Capítulo 7

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Suspirando, Addison agarró mi barbilla de nuevo.

-Mírame a los ojos-, ordenó, -como antes. Eso estuvo bien-. Fue extraño escuchar a Addison describir algo como "bien", pero sonreí ligeramente. Me hizo feliz saber que estaba disfrutando el estar conmigo.

Quería que me hablara, y ver sus ojos de nuevo. Pero, entonces, arruiné el momento riéndome una vez más. Rompí el contacto visual para reír y cubrir mi boca, y Addison suspiró profundamente.

-Estás borracha, te llevaré a casa.

Addison sacó algo de dinero de su bolsillo y lo tiró a la mesa. Luego, se levantó y me hizo un gesto para que la siguiera. Me puse de pie, pero al hacerlo vi que el mundo giraba ligeramente. Jadeé y me tambaleé sobre mis pies. Addison me atrapó al instante.

Agarró mi brazo, sus uñas se clavaron en mi piel debido a su extrema fuerza. Gemí de dolor, y al instante ella relajó su agarre.

-No puedo caminar- exclamé. Mi voz era aguda y llena de miedo. -Escuché que el alcohol arruina las células del cerebro. ¿Qué pasa si todas mis células cerebrales están rotas y ha dañado mis funciones motoras? ¡No podré caminar de nuevo! Y yo...

-Meredith, basta-, dijo Addison. Luego, hizo algo completamente fuera de lugar, puso los ojos en blanco. Era algo que no esperaba ver hacer a Addison; Era algo tan juvenil e inmaduro para ella. Me sorprendió por un segundo, pero siguió hablando.

-Simplemente has bebido demasiado. Eres demasiado pequeña para beber mucho, especialmente para alguien que no bebe. No has dañado tu cerebro, ni se afectaron tus funciones motoras ni ninguna otra cosa de las que estas hablando. Has bebido demasiado.

Deslizó su brazo alrededor de mi cintura y me sacó del restaurante. Sentí que mi estómago se revolvía y mi cabeza daba vueltas cuando entre en contacto con el aire. Extendiéndome, me agarré de su traje y lo sostuve para salvar mi vida.

Addison no se quejó, y me sostuvo cerca de su pecho. Su agarre se sentía casi reconfortante, y me abrazó con cuidado, lo cual era extraño para alguien que había matado y torturado. Estaba preocupada de que me fuera a romper, lo noté. Llegamos al coche de Addison y ella me levantó para ponerme en el asiento del pasajero.

Estaba cansada. Mientras regresábamos, podía sentir mis ojos cerrándose lentamente y mi cuerpo sucumbiendo al agotamiento. Me acurruqué en el asiento, mientras apoyaba la cabeza contra la ventana del coche.

-Meredith, no te duermas. Ya casi estamos en casa.

Murmuré de una manera incoherente, y mis ojos revolotearon entre abiertos, tratando de mantener el sueño a raya. No nos tomó mucho tiempo regresar a la casa de Addison, y cuando llegamos estaba demasiado cansada para salir del auto.

Addison caminó hacia mi lado del auto y lentamente abrió la puerta. Bostezé pesadamente, preparándome para cerrar los ojos.

-Vamos-, dijo, inclinándose y recogiéndome. Me abrazó de una manera nupcial; presionándome contra su pecho.

-¿Addison?- Gemí, presionando mi cara contra su pecho. Ella me llevó adentro, sin responderme. -¿Addison?- le dije de nuevo.

-¿Qué?

-Eres mimosa, como un oso-. Me reí suavemente, enterrando mi cara más cerca de Addison. Se quedó callada y continuó llevándome escaleras arriba. Sentí mi cuerpo siendo colocado sobre una suave cama, y sonreí.

Sin embargo, mi sonrisa se convirtió rápidamente en un ceño fruncido, cuando sentí que Addison se alejaba de mí.

-No-, me quejé, agarrando su chaqueta. La miré, mientras ella me daba una mirada inquisitiva. -No me dejes, eres mi osito de peluche-, hice un puchero.

Addison hizo una pausa. Luego suspiró.

-Si me quedo contigo esta noche, no puedes enojarte por la mañana. Porque me pediste que estuviera aquí -. Ella no estaba inventando excusas, me estaba diciendo un hecho.

-Está bien, abrazame osita -. La atraje más cerca, pero ella simplemente rompió el abrazo para ponerse de pie. Cuando lo hizo, se quitó la chaqueta y se quitó los zapatos. Después de eso, caminó hacia el otro lado de la cama y se acostó.

Extendiéndome, agarré su brazo; acercándome a ella. Addison murmuró algo, que no escuché del todo, mientras apoyaba la cabeza en sus pechos y presionaba mi cuerpo contra su costado.

-Me siento incómoda- me quejé, unos treinta segundos después. -Mi ropa pica-. Tiré del vestido, levantándolo un poco.

-Si planeas desnudarte, avísame para poder prepararme- refunfuñó Addison, obviamente molesta por mi comportamiento. Reajusté mi ropa otra vez. -Estoy hablando en serio, Meredith. No puedo emparejarte todavía, así que si planeas usar poca ropa, avísame para que pueda prepararme. De lo contrario, es posible que no pueda contenerme.

-Oh-, murmuré, -bien, ¿puedo quitarme el vestido?-, Pregunté. Hubo una larga y pesada pausa por parte de Addison. Luego se sentó, empujándome fuera de su cuerpo. Hice un ruido de queja, mientras salía de la habitación.

Addison regresó unos momentos después, con una de sus camisas en sus manos.

-Si tengo que abrazarte toda la noche y no llevas nada, no podré controlarme. Así que tendrás que usar algo que tenga mi olor, o podría volverse loco.

Asentí, mientras me entregaba la camisa. Addison se apartó de mí cuando me cambié, me sorprendió, fue diferente de cuando me hizo sacarme la toalla ese mismo día. Me cambié rápidamente; lo cual era incómodo, porque estaba demasiado cansada para levantarme.

-Me he cambiado-, murmuré, cuando mis ojos comenzaron a cerrarse de nuevo. Me acosté en mi almohada; sintiendo su suavidad en mi cabeza. Unos segundos más tarde, sentí que la cama se hundía cuando Addison se metió en la cama.

No hice ningún intento de acercarme a ella; lo que la hizo gruñir. Gemí mientras dormía, golpeando el aire cerca de donde estaba Addison.

-Abrázame- dijo bruscamente, sonando enojada. Hice lo que me dijo y me recosté en sus pechos: ella dio otro gruñido, esta vez de satisfacción.

Justo cuando estaba a punto de dormir, me incorporé al instante; con mis ojos muy abiertos, y mi corazón martillando. Ante mi repentino movimiento, Addison se levantó de golpe, de pie junto a la cama, agazapada a la defensiva. Gruñó y sus ojos escudriñaron la habitación.

-¿Qué? ¿Qué está mal?

-Lo siento- dije, sorprendida mientras miraba a Addison. Sus manos temblaban, su cuerpo quería cambiar a su forma de lobo. No pude evitar soltar una pequeña risita. -Sólo quería saber si la puerta estaba cerrada.

Ante mis palabras, Addison suspiró profundamente, pasándose una mano por la cara para mostrar su estrés.

-Cerré las puertas, Meredith, lo prometo-. Volvió a la cama y me llevó a su pecho. Me acurruque en ella, Addison era cómoda y cálida.

-¿Lo prometes?- Lo comprobaria dos veces.

-Nunca te mentiría-, respondió Addison. Sonreí ante sus palabras, y me acurruque más lentamente en ella. Era agradable estar en sus brazos, casi demasiado agradable.

Con sangre de Alfa - Meddison G!PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora