad de que Mateo pudiera salir de casa sin ser visto por mi familia. Él llegó un poco tiempo después de las cuatro, se escusó de llegar tarde por no encontrar taxis rápidamente. Abrimos el portal, y salimos de casa cuanto antes.

-Vaya no puedo creer que haya ocurrido un terremoto, es decir si no fuera por las secuelas de este, juraría que es el mismo lugar que en mi mundo. Sabes Eli estoy ansioso por mirar de cerca a mis padres y conocer a mi hermano.

- No creo que puedas ver a tu padre, pero creo que podremos ir a tu casa, sabes vives en el mismo lugar que cuando eras pequeño. Tus padres en mi mundo tienen una vida menos lujosa que en el tuyo. Llamé a tu mamá y está encantada que la vaya a visitar. Dijo que nos esperaría con un café y unas galletas.

- ¿De verdad? -dijo entusiasmado -me encantará volver a comer sus galletas, hace mucho que no hornea. Eli, cambiando de tema, ¿cuál será mi nombre aquí?

- Tu nombre... -dije pensativa, cierto debía de tener otro nombre también, pesé en Juan, Carlos, Etan pero finalmente me resolví por... -Timoteo.

-Es curioso ese nombre se parece a Mateo -dijo con sonrisa fingida -¿Crees que no me reconozca?

-No podría, estás muerto -dije con tristeza.

-Es verdad -resopló.

Luego de caminar un rato, cuando llegamos Mateo se admiró por el bello jardín que estaba muy bien cuidado y dijo sentir cierta añoranza de su viejo hogar. Se sintió feliz de que sus padres lograran salir adelante. Tocamos la puerta y nos recibió Alejandro, su hermano quien ahora tenía justo la edad de Mateo cuando nos dejó; tenían ciertos rasgos similares, pero él era más extrovertido, delgado y de tez más blanca, se parecía a su madre y Mateo era más parecido a su padre. Para disimular un poco más su apariencia Mateo se puso unos anteojos que no ocultaron sus ojos vidriosos al ver a su pequeño hermano.

-¡Hola! Eli -dijo Alejandro -Mamá ya vino Eli -gritó -pasa -hizo una pausa mirando a Mateo que tenía cara de asombro -pasen -corrigió.

-Eli ¿Cómo estás bella? -dijo la señora Ana abrazándome -que gusto que vinieras, siéntate por favor -nos invitó a tomar asiento.

-No me dijiste que vendrías acompañada -dijo refiriéndose a Mateo, se quedó en silencio unos segundos como si quisiera agregar algo -¡wao! Muchacho tienes un gran parecido a...

-Él es Timoteo -la interrumpí nerviosa -somos compañeros de la universidad, estábamos haciendo un trabajo y le dije que porqué no veníamos a visitar a una amistad para despejarnos un poco, mis padres no están en casa y a ellos no les gusta que lleve chicos a casa y como usted es tan cercana quise visitarla -dije sonriendo intentando fingir, que reverenda mentira.

- ¡Hola! -dijo levantando la mano Mateo mientras tomaba asiento.

-¡Claro! Esta es tu casa también -me dijo emocionada -eres como una hija para mí, me alegra que hayan vuelto a la normalidad las clases.

- A no, aún no – es verdad que tonta yo -pero la próxima semana ya se reanudan, así que debíamos retomar lo que se había quedado antes del terremoto.

-¡Qué bueno!, hay que esforzarse -hizo una pausa -horneé galletas de avena, sé que te gustan.

-Eso es genial, ¡me encantan! -dije feliz.

Luego de tomar el café con las deliciosas galletas, que fueron devoradas por Mateo en su mayoría. Sabía que recordaba como su madre le horneaba cuando era pequeño. Después se levantó para ir a conversar con Alejandro y rápidamente se puso a jugar con él video juegos. Después de perder se levantó para mirar algunas fotografías. La casa que él recordaba estoy segura que la añoraba, distaba mucho de la que ahora tenía. En esta casa se respiraba mucho calor humano, eran modestos y sencillos y me costaba creer que las cosas hubieran cambiado tanto en su mundo.

- Lástima que no puedan quedarse a cenar -dijo la señora Ana cuando nos despedía en la puerta.

- Espero que vuelvan pronto -dijo Alejandro despidiéndonos con el puño a ambos.

- Puedo abrazarte -se refirió a Mateo.

- ¡Claro!

El abrazo fue prolongado y recíproco, pude notar como la señora Ana dejaba escapar unas lágrimas, como si sintiera la conexión especial que los unía. Como si fuera ese abrazo que nunca pudieron darse para despedirse. Tuve que contener mis lagrimas también.

-Disculpa es que me recuerdas mucho a mi hijo -dijo resoplando -el tendría más o menos tu edad, murió hace diez años -se notó su tristeza en sus palabras.

- Lo lamento mucho señora.

- Sí, ha sido difícil a pesar del tiempo que ha pasado, bueno -dijo cambiando el ánimo -ojalá que Eli te traiga de nuevo.

-Sí señora Ana, que pasen bien -nos despedimos.

Nos quedamos en silencio largo rato mientras caminábamos hacia mi casa, calculaba que mi madre no llegaría hasta que fueran las siete y mi padre hoy llegaría tarde por una reunión. Aún teníamos suficiente tiempo para llegar a casa.

No nos dimos cuenta que habíamos tomado la ruta de regreso que pasaba justo donde había sucedido el accidente. Había evitado pasar por este lugar a toda costa tomando rutas alternativas. No sabía que había una placa con unas flores plantadas a su alrededor, tenía el nombre de Mateo y palabras de dedicación. Sentí escalofrío al ver su nombre. Él también se asombró de leer su nombre. Nos detuvimos a observarla.

- No sé por qué vinimos por este lugar, desde el día del accidente no paso por aquí, tu madre debió de plantar estas flores -dije agachándome para mirarlas.

- Es tan raro observar esto -dijo Mateo imitándome -en mi mundo en el lugar del accidente ahora hay un negocio, no pusieron una placa como aquí.

- ¿En serio? -dije confundida -un negocio... supongo que mis padres no pudieron hacer algo como esto.

- Pues no... ya sabes que para ellos fue muy difícil y no lo procesaron de la misma forma que mis padres.

- Sí, supongo que no todos tomamos de la misma manera el sufrimiento. No todos se sobreponen de la misma forma.

Íbamos a seguir el paso cuando las luces de un vehículo encandilaban nuestra vista, y de repente de forma extraña perdió el control dirigiéndose toda velocidad justamente hacia donde estábamos nosotros.

Realidades DistintasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora