Capitulo 3: Un duro y fuerte cáscaron.

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ASHTON

7:24 a.m.

—Ashton—escucho una voz lejana.

Me duele todo.

—Mmm—es el sonido que emito, el cual repito al moverme pero esta vez quejándome por el pinchazo en mi espalda.

Abro lentamente los ojos sorprendiéndome al ver que he dormido en el suelo de mi estudio.

—¿Por qué has dormido aquí?—la voz de mi padre hace que levante de golpe logrando que un pinchazo más fuerte me ataque.

—Mierda—me quejo—¿Que hora es?—pregunto recogiendo la libreta que deje en el suelo.

Ayer, cuando volvimos de la cena con los vecinos, fui directo a continuar con el boceto que había empezado el día anterior. Pues allí me di cuenta de que no tenía que ir muy lejos por inspiración.

—Falta media hora para que sean las ocho de la mañana—me responde con su mirada fija en un punto mientras yo recojo adormilado lo que me llevaré a clases. Su mirada sigue clavada en el mismo sitio.—No quiero preguntar pero...—dice y yo planto mi vista en aquel punto que tanto le ha llamado la atención.

Oh, eso.

No preguntes, por favor—le pido tapando el lienzo.

—¿Es...?

—¡Que no preguntes!—le recuerdo—Es solo una tarea, papá—asiente, se da la vuelta y sale en silencio.

Yo subo a mi habitación y me ducho rápido. Salgo del cuarto de baño y me visto con pantalón y camiseta de color negro junto a mis desgastadas botas del mismo tono. Maldigo por lo bajo cuando mi estómago y sé que el poco tiempo que tengo me obliga a irme sin desayunar.

Recojo mi laptop y mi móvil entrando el último en el bolsillo delantero de mis jeans junto a mis llaves. Vuelvo a mi estudio en busca de mi mochila y el lienzo que debo entregar. Una vez lo tengo todo me voy directo al garaje y...

«Mierda», pienso.

Mi jeep está en el taller.

Dejo todo en el suelo y vuelvo a entrar, esta vez en busca de las llaves de Elizabeth, las cuales no encuentro.

—¡Eli!—la llamo—¡¿Donde están tus llaves?!—espero pero no responde—¡MUJER!

—¡¿Qué es lo que te pasa?!—se para en el barandal del segundo piso con solo una toalla y el el cabello empapado.

—¡¿Dónde están tus llaves?!—me desespero.

—Donde siempre las pongo—me responde como si le estuviera preguntando cuanto son dos más dos.

Dios mío.

Si supiera donde las pones siempre ¿crees que te estuviera preguntando?—ella me mira con una ceja alzada y se queda callada—¡ELIZABETH!

—En la cocina, Ashton—responde al fin con toda la calma del mundo y yo literalmente corro a la cocina encontrándolas en una de las encimeras.

Me detengo un segundo antes de salir y la vuelvo a ver desde mi posición.

—Lo siento, es que voy tarde—me disculpo.

Vuelvo al garaje encontrándome con la presencia de Jenna en su uniforme quien ha destapado el lienzo y lo está mirando fijamente.

—Deja eso—le digo.

—¿Es...?

—Si, Jenna—de mala gana, respondo lo obvio.

Por Primera Vez © (EN PROCESO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora