Capítulo 3

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El ambiente podía sentirse pesado, como si fuera el ingrediente perfecto, para el pastel perfecto. Era una verdadera lástima que el sabor fuera agrio y podrido. Seis chicos sentados en la misma mesa, podía parecer una inocente junta de amigos, pero la verdad era que habían creado un duelo de miradas asesinas, una verdadera competencia de quien podía acabar más calcinado.

Después de la gran entrada de Katsuki, Izuku estuvo a punto de explotar el lugar con su lenguaje. Pero no se esperaba la verdadera razón de su venida. De todas formas el rubio había sido amenazado.

"Soy hijo de Mitsuki Bakugou, alfa perteneciente al cuartel siete de la mafia del norte"

Una pequeña confesión que había dejado a Deku verdaderamente perplejo.

Infeliz, tarado, bestia, puto, mentecato. Fueron algunos sinónimos del nombre Katsuki, que él mismo recibió de parte de su proclamado rival.

- ¿Quieren un cafecito?

- Silencio Shoto.

Eran las primeras palabras que habían pronunciado después de unos largos cinco minutos. Parecía que ahí mismos estaban extinguiendo el tiempo. Un segundo se tornaban minutos, y unos minutos se tornaban horas. Nadie quería entablar conversación, y menos continuar con la agradable compañía, pero estaban atados a órdenes, y quien estaba al mando, no tenía intención de llegar todavía.

- Creo que yo si quiero un cafecito.

Shoto se levantó despacio, sin siquiera intentar hacer el mínimo ruido. Creía que cualquier movimiento inesperado podía quebrar a los chicos, y eso solo significaría pelea.

Blackwork era un sitio tan completo, que poseía un minibar detrás de las grandes cortinas que separaban las tres secciones del local, entre las otras dos estaba la bodega y el salón. Los jóvenes solían pasar mañana, tarde y noche en el lugar, las luces neón resaltaban más que nada, y cualquier persona mayor de edad podía ingresar. Las leyes y artículos estaban colgadas en las paredes, pero no como si fuera un museo, estaban ahí como advertencia. Si bien la sociedad había cambiado su forma de pensar con respecto a las identidades omegas, muchos todavía vivían en el siglo de piedra, y se aprovechaban de ellos drogándolos y llevándolos sin su consentimiento. Pero gracias a la administración de Aizawa, - cabe resaltar - un omega, Blackwork se había convertido en una zona segura, por esa misma razón era tan popular. Irónicamente Izuku había entrado por primera vez a la edad de 12 años, su excusa en frente de los guardias fue el motivo por el cual el mismo Aizawa lo había adoptado.

"Mis padres me dijeron que viniera aquí, prometieron que me cuidarían, ellos no pueden tener a un omega en casa, tengo hambre, señor"

Esas fueron las palabras de aquel inocente niño, quien ahora era un integrante muy adorado por los Yakuza, para quienes actualmente trabaja.

Antes de que Todoroki pudiera entrar al minibar, un hombre ojeroso y pelinegro, lleno de tatuajes yakuza, había hecho su aparición, por el cual todos se levantaron haciendo reverencia.

- Aizawa Sensei, es un honor conocerlo al fin - Comentó por primera vez Eijiro, acompañante de Katsuki desde que entraron al local. Su apariencia era notablemente ruda, tenía varios moretones en los brazos, y su cuerpo desprendía un olor a sangre intenso, era un alfa más que conocido en la academia por acabar con absolutamente todos sus enemigos, popular entre cualquiera que estuviese a su lado, y catalogado como alguien a quien era imposible acercarse por el terror que transmitía con los ojos. Un temible pelirojo, que había logrado sonrojarse casualmente con la mirada de Shoto.

- Me alegra verlos reunidos a todos. Y me sorprende que no han destruido el lugar, bien hecho Izuku Shouta, sabía que podía dejarte a cargo.

Mafia [Bakudeku] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora