Capitulo 9: Egoísta.

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HARRIET

Me desperté temprano el lunes y salí a correr por él condominio, en busca de hacer otra cosa que solo quedarme en casa. Así que, con unos cuantos clásicos retumbando en mis oídos, llegué lo suficientemente lejos como para descubrir un parque junto a una cancha de baloncesto y otra de tenis.

La falta de ejercicio me pasa factura y entre volver a casa o hacer una pausa, opto por la segunda opción sentándome en una banca del parque. Luego de un respiro bastante largo, regreso caminando.

Llegué, me duché, más tarde desayuné, leí un poco, almorcé, dormí, me levanté a ver la tele, hice la cena y dormí hasta el otro día. Si, no fue el día más interesante, lo sé.

El martes se fue tan rápido como llegó, ese día también me ejercité un poco. Me había convertido en una chef compulsiva que para matar mi aburrimiento cocinaba lo que sea y, como me la pasaba sola en casa, me lo tenia que comer yo solita. Todo iba desde pastas, carne, grasosos inventos míos—incluidas las ricas hamburguesas que hago, sin presumir— hasta las cosas más dulces que sabía hacer. Tengo el refrigerador de casa lleno de cheescakes que no sé porque hago. Es lo que más he hecho y no paro. Si sigo así no entraré por la puerta.

El miércoles fue igual, al menos hasta llegar la noche. Me iba a ir a dormir ya y bajé por un poco de agua cuando encontré la puerta de casa abierta. Me asomé y no había nada extraño, pero como soy una miedosa fui por mi hermano.

Subí y di dos toques en la puerta sin recibir respuesta. Di dos toques más. Nada.

—¿Hades?—no me respondió

¿No estaba en casa? Lo dudo.

Pensé en irme. Seguro estaba durmiendo, pero me daba miedo bajar sola porque no se me ocurrió cerrar la puerta. ¿Y si alguien entró? Se supone que este condominio tiene una súper seguridad. ¿Algún vecino psicópata? Ok, mi imaginación está volando, pero de ninguna forma bajaré sola, así que fui por papá.

Toqué dos veces en su puerta y al instante me respondió.

—¿Que pasa?—dijo cuando me asomé. Estaba sentado en la cama con la tableta en las manos y mamá rendida a su lado.

Me agaché a su lado.

—He encontrado la puerta de casa abierta y todos están durmiendo. Así que...

Frunció el ceño y se levantó. Yo me incorporé y lo seguí.

—¿No habrá sido tu hermano?

—Llamé a su puerta y no respondió.

Bajamos y revisó todo, yo lo perseguía nerviosa. No encontramos nada.

—¿Seguro que no hay nada? Hay que revisar el jardín o si falta algo. Podría ser un ladrón o no sé algún vecino loco o un ase...

—Tienes una imaginación increíble. Seguro que fue tu hermano, ayer hizo lo mismo—cerró la puerta y puso el código en la alarma.

—Pero...

—A dormir. ¿Si?—volvió a subir las escaleras después de depositar beso en mi frente.

Subí a mi habitación casi corriendo y me dormí. Aunque duré un bueno rato para convencerme a mí misma de que no había entrado nadie.

Al día siguiente, jueves, hice la misma rutina que los días anteriores. Le había reprochado a mi hermano el susto que me llevé por su culpa. El se burló por lo valiente que fui y me pidió perdón entre risas. El muy idiota se hizo el sordo cuando llamé a su puerta.

En la tarde, la rutina varió un poco, el ejercicio que hice ese día se fue a la mierda con la pizza que pedí con Jenna. Vino a casa con la intención de reforzar la amistad que según ella teníamos. No fue tan intensa como en el centro comercial y lo agradecí. Básicamente hablamos un poco mientras comíamos y se fue antes de que cayera la noche. Íbamos en buenos pasos.

Por Primera Vez © (EN PROCESO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora